En la
formación de la ciencia económica se observan tres corrientes de pensamiento
fundamentales, cada una con un perfil concreto.
Los tres modelos son:
-
El aristotélico-tomista
-
El homo
economicus
-
El socialista
La fuerza
humana que asegura una cierta cohesión a la sociedad se manifiesta de tres
formas:
-
amor
-
interés
-
cooperación
Estas tres formas son comparables, respectivamente,
a los tres modelos de la economía citados antes.
La tricotomía amor-interés-cooperación dificulta en
un principio la apreciación de que la sociedad humana no se encuentra un mero
problema de nexos con sus componentes; si no que, al mismo tiempo, se encuentra
en contacto con la Naturaleza. En ese sentido también se dan tres formas de
relación:
-
el amor
-
el ambientalismo racionalista
-
la cooperación solidaría
Antropológicamente, en un principio, la relación del
hombre con la Naturaleza se manifestó en la lucha por la supervivencia de la
especie. Hoy en día, el problema es el inverso: la supervivencia amenazada de
toda una serie de equilibrios ecológicos y de ecosistemas del medio natural,
como consecuencia de la capacidad de
destrucción total generada por la propia especie humana.
De ahí surge una clave importante, la necesidad de
reconocer la existencia del “campo
unificado Economía/Ecología”, que surge como una necesidad para comprender
la relación humanidad/Naturaleza y para garantizar su equilibrio indefinido.
Se
ha adelantado mucho en las formulaciones que relacionan el campo de la Economía
con el de la Ecología, las cuales permitirán presentar al campo unificado de
ambas ciencias, dando así nueva fundamentación a los estudios que se refieren a las relaciones entre los hombres, a las
relaciones entre la humanidad y la Naturaleza, y a las relaciones no humanas
dentro de la Naturaleza. Algunos enunciados de carácter preliminar son:
1º. En los modos de producción actualmente
prevalecientes –y en la carrera de emulación entre el capitalismo y el
socialismo realmente existente – el
capital consumido (recursos no renovables) erróneamente se valora muchas veces
como mero consumo de renta, lo que hace todas las mediciones del producto
social seriamente criticable; e incierto el propio futuro de tales sistemas
productivistas, y del propio medio global.
2º. Igualmente, en ambos sistemas, a la hora de las
mediciones macroeconómicas, se considera
equivocadamente que todo lo producido engrosa el bienestar. Cuando, en
realidad, muchas producciones – de forma creciente – tienden a crear condiciones negativas para la calidad
de vida, y toda suerte de amenazas para el entorno y para el propio futuro del
planeta. A la hora de valorar el verdadero bienestar económico será necesario
anotar tales elementos negativos como detracciones y no como adiciones.
3º. La
Naturaleza debe ser la variable independiente en todo modelo de desarrollo,
midiendo y evitando lo que potencialmente afecte al stock de capital, de
recursos no renovables, incluyendo como tales las incidencias de la contaminación
en el conjunto de la biosfera.
4º. La cooperación internacional,
disponiendo de autoridades a nivel mundial con poderes efectivos, resulta
indispensable par asegurar el mantenimiento de los ecosistemas amenazados. En
los proyectos de cualquier tipo deben preverse los impactos medioambientales
concretos a nivel internacional y las interacciones posibles de los mismos,
pues la contaminación no sabe de fronteras.
5º. La solidaridad diacrónica, a través del
tiempo, con las generaciones venideras, es un principio fundamental del campo
unificado Economía/Ecología. Lo que hemos recibido del pasado no nos pertenece
sino en usufructo, pues hemos de legarlo a las generaciones venideras. Nacen
así, en la evolución política de la sociedad humana, los derechos ecológicos, como derechos de la sociedad en su conjunto,
al lado de derechos humanos de los individuos, y de los derechos sociales de
las distintas formaciones sociales. Y surge, en definitiva, una auténtica ética ecológica.
6º. La conclusión
inmediata y global de pos enunciados anteriores es la prioridad absoluta del movimiento de la paz como forma única de
detener la más grave amenaza, por igual para el capitalismo y socialismo, que
desaparecerían; para el bienestar de toda la humanidad, que volvería a la
prehistoria; para la biosfera, que sufriría daños irreversibles; para la
cooperación mundial, que quedaría sustituida por un escenario dantesco; para la
solidaridad con las generaciones venideras, que dejaría de tener sentido. La
paz es el bien más preciado, y día a día hay que luchar por ella.
Begoña
Hernández Rubio:
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