Muchas personas no caen en la cuenta de que el cambio climático o la extinción de especies no tiene que ver solo con que tengamos más o menos animales o plantas en el planeta, sino con la propia supervivencia de la raza humana. Porque casi todas las medicinas y curas que usamos hoy en día, provienen de cierto veneno de un animal, o de una planta. Quizá el próximo árbol que se extinga, es el que contiene la cura contra la próxima pandemia. Y no es una exageración. Científicos británicos han descubierto que el mismo árbol que nos dió la aspirina, también contiene una sustancia que mata células cancérigenas de cánceres resistentes a los actuales medicamentos.
Hace miles de años los egipcios ya utilizaban la corteza de sauce para bajar la fiebre y aliviar el dolor. Hace algo más de un siglo científicos de Bayer extrajeron el ácido salicílico de esta corteza y lo mezclaron con otras sustancias para obtener el ácido acetilsalicílico, la popular aspirina, que tantos dolores de cabeza ha aliviado a millones de personas, y que ahora se usa para prevenir infartos.
Un grupo de investigadores británicos de la Universidad de Kent y del Rothamsted Research han descubierto en la corteza de sauce otra sustancia quimica, llamada miyabecina, que es capaz de matar células cancerígenas de ciertos tipos de cánceres que son resistentes a los actuales medicamentos.
Según explica el profesor Mike Beale, coautor del estudio, "estructuralmente la miyabecina contiene dos grupos de salicina que ofrecen las típicas propiedades antiinflamatorias y anticoagulantes de la aspirina. Pero también se ha mostrado eficaz para combatir ciertos cánceres resistentes a las medicamentos actuales".
En concreto, los investigadores han usado esta sustancia proveniente del sauce con células cancerígenas que producen neurablastoma, un cáncer que afecta a niños menores de 5 años y es mortal en más del 50% de los casos. También con diversos cánceres de ovarios, garganta y pecho. La miyabecina ha conseguido destruir todas estas células cancerígenas.
Los resultados son muy esperanzadores, pero como siempre ocurre con este tipo de sustancias milagrosas, no es tan sencillo como extraerla del sauce y aplicarla a los pacientes.
Por el momento la miyabecina es difícil de extraer, y solo se consigue en pequeñas cantidades. Así que ya están investigando la forma de aumentar la producción para poder llevar a cabo estudios clínicos más amplios, y comenzar a usarla en pacientes.
Un rayo de esperanza para muchos enfermos gracias, una vez más, a la composición química única de una especie vegetal de nuestro maravilloso y cada vez más amenazado planeta.
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