Laia Mataix Gómez.- EFEverde.- El turismo es ahora mismo “una realidad con mucha incertidumbre” debido al estado de alarma creado por la COVID-19, por lo que el día que “volvamos a viajar, lo haremos de otra manera” y se reforzarán variables como la salud, la seguridad y la sostenibilidad, que adquirirán mayor peso.
Así lo ha explicado a Efe la subdirectora de la Fundación CODESPA, Elena Martínez, quien considera que “es el momento idóneo para cambiar” y empezar a disfrutar más del turismo sostenible, “atractivo por el contexto del coronavirus y también por la necesidad que todos tenemos de adquirir nuevas experiencias”.
Hace 15 años, los especialistas “identificaron el turismo como uno de los rubros económicos que más oportunidades generará” y, de hecho, hasta la reciente crisis sanitaria, la Organización Mundial del Turismo calculaba en el 10 % del PIB mundial su volumen de negocio.
En el caso de CODESPA, “se ha convertido en una de nuestras principales líneas de trabajo” en lugares como el Valle Sagrado de Perú, el lago Titicaca de Bolivia y los lagos de Imbabura en Ecuador, a través de su programa RUTAS.
Turismo rural comunitario
Con el turismo rural comunitario, su definición de este tipo de viajes, apoyan según sus cálculos a 3.000 emprendedores, el 55 % de los cuales son mujeres, que “antes no se dedicaban al turismo y ahora tienen un empleo y una fuente de ingresos”.
Por ello, entienden el turismo sostenible “como una estrategia de desarrollo que tiene una huella positiva en cuanto que minimiza el impacto ambiental y cultural en las zonas en las que trabajamos”, de tal manera “que no distorsiona” sino, al contrario, contribuye a la preservación medioambiental, además de a la economía local.
Martínez asegura que en este momento existe mayor demanda de este tipo de turismo debido al aumento de sensibilidad por estas cuestiones “quizá por el cambio generacional” y precisa que “ya no hablamos tanto de turistas sino de viajeros: personas que buscan experiencias diferentes e interactúan” con los nuevos entornos.
Dentro del inventario de recursos de RUTAS se incluye el teñido con achiote, el uso de medicinas tradicionales o la forma de aprovechar la variedad de cultivos para prevenir plagas evitando los fertilizantes químicos, como muestra de esa nueva gama de experiencias.
Un ejemplo exitoso es el de Valeriana Mendoza que, en la Isla del Sol del lago Titicaca, empezó a trabajar en este programa y no sólo encontró un medio de vida sino que “nos explicó que ella misma había aprendido a valorar lo que tenía de manera natural y cómo eso se había convertido en una oportunidad de ayudar a su familia”.
Hora del cambio
También la directora general de la agencia barcelonesa Tarannà Viajes con Sentido, Felisa Palacio, define el momento actual como “el del cambio, la hora de gestar lo nuevo y actuar todos como productores y consumidores”, mirando hacia el futuro “de una manera diferente, integradora para la humanidad”.
Su concepto de sosteniblidad se aproxima al de Martínez, aunque advierte de que esta palabra encierra a menudo “muchos conceptos muy manipulados”.
En su opinión, “turismo responsable es el que tiene en cuenta a las personas y los países que visitamos”, donde la experiencia equilibra “el derecho al disfrute y al ocio sin provocar un daño irreversible” en estas zonas y los beneficios económicos “recaen en la población local”.
En el caso del medioambiente, Palacio reconoce que en los últimos años ha sido incorporado “como grupo de interés fundamental” en sus diseños de viaje, debido a que “tenemos un gran reto humano, el cambio climático”.
Esta situación les ha motivado a colaborar con proyectos ambientales en los que buscan reducir su huella de carbono, al mismo tiempo que desechan actividades con animales en cautividad e incluso facilitan a los viajeros una calculadora para medir el CO2 que generan. EFEverde
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