Europa ha sido hasta hoy el mayor mercado
agroalimentario del mundo. La actual Unión Europea constituye el primer
importador mundial de productos agrícolas y el primer exportador de
productos agroalimentarios. La agroalimentaria es la mayor industria de
toda Europa, tanto por su valor económico como por el empleo que genera.
Europa ha sido también, junto con EE.UU., uno de los grandes impulsores de nuevas técnicas en agricultura. Sin embargo, en el debate sobre la conveniencia de cultivar y consumir plantas modificadas genéticamente, Europa en su conjunto ha adoptado una posición extraordinariamente restrictiva. Las razones son múltiples y diferentes en cada país, pero lo cierto es que en 2013 la polémica aún pervive y la naturaleza de las decisiones futuras se antoja incierta.
Si miramos hacia el pasado, veremos que Europa se erigió desde el principio como uno de los grandes actores en el desarrollo de nuevas técnicas agrícolas. La primera empresa de semillas fue fundada en Francia a mediados del siglo XVIII por los hermanos Vilmorin. Los jardines botánicos, como los Reales Jardines de Kew, en Inglaterra, desempeñaron un papel esencial en el estudio de la diversidad vegetal. Los trabajos de Linneo en Suecia y, más tarde, los de Mendel en Bohemia sentaron las bases de los estudios sobre variabilidad genética. Y si bien es cierto que el gran impulso a la mejora de plantas durante el siglo XX se dio en EE.UU., en Europa también se crearon prestigiosos centros de investigación agrícola, algunos de los cuales mantienen hoy una actividad notable.
Pere Puigdomènech
Investigación y Ciencia
Europa ha sido también, junto con EE.UU., uno de los grandes impulsores de nuevas técnicas en agricultura. Sin embargo, en el debate sobre la conveniencia de cultivar y consumir plantas modificadas genéticamente, Europa en su conjunto ha adoptado una posición extraordinariamente restrictiva. Las razones son múltiples y diferentes en cada país, pero lo cierto es que en 2013 la polémica aún pervive y la naturaleza de las decisiones futuras se antoja incierta.
Si miramos hacia el pasado, veremos que Europa se erigió desde el principio como uno de los grandes actores en el desarrollo de nuevas técnicas agrícolas. La primera empresa de semillas fue fundada en Francia a mediados del siglo XVIII por los hermanos Vilmorin. Los jardines botánicos, como los Reales Jardines de Kew, en Inglaterra, desempeñaron un papel esencial en el estudio de la diversidad vegetal. Los trabajos de Linneo en Suecia y, más tarde, los de Mendel en Bohemia sentaron las bases de los estudios sobre variabilidad genética. Y si bien es cierto que el gran impulso a la mejora de plantas durante el siglo XX se dio en EE.UU., en Europa también se crearon prestigiosos centros de investigación agrícola, algunos de los cuales mantienen hoy una actividad notable.
Pere Puigdomènech
Investigación y Ciencia
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