Ya en 2014 se estimaba que para 2020 contaríamos con 160.000 especies menos en el mundo. Apenas ha comenzado 2020 y ya podemos contar con la primera extinción del año: Psephurus gladius, el pez remo chino. Pero no será la única.
Casi un tercio de todas las especies documentadas en el mundo, según las estimaciones de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, la IUCN, están amenazadas por la sombra de la extinción. Eso sin contar la brutalísima cantidad de insectos y arácnidos o cnidarios. ¿Qué hemos perdido en 2019 y qué perderemos en 2020?
Y la primera especie extinta en 2020 es...
El pez espátula del Yangtsé, Psephurus gladius, o pez remo chino, es una de las especies más grandes de agua dulce. Bueno, más bien era, porque los últimos datos parecen confirmar que este animal se ha extinguido debido a la sobrepesca y la pérdida de su hábitat natural. Pero no es algo decidido a la ligera. No se ha vuelto a ver un solo ejemplar de este pez desde 2009.
La declaración de extinción requiere de cierto tiempo. Este animal, sencillamente, es el primero declarado oficialmente como extinto durante este año, aunque ya llevamos tiempo sin saber de él (una condición sine qua non). Estos bichos podían alcanzar los siete metros de largo, un tamaño excepcional para una especie de agua dulce, pesando hasta 450 Kg.
Este pez se consideraba como una especie común en el Yangtsé hasta finales de 1970, cuando su población empezó a declinar debido a la sobrepesca y a la pérdida de su hábitat debido a las grandes presas. Pero, como decíamos, aunque es el primero declarado extinto, desde luego, no es el único protagonista del drama que se vive con la pérdida de biodiversidad.
Qué hemos perdido ya y qué perderemos
Durante 2019, al menos 24 especies desaparecieron oficialmentedel inventario terrestre, aunque se estima que podríamos haber perdido varios cientos más solo en 2019. Como decíamos, entender la extinción y datarla es una cuestión terriblemente compleja. Se estima que solo hemos documentado unos dos millones de especies de las más de 14 que existen. Los expertos han datado la pérdida de al menos 869 especies extintas en los últimos 500 años, un número mucho menor de las estimaciones realizadas.
Para entender la diferencia entre el registro y la realidad solo tenemos que ver los tristemente célebres incendios de Australia. En ellos se están perdiendo cientos y cientos de especies. Muchas de ellas jamás llegaremos a conocerlas y, por tanto, no quedarán registradas. El caso australiano es especialmente duro porque afecta a una serie de organismos endémicos, únicos en el mundo y sin ningún parecido con cualquier otro ser vivo que holla la Tierra.
El fuego, que ya ha consumido casi 6 millones de hectáreas, ha acabado con entornos tan emblemáticos como la isla Kangoroo. En ella, al menos una docena de especies amenazadas se han visto envueltas en llamas. El pronóstico es terrible: la extinción acecha. Esto se debe a la pérdida de refugio y hábitat, zonas de alimento y reproducción o la propia muerte de los animales por el fuego.
Entre los animales que puede que veamos extinguirse en 2020 (aunque se declaren más tarde) están el Antechinus argentus, o antequino de cabeza plateada, el ratoncillo rivereño, Pseudomys oralis o el matorralero rojizo, Atrichornis rufescens. Y estas son solo unas pocas de las especies australianas amenazadas por los fuegos y otras cuestiones medioambientales, como el cambio climático. Si salimos de este continente, el resto del planeta no se queda corto en pérdidas.
Probablemente, 2020 vea cómo se apaga la existencia de especies como el leopardo del Amur, Panthera pardus orientalis, el escarabajo tigre de Salt Creek, Cicindela nevadica lincolniana, el rinoceronte negro, Diceros bicorniso el chimpancé occidental, Pan troglodytes verus. Todas estas especies están desapareciendo bien por su explotación, por tener algún tipo de interés local, o bien por la pérdida de hábitat que suele ser la principal razón de extinción para las especies. Esto nos lleva a la siguiente e inevitable pregunta.
¿Y qué nos importa que desaparezcan estas especies?
La respuesta se llama biodiversidad. Con esta palabra designamos a la amplia variedad de seres vivos sobre la Tierra y los patrones naturales que la conforman. Cuanto menor es la biodiversidad, peor para todo el mundo. ¿Por qué? Además del componente ético y moral, existen otras razones prácticas para velar por la diversidad biológica.
El primer y más conocido beneficio de una gran biodiversidad es la capacidad de adaptación. En caso de un desastre ecológico, como los incendios ocurridos en Australia, las comunidades con mayor biodiversidad se recuperará más rápido, debido a la cantidad de interacciones entre especies, las cuales actúan de forma sinérgica. Esto significa que una comunidad con más biodiversidad será más estable, pudiendo resistir mejor al impacto.
Por otro lado, una mayor biodiversidad supone una mayor calidad de vida para todos los seres vivos que componen el ecosistema. Esto, de nuevo, se debe a la relación entre las especies. Por último, es imposible que podamos recuperar millones de años de evolución en poco tiempo. Esto, como razón indirecta, también es importante para conservar la biodiversidad. Perder especies a troche y moche es, como poco, una temeridad, si no un drama considerable.
Imágenes | Wikimedia
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