La ONU estima que cada año se arrojan al mar 13 millones de toneladas de plástico y que la mitad de este material producido a nivel mundial es para artículos de un solo uso. En el Mediterráneo, se vierten unas 570 000 toneladas de plástico cada año, el equivalente a 33 800 botellas de plástico por minuto.
Si la mitad de la población de España usa una nueva mascarilla quirúrgica todos los días, se utilizarían alrededor de 705 millones de mascarillas por mes. Si tan solo el 1 % de ellas no se eliminan adecuadamente durante un año, se generarían aproximadamente unas 84,6 millones de mascarillas contaminadas, muchas de las cuales terminarán en el mar.
Aunque los guantes no se recomiendan oficialmente para el uso cotidiano, a menudo los supermercados y otras tiendas hacen que los compradores los utilicen para entrar. Los guantes tampoco se reciclan en España.
Consecuencias de una mala gestión
Las ciudades españolas ya han notado el creciente problema de la basura derivada de la protección frente al coronavirus.
De hecho, varios municipios han establecido multas para los que no se deshagan de este material de forma adecuada. Van desde 100 € hasta 3 000 € en Toledo.
Según estimaciones de la Politécnica de Turín, durante el levantamiento de la fase de confinamiento, Italia necesitará 1 000 millones de mascarillas y 456 millones de guantes por mes.
En Kalamata, una ciudad griega al suroeste de Atenas, los guantes, las toallitas y los frascos de desinfectante desechados aparecen esparcidos en parques, aceras y carreteras.
Residuos similares están causando problemas en metrópolis más grandes como Nueva York y Londres. Incluso han llegado hasta las deshabitadas islas Soko, a pocos kilómetros de Hong Kong (China).
Según un informe de WWF, “si solo el 1 % de las mascarillas se desecharan de forma incorrecta y dispersa en la naturaleza, esto resultaría en que hasta 10 millones de máscarillas mensuales contaminarían el medioambiente”.
Además, el informe advierte que, teniendo en cuenta que el peso de cada mascarilla es de aproximadamente 4 gramos, más de 40 000 kilogramos de plástico acabarían en la naturaleza.
Cómo facilitar su gestión
Gran parte del equipo de protección personal (EPP) que usan los trabajadores de la salud, como guantes, mascarillas y batas, se emplea una sola vez antes de desecharse.
Las mascarillas importadas de China están hechas de múltiples capas de diferentes materiales o polímeros. Esta complejidad hace que sea difícil reciclarlas.
Las mascarillas higiénicas deben constar de 5 partes con una gran cantidad de plástico:
- Dos capas de tejido que constituyen la parte exterior de la mascarilla. Es de tipo spunbond de 40 g/m², con un 100 % de polipropileno hidrófobo.
- Una capa de tejido spunbond de 20 g/m², 100 % polipropileno hidrófobo, que constituye la parte interior de la mascarilla.
La OMS afirma que lavarse regularmente las manos ofrece mayor protección para frenar el contagio de la COVID-19 que el uso de guantes de goma cuando se está en áreas públicas. Los Centros de Control y Prevención de Enfermedades de EE. UU.indican que las mascarillas de tela lavables ofrecen la protección necesaria para el público.
Según Claudia Brunori, química de la Agencia para las Nuevas Tecnologías, Energía y Desarrollo Económico Sostenible italiana, “los países deberían tratar de desarrollar productos hechos del mismo polímero, que podamos rastrear y recolectar en contenedores desechables sellados, donde puedan desinfectarse y reciclarse”.
Esto está sucediendo en Italia a pequeña escala a nivel local. Las ONG, las instituciones y los investigadores han creado EPP reutilizables, donde se retiene la estructura de la mascarilla y solo se desecha el filtro.
Mike Bilodeau, director regional de Plastic Oceans para Europa, sugiere que en lugar de importar estos equipos, deben fabricarse localmente y de forma que los elementos plásticos puedan reciclarse y reutilizarse.
Los límites de la legislación sobre plásticos
La UE introdujo el año pasado regulación para abordar la basura marina. La directiva sobre plásticos de un solo uso, que debe convertirse en ley a nivel nacional este año, incluye la prohibición de los plásticos de un solo uso, como bastoncillos de algodón, cubiertos y pajitas. Las mascarillas y guantes médicos no están incluidos.
La asociación europea de convertidores de plásticos ya ha pedido que la legislación de la UE se retrase un año debido a la COVID-19.
Sin embargo, Bruselas ha rechazado la petición. Aun así, hay evidencias del regreso a los vasos de plástico de un solo usodebido a la emergencia sanitaria por COVID-19. En Starbuckshan prohibido las tazas reutