A lo largo de las últimas décadas, las evidencias científicas han demostrado que el cambio climático avanza a un ritmo mucho más rápido de lo esperado. Ese conocimiento ha permitido diseñar escenarios futuros que ayude a adaptarnos los efectos del cambio climático en diversas partes del Planeta, y cómo éstos pueden impactar sobre las personas.
La XIII edición del Premio Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento en la categoría de Cambio Climático ha recaído en Neil Adger, Ian Burton y Karen O’Brien por sus trabajos para cambiar el paradigma de la actuación frente al cambio climático, que anteriormente solo se fijaba en la mitigación de las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), incorporando el concepto de adaptación con respuesta a los impactos que estamos empezando a sufrir.
Neil Adger (Ballymena, Irlanda del Norte, Reino Unido, 1964) es licenciado en Economía por la Universidad de Edimburgo, máster en Economía Agraria por la Universidad de Londres y doctor por la Facultad de Ciencias Medioambientales de la Universidad de East Anglia.
En esta última institución ha sido profesor y catedrático de Economía del Medio Ambiente. En 2012 se incorporó a la Universidad de Exeter como catedrático de Geografía Humana en la Facultad de Ciencias de la Vida y del Medio Ambiente, cargo que desempeña en la actualidad.
Es miembro fundador del Centro Tyndall para la Investigación en Cambio Climático y del Centro para la Toma de Decisiones Medioambientales, ambos en la Universidad de East Anglia.
Ha participado en informes del IPCC (Panel Intergubernamental del Cambio Climático) y es autor de más de 180 artículos científicos. También ha publicado 9 libros y ha participado más de 100, es Highly Cited Researcher de la Web of Science y asesor científico de diversas instituciones, entre las que figura en Españael Basque Centre for Climate Change (BC3).
Ian Burton (Derby, Reino Unido, 1935) es catedrático emérito en el Departamento de Geografía de laUniversidad de Toronto (Canadá), en la que ha desarrollado su trayectoria académica tras doctorarse en Geografía por la Universidad de Chicago (EEUU).
Autor de 10 libros y más de 200 artículos en revistas científicas e informes, su tarea investigadora le ha llevado a participar en numerosos organismos nacionales e internacionales (Banco Mundial, OCDE, OMS y UNESCO).
Ha sido director del Grupo de Investigación sobre Impactos y Adaptación de Environment Canada (Ministerio de Medio Ambiente) y director del Instituto de Estudios Medioambientales de la Universidad de Toronto.
En el ámbito internacional también destaca su participación en informes del IPCC y en el Informe Especial sobre Gestión de los Riesgos de Fenómenos Meteorológicos Extremos.
En la actualidad es miembro del Comité Asesor del Marco Global para la Evaluación del Riesgo de la Oficina de Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres.
Karen O’Brien (Aquisgrán, Alemania, 1963) es licenciada en Relaciones Internacionales por el College of William and Mary (Virginia, EEUU) y máster en Recursos de la Tierra por la Universidad de Wisconsin-Madison (Wisconsin, EEUU).
Posteriormente se doctoró en Geografía por la Universidad Estatal de Pensilvania (EEUU) y ha trabajado en éste mismo centro. Ha sido investigadora en la Comisión para la Cooperación Ambiental en Norteamérica (Montreal, Canadá) y en el Centro para la Investigación Internacional del Clima y el Medio Ambiente-CICERO (Oslo, Noruega).
O’Brien ha publicado obras donde se exponen las conexiones entre globalización y cambio climático, siendo autora además de más de 150 publicaciones especializadas y 10 libros, así como de varios informes del IPCC. Desde 2001 trabaja en la Universidad de Oslo, donde actualmente es catedrática de Geografía Humana.
Ian Burton llegó al desafío del cambio climático desde la investigación sobre desastres naturales, y fue pionero a la hora de promover el concepto de adaptación para hacer frente a los efectos del cambio climático que ya son inevitables.
Burton impulsó la definición de estrategias de adaptación en infraestructuras, urbanismo, agricultura y arquitectura, entre otros ámbitos, y que deben ir en paralelo a los esfuerzos para mitigar el cambio climáticoreduciendo las emisiones de gases de efecto invernadero (GEI).
A mediados de los noventa, el IPCC incluyó la adaptación como ámbito de estudio de uno de sus Grupos de Trabajo. Tanto Burton como Adger y O’Brien han ejercido, a lo largo de su carrera, un papel de liderazgo en el trabajo de este Grupo.
