Contaminante y rentable, tremendamente rentable. La humanidad lleva años concienciada de lo mucho que se juega en controlar sus emisiones de CO2 y paliar su considerable dependencia de los combustibles de mayor impacto medioambiental; el problema es que, hoy por hoy, siguen suponiendo un lucrativo negocio que mueve miles de millones de eurostodos los años y a escala global.
Un informe elaborado por Urgewald y Reclaim Finance junto a un extenso listado de ONG muestra cómo en menos de tres años —entre enero de 2019 y noviembre de 2021— los bancos comerciales canalizaron alrededor de 1,5 billones de dólares ligados a la industria del carbón, el combustible fósil más intensivo en carbono y directamente ligado con el cambio climático. Es más, el estudio refleja el papel fundamental que desempeñan en el sector un puñado de instituciones financieras.
Un negocio millonario
Los autores del análisis concluyen que los bancos de media docena de países —China, Estados Unidos, Japón, India, Reino Unido y Canadá— aglutinaron el 86% del financiación ligado al carbón a nivel internacional. En concreto, y según las cifras desgranadas por Bloomberg, entre préstamos y seguros las entidades del gigante asiático alcanzaron los 748.700 millones de dólares, las de EEUU 207.500 y las niponas 177.300. India, Reino Unido y Canadá sumaron 176.600 millones.
Para Heffa Schuecking, de Urgewald, los datos marcan únicamente "la punta del iceberg", aunque sirven, en su opinión, para comprobar cómo, más allá de las promesas y compromisos públicos, las compañías no están afrontando el cambio hacia un modelo menos dependiente de los fósiles.
"A los bancos les gusta argumentar que quieren ayudar a sus clientes del carbón a hacer la transición, pero la realidad es que casi ninguna de estas empresas la está haciendo", subraya Katrin Gandswindt, responsable de investigación de Urgewald, antes de incidir en el importante papel que desempeña el flujo de crédito para transformar el modelo actual: "No tienen ningún incentivo para cambiar si la industria financiera continúa apoyándolos con cheques en blanco".
Prueba de lo concentrado que está el aporte de fondos en el sector es que —según los cálculos realizados por Urgewald y el resto de ONG— si bien hubo 376 bancos comerciales que inyectaron, en conjunto, 363.000 millones de dólares en préstamos a la industria, una docena aglutinó el 48% de las sumas recibidas por las compañías incluidas en la Global Coal Exit List (GCEL), la lista elaborada por Urgewald con las 1.032 empresas que reúnen el 90% de la producción mundial.
Entre los mayores prestamistas figuran —detalla la CBNC— grandes bancos, como Mizuho Financial, Mitsubishi UFJ Financial, SMBC Group y Barclays y Citigroup.
El informe resalta la importancia de las suscripciones, los bonos y acciones emitidos con el propósito de atraer inversores e inyectar financiación a las empresas. A través de esa vía, 484 bancos lograron canalizar más de 1,2 billones de dólares. El negocio, en ese caso, está igualmente concentrado, con el 39% de las operaciones tramitadas por apenas doce entidades. En cuanto a nombres, destacan Blackrock y Vanguard. Los datos dejan, eso sí, una lectura positiva: una caída de financiación en 2020 y 2021, si bien los expertos dudan de si es el inicio de una tendencia o efecto del COVID.
Aunque el carbón desempeña un papel clave en el sector energético, en el que representa —según datos de la Agencia Internacional de la Energía (AIE)— casi el 40% de la generación de electricidad a escala global, su huella medioambiental es igualmente demoledora: es responsable del 46% de las emisiones de carbono. Los cálculos de los técnicos de la propia AIE concluyen que los gobiernos deben reducir de forma drástica el peso del carbono en el suministro mundial de energía.
Para el colectivo está claro que la pérdida de peso de los fósiles, incluida una reducción de las emisiones de dióxido de carbono en un 45% para 2030, es crucial si se quiere alcanzar el objetivo pactado en el Acuerdo de París y limitar el calentamiento global a 1,5ºC con respecto a los niveles preindustriales. El reto no es sencillo. La recuperación económica tras los peores momentos de la pandemia causaron que 2021 se registrase un repunte en la generación de energía basada en el carbón. En concreto, la AIE estimaba en diciembre que crecería en torno al 9%, lo que complica el objetivo global de alcanzar el objeto de las cero emisiones netas para mediados de siglo.
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