Pablo Moraga .-Efeverde.- Los pasos tímidos de dos bongos de montaña, que ahora caminan por primera vez en libertad en las laderas suaves de la Reserva de Fauna del Monte Kenia, su nuevo hogar, son un símbolo de esperanza: un hito importante para proteger el futuro de estos antílopes, en peligro crítico de extinción.
Los expertos de esta reserva natural empezaron este miércoles a reintroducir en su hábitat natural a estos animales, que crecieron en semicautividad.
El ministro de Turismo de Kenia, Najib Balala, presente en el acto, miró con orgullo al equipo de guardabosques que liberaron a los bongos de montaña, unos antílopes robustos con la altura similar a la de una persona adulta, cuernos afilados y llamativas líneas blancas desde su lomo hasta su vientre.
«Los bongos de montaña han regresado a la naturaleza, que es donde siempre debieron estar. Eso es en lo que creemos”, declaró Balala a los periodistas.
Además, para impedir la caza furtiva y asegurar la supervivencia de estos animales, Balala también inauguró hoy el santuario de bongos de montaña de Mawingu: unas 314 hectáreas en el interior de la Reserva de Fauna del monte Kenia, la segunda montaña más alta de África, que serán vigiladas constantemente por los guardabosques.
Para el ministro, este programa es una nueva oportunidad para proteger el futuro de los bongos de montaña -una subespecie endémica de un puñado de bosques del centro de Kenia, de la que únicamente quedan alrededor de un centenar de ejemplares-, pero también es un golpe de timón en la conservación de la naturaleza.
“Durante mucho tiempo -reconoció Balala-, hemos centrado nuestros esfuerzos en la protección de los animales más emblemáticos, como los elefantes o los leones, e ignoramos a otros. Pero esto debe cambiar, como estamos demostrando ahora”.
Al borde de la extinción
Robert Aruho, el director de los servicios veterinarios de la Reserva de Fauna del monte Kenia, que estuvo también presente en el acto, ha pasado tanto tiempo con los bongos de montaña que descubrió que cada uno tiene un carácter distinto.
“En este sentido, son como los humanos -dijo Aruho-. Es una de las cosas que más me han sorprendido de estos animales. Por ejemplo, algunos ejemplares son más violentos que otros: se enfadan y tienen peleas con más facilidad”.
Oculta entre una maraña de ramas, una cría de estos antílopes -aún no tiene sus cuernos característicos, que crecen tanto en los machos como en las hembras, y en su cabeza destacan unas orejas alargadas y enormes que agita con frenesí para espantar a las moscas- observaba con curiosidad al veterinario.
Es uno de los 63 bongos de montaña con los que Aruho y su equipo están trabajando sin descanso para habituarles a una nueva vida en libertad.
Repatriación de 18 bongos de montaña
“Estamos emocionados. Este es el último paso de un proceso larguísimo, que empezó en 2004 con la repatriación de 18 bongos de montaña que entonces vivían en un zoológico de Estados Unidos”, admitió el veterinario.
Estos animales eran abundantes hasta los años sesenta, pero la caza furtiva, las enfermedades y el deterioro de sus hábitats los empujaron al borde de su extinción.
Sin embargo, su reintroducción en las laderas del monte Kenia podría revertir ese escenario: el objetivo de estos programas, incentivados por el Gobierno keniano, es elevar las poblaciones de estos antílopes hasta superar 750 ejemplares en 2050.
“Podemos conseguirlo -sentenció el jefe de los veterinarios de los Servicios para la Vida Salvaje de Kenia, Isaac Lekolool-. Hemos puesto muchos esfuerzos en este proyecto, incluida más vigilancia en el terreno. Todas las proyecciones indican que alcanzar esos números es un objetivo viable”.
“Esta será una historia exitosa”, auguró Aruho, con optimismo. EFEverde
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