Esta es una de las principales conclusiones de las investigadoras Cristina Abad y Ester Ginés, que firman el estudio ‘Distribución y estado de conservación de la ictiofauna aragonesa’, publicado por el Consejo de Protección de la Naturaleza de Aragón.
El germen de este libro fue el Trabajo de Final de Grado en 2018 de Abad, titulada en Ciencias Ambientales por la Universidad de Zaragoza, que abordó junto a la veterinaria y bióloga Ester Ginés el “diamante en bruto” que ésta le proponía: la base de datos con todos los muestreos piscícolas realizados en Aragón en las últimas cuatro décadas.
Pregunta: En su trabajo alertan de que los peces exóticos ya constituyen un 48,5 % de las especies presentes en aguas aragonesas. ¿Qué suponen estos datos?
Respuesta: Estos datos no tienen parangón ni en nuestro territorio ni en el mundo con ningún otro grupo faunístico y nos da una idea del impacto que puede suponer para su conservación.
Suponen una gran llamada de atención que deberíamos atender, antes de que sea demasiado tarde. Fundamentalmente, estamos hablando de una sustitución de nuestras especies autóctonas por otras exóticas, con requerimientos y funciones ecológicas muy diferentes entre ellas. Es una pérdida irreparable de nuestra biodiversidad, que contaba con más del 80 % de especies endémicas, es decir, exclusivas en la Península Ibérica, que habían tejido durante miles de años unas interrelaciones en el funcionamiento de nuestros ecosistemas, y que, tras su desaparición o sustitución, por fuerza conllevará un desequilibrio de todo el ecosistema fluvial.
P.- En Aragón contamos con 18 especies piscícolas autóctonas y solo 2, el gobio y la tenca, se clasifican como no amenazadas. ¿Cuáles son las que más peligro corren?
R.- Casi todas corren peligro y el declive es evidente. No obstante, las especies bentónicas (que viven en el fondo de los ríos), como la colmilleja y la lamprehuela, son dos de las especies que más peligro corren actualmente, ya que son tremendamente vulnerables a las modificaciones morfológicas de los ríos y a las especies exóticas. Por otro lado, la anguila se puede considerar extinta en Aragón desde hace décadas, salvo algunos ejemplares adultos procedentes de repoblaciones. Actualmente, su presencia es imposible en nuestros ríos debido a que Aragón ya no cuenta con cauces con conexión directa al mar debido a las presas existentes que le impiden realizar su migración al mar para reproducirse.
P.- De las 17 especies piscícolas exóticas aclimatadas en Aragón, 14 son invasivas. ¿Hay alguna amenaza especialmente grave?
R.- Creemos que todas las especies exóticas presentes en nuestro territorio son una amenaza grave para la biodiversidad y para los servicios ecosistémicos que nos proporcionan los ríos. En nuestras aguas, cabe destacar aquellas cuya presencia se ha fomentado por diferentes intereses económicos y deportivos, como puede ser el siluro. Esta especie, que actualmente cuenta con unas densidades elevadísimas en el cauce principal del Ebro y los tramos bajos de sus afluentes, es un depredador voraz que llega a medir más de 2 metros, y puede desplazar o eliminar a casi todas las especies autóctonas con las que convive.
En el caso de la carpa, sin ser depredadora, puede modificar profundamente el hábitat donde vive, haciendo imposible la presencia de otras especies, incluso de muchas especies de aves acuáticas que tenían lagunas, galachos y otros hábitats acuáticos de aguas remansadas como sus principales zonas de alimentación. Y tenemos más ejemplos, como el desplazamiento que está ejerciendo el alburno sobre nuestra madrilla. Se trata de una competición por los recursos y el hábitat, donde observamos que, la que era probablemente nuestra especie autóctona más frecuente, está perdiendo la batalla.
P.- De todas las causas del declive de las especies piscícolas autóctonas, ¿Cuáles son más preocupantes?
R.- La degradación de nuestros ecosistemas fluviales es muy preocupante y, con toda seguridad, esta situación es la base de la pérdida de nuestra biodiversidad. Aproximadamente se calcula que el 50 % de nuestros ríos y lagos se encuentran en mal estado ecológico, debido a infraestructuras como presas y azudes, corrección de cauces, eliminación de gravas, deterioro o eliminación del bosque de ribera, constreñimiento del río con escolleras, además de la contaminación por fertilizantes y fitosanitarios proveniente de una agricultura cada vez más intensiva. A esto hay que añadirle la introducción de especies exóticas, la mayoría de ellas depredadoras y más adaptadas que nuestras especies autóctonas a los espacios degradados, por lo que, a la hora de competir, nuestras especies se encuentran en franca desigualdad, perdiendo la batalla en la mayoría de los casos.
P.- Y parece que el cambio climático tampoco está del lado de estas especies.
R.- Ya estamos observando unas condiciones meteorológicas extremas, con un aumento en la frecuencia de las inundaciones, olas de calor y sequías más duraderas, incluso olas de frío con nevadas muy importantes como las de la borrasca Filomena. Las especies necesitan adaptarse a estos cambios durante periodos amplios de tiempo, y, si es necesario, se trasladan hacia territorios que les son más favorables. El problema es que aquellas especies con unas poblaciones muy menguadas y aisladas, y, sobre todo, aquellas que se encuentran en su límite de distribución o que habitan en ríos donde no existe conectividad que les permita esos movimientos, no van a poder adaptarse a estos cambios tan rápidos, y es probable que seamos testigos en las próximas décadas de la extinción de muchas de ellas.
P.- Ante esta situación de riesgo de los peces autóctonos, ¿Cuáles son sus propuestas tras el análisis de los datos?
R.- Creemos que se tiene que cimentar en tres pilares de manera simultánea: el primero, cumplir con nuestros compromisos europeos para alcanzar el buen estado ecológico de nuestros ríos y lagos; el segundo, prevenir y controlar de manera mucho más contundente las invasiones biológicas, y finalmente, proteger mediante acciones directas a través de planes de recuperación y conservación de nuestra ictiofauna, así como los hábitats donde habitan. EFE
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