Nadie duda ya que las ciudades se habían convertido en entidades esenciales para lograr implementar los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de la Agenda 2030. El trabajo intenso de reivindicación por parte de los Gobiernos Locales y Regionales, así como de la sociedad civil organizada, exigiendo una gestión territorial más local, más descentralizada y más cercana a la ciudadanía dieron sus frutos.
Hoy es inconcebible plantear una agenda de desarrollo sin una participación activa que posicione a las ciudades y a los gobiernos regionales como protagonistas de la implementación de programas y proyectos orientados a lograr objetivos de desarrollo.
Y entonces llegó la pandemia. Si es incuestionable que estamos viviendo uno de los mayores retos globales a los que nos hemos tenido que enfrentar como generación, también lo es que las ciudades y los gobiernos locales y regionales tienen la mayor responsabilidad en dar respuesta a dichos retos.
"El brote de la covid-19 ha actuado como una lupa, que nos muestra cómo se exacerban los problemas que ya teníamos", comenta Emilia Saiz, Secretaria General de Ciudades y Gobiernos Locales Unidos desde su lugar de confinamiento. "Los gobiernos locales y regionales necesitarán un espacio diferente en la toma de decisiones de las agendas globales después de esta pandemia, porque lo que no se puede hacer, es volver a cómo eran las cosas".
La insistencia en no volver a una normalidad pre-pandémica es compartida por prácticamente todos los representantes locales que se han expresado al respecto. En este sentido, se han realizado numerosas solicitudes para que la ya archi-popular nueva normalidad integre toda una serie de conceptos que no estaban del todo garantizados en los modelos de gestión previos: protección y ampliación del espacio público, más espacios verdes, mejores infraestructuras, garantía de los servicios básicos, sistemas de saneamiento eficientes, vivienda digna habitable, o movilidad sostenible priorizando el peatón, entre muchos otros.
Si uno de estos aspectos decae, la amenaza del rebrote recordará su importancia. Ya que, si la pandemia es global, tanto el rebrote como su control y gestión es claramente territorial, local, y por lo tanto responsabilidad de los gobiernos más cercanos a la ciudadanía.
Y precisamente con el objetivo de ayudar a los gobiernos locales y regionales a lidiar con el proceso post-pandémico y promover un modelo de ciudad más inclusiva, más sostenible y más resiliente de cara a los retos presentes y futuros que nos presenta esta nueva normalidad, CGLU y su grupo de aliados crearon el decálogo para la era posterior a la covid-19.
El decálogo es más que un documento de compromiso en común entre diversas partes, pues aspira a transformar la forma en que el sistema de gobernanza interactúa con las comunidades protegiendo a quienes más lo necesitan, está formado por diez dimensiones que van desde garantizar servicios públicos o solicitar paquetes de apoyo financiero, a promover la cultura como antídoto para los efectos secundarios o promover una nueva generación de multilateralismo.
"Este decálogo se basa en 10 recomendaciones claves que se han hecho en los últimos meses a través de nuestras sesiones de intercambio virtual", comenta Mohamed Boudra, Presidente de CGLU y alcalde de Alhucemas. "Será nuestro instrumento político para la post-crisis y es la contribución de CGLU a los esfuerzos de nuestros colectivos para responder a las necesidades de las comunidades ahora y para las generaciones futuras".
Boudra asegura que el mundo de mañana no será el mismo que el de hoy. Invita a promover y enriquecer el decálogo para fortalecer a los gobiernos locales y regionales de manera que ejerzan como los guardianes de la solidaridad internacional y aseguren que los deseos y necesidades de la ciudadanía estén presentes en todos los mecanismos de gobernanza.
Ada Colau, alcaldesa de Barcelona y enviada especial de CGLU ante las Naciones Unidas, se suma también a la acción que promueve el decálogo alegando que es tiempo de imaginar el mundo que se quiere construir postcovid, e insiste que tenemos la oportunidad de hacerlo mucho mejor: "Tenemos la oportunidad de no volver a la normalidad anterior, una normalidad que tenía muchos problemas, muchas desigualdades, mucha injusticia". La alcaldesa de Barcelona, asegura que una de las prioridades post-pandémicas será proteger la vida humana, y para ello, hay que proteger los bienes básicos que la hacen posible, cuya responsabilidad fundamental es precisamente de los gobiernos locales.
Aunque el decálogo contiene los pilares esenciales para garantizar una gestión urbana integral, su objetivo va más allá. El trasfondo de sus propuestas, de hecho, apunta a renovar definitivamente el multilateralismo. Las diez dimensiones quieren ser la base conceptual para que líderes locales y regionales contribuyan al diálogo y a las consultas que se están llevando a cabo bajo el 75º aniversario de Naciones Unidas (ONU75).
El debate que está promoviendo António Guterres, Secretario General de las Naciones Unidas, promete ser la conversación mundial más amplia y de mayor alcance sobre la construcción del futuro y los retos a los que se enfrenta la humanidad. A través de ONU75, las Naciones Unidas están animando a redefinir cómo una mayor cooperación internacional puede ayudar a conseguir un mundo mejor para 2045, año del centenario de las Naciones Unidas.
En este sentido, la cooperación descentralizada y el papel de los gobiernos locales y regionales, tal y como defiende el decálogo, serán esenciales para promover una reconstrucción después de la pandemia que sea más inclusiva, más resiliente y más sostenible, con la protección de la vida humana como eje principal de los objetivos de desarrollo.
Fernando Casado Cañeque es director del Centro de Alianzas para el Desarrollo.
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