En 2013 la Comisión Europea desarrolló la Estrategia de adaptación al cambio climático que los países integrantes de la Unión Europea, entre ellos España, han traspuesto a nivel nacional.
Los 3 investigadores enfatizan en la importancia de la interacción entre el cambio ambiental y la globalización, así como la necesidad de incorporar la dimensión cultural y los valores a los esfuerzos de adaptación a los impactos del cambio climático que ya no se pueden detener.
Su investigación, en colaboración en numerosas ocasiones, ha sido crucial a la hora de trasladar el conocimiento a la toma de decisiones, incorporando el ángulo de análisis propio de las ciencias sociales.
Han logrado documentar la dimensión humana del cambio climático en toda su magnitud: la salud, el bienestar, la desigualdad, la vulnerabilidad de naciones enteras, los cambios demográficos, las migraciones …, cuestiones cuya conexión con el cambio climático a menudo tendemos a ignorar.
En un principio, el concepto de adaptación estaba en un segundo plano frente a las medidas de mitigación de las emisiones de gases invernadero, ya que se pensaba que con la mitigación no sería necesaria la adaptación.
Actualmente, las evidencias de las investigaciones nos indican que necesitábamos tanto medidas de adaptación como de mitigación, porque no es posible mitigar lo bastante rápido como para evitar algunos impactos, pues el cambio climático está avanzando a un ritmo distinto del que se esperaba inicialmente.
Neil Adger ha concentrado su investigación en uno de los principales efectos sociales del cambio climático: las migraciones.
Gran parte del trabajo de Adger incluye toma de datos sobre el terreno, con la realización de encuestas y entrevistas a población local en países como Vietnam y Bangladesh.
Sus conclusiones muestran que el grado de vulnerabilidad de una población al cambio climático depende muy directamente de medidas sociales y políticas, no únicamente del clima en sí.
Los migrantes raramente mencionan de manera explícita el cambio climático como causa de su decisión, sí que la atribuyen al dramático deterioro de fuentes tradicionales de recursos, como la agricultura, están asociados en muchos casos al clima.
Adger cree que además de actuar sobre los espacios naturales, las estrategias de adaptación deben fijarse también en las ciudades, ya que el flujo migratorio que predomina en todo el mundo es el movimiento de las zonas rurales a las ciudades.
También Karen O’Brien investiga el impacto en poblaciones vulnerables que, según su trabajo, están sometidas a una doble exposición: al cambio climático y a la globalización.
Así, los procesos de globalización y de cambio climático se están superponiendo y retroalimentando, creando mucha más desigualdad
Se considera que la aportación de estos investigadores es fundamental en estos tiempos en los que los estímulos ecointeligentes para reactivar la economía apuntan a una transición energética acelerada.
Es fundamental abordar esta transformación de forma que no dañe a los más vulnerables, no sólo en las zonas geográficas más desfavorecidas, sino en los países desarrollados, donde el termino pobreza energética se ha extendido.
La justicia social ha de ser un referente fundamental en las soluciones al cambio climático, tanto de adaptación como de mitigación.
La investigación de O’Brien se refiere además al concepto de adaptación introducido por Burton desde una perspectiva psicosocial y cultural. O’Brien habla de 3 esferas de adaptación (la práctica, la política y la personal) para llegar a la transformación que requiere el reto del cambio climático.
O’Brien defiende que uno de los motores más potentes para esta transformación proviene de la educación, al igual que de los medios de comunicación como difusores del conocimiento sobre cambio climático basado en la evidencia.
Coinciden en que la investigación y las acciones dirigidas tanto a la adaptación como a la mitigación requieren la mayor urgencia y exigen respuestas basadas en el mejor conocimiento.
Iniciativas, como el actual movimiento de protesta juvenil, reflejan una creciente concienciación de la sociedad hacia las poblaciones que están sufriendo incendios, tormentas extremas y sequía en otras zonas del mundo.
Pero también es importante señalar que el sector privado y los inversores, muchas veces pasivo en relación al cambio climático, ahora están empezando a cambiar su visión.
Para finalizar únicamente recordar que la Fundación BBVA Fronteras del Conocimiento reconoce con estos premios internacionales a aquellas contribuciones científicas de amplio impacto por su originalidad y significado teórico, así como por su capacidad para avanzar en la frontera de lo conocido.
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