Seguramente no les suene su nombre, pero es uno de los iconos de la historia del reggae, cuya credibilidad política le permitiría presentarse a las elecciones presidenciales de Costa de Marfil con posibilidades serias de victoria. Además estamos ante un cantante y compositor inmenso, que destaca por el registro profundo de su voz, el compromiso de sus letrascon los más desfavorecidos y la alta calidad de los álbumes que publica.
El último de ellos, titulado Le monde est chaud (2019), trata del problema político más urgente que tenemos encima, el cambio climático. Antes sus letras estuvieron comprometidas con miserias evitables como el SIDA, el ébola o las consecuencias devastadoras de las migraciones masivas. Fakoly es capaz de tratar estos conflictos con rimas sencillas, repletas de resonancias filosóficas pero comprensibles por el oyente más humilde.
¿Cómo comenzó a crecer su prestigio? Su carrera despega a mediados de los años noventa, recogiendo las aspiraciones sociales de mejorar el nivel democrático de Costa de Marfil tras la muerte de Félix-Hophouët Boigny, partidario de la sumisión colonial a Francia como motor del desarrollo económico. En el extremo contrario estaba Fakoly (Odienné, 1968), que se convirtió en símbolo de la emancipaciónpolítica, tanto dentro del continente como entre los africanos de la diáspora.
Persecuciones políticas
Boigny llegó a justificar sus relaciones comerciales con el régimen racista de Sudáfrica con las siguientes palabras: “Los problemas de discriminación racial, por muy dolorosos, penosos y repulsivos que sean para nuestra dignidad de negros, no deben solucionarse, en nuestra opinión, por la fuerza”, declaró en octubre de 1970. Fue una de las escasas personalidades negras que no apoyaron el boicot al ‘apartheid’. Tal era su nivel de docilidad ante los intereses occidentales.
Fakoly ha sufrido un largo historial de persecuciones políticas. En 2002 le obligan abandonar su país cuando los militares partidarios de Laurent Gbagbo se niegan a aceptar la victoria electoral de Alassane Ouattara, provocando una guerra civil. Decide instalarse en Bamako, capital de Mali. Un amigo artista al que quiso convencer de que le acompañara, Camara H., terminó siendo asesinado. En 2007 le colgaron el estatus de ‘persona non grata’ en Senegal, debido a las críticas al presidente Abdoulaye Wade. En julio de 2015 le impiden las entrada en Kinsasha, capital del Congo, por sus simpatías hacia los movimientos juveniles que reclaman más democracia en el país.
Hablamos de un artista solo comparable a mitos de la música negra como Bob Marley, Nina Simone, Salif Keita, James Brown y Public Enemy. Combina, como casi todos ellos, innovación musical con rigor político y un enorme carisma. Enlaza la tradición de la música jamaicana con un profundo conocimiento de la vasta tradición de música popular de su continente. “El reggae africano tiene que adaptar los recursos sonoros de Jamaica a la realidad de África, hablando de nuestros problemas y aportando instrumentación local, por ejemplo yo voy a usar la kora y otros instrumentos mandingas", explicaba en su anterior gira.
Arte y educación
Procedente de una familia de ‘griots’, contadores de historias africanos, Fakoly tiene claro el objetivo de su música: "Despertar a la gente, hacerla reaccionar, que sean más conscientes de los problemas que nos hacen la vida imposible. También tengo un mensaje específico para la juventud africana: hay que quedarse en el continente, luchar por levantarlo como nuestros abuelos lucharon contra la colonización. No digo que sea sencillo, pero hay más salidas que la migración a Europa o Estados Unidos. Aquello no es el paraíso", advertía.
Firme partidario de la educación, financia varias escuelas en África como solución a largo plazo para los problemas del continente. Así explicaba su enfoque en una entrevista de 2019: “La educación es una base muy importante. Para mí, el pueblo está dormido y la educación es un despertador. Cuando la gente humilde sabe leer y escribir, hay cosas que los políticos no les pueden hacer. África es una paradoja, ya que hablamos de uno de los continente más ricos en recursos, que tiene una de las poblaciones más pobres. Te pongo una ejemplo: a todo el mundo nos gusta el chocolate y mi país produce el sesenta por ciento de la producción global. Ghana, con quien compartimos frontera, aporta otro 20%, mientras Nigeria un 15%. Suma otros pequeños porcentajes de países africanos y verás que abastecemos al mundo de chocolate, pero seguimos en la miseria”, lamenta. “Además, es complicado entrar en un medio de comunicación y encontrar a un africano opinando. Se asume que no tenemos derecho a decir nada”, concluye.
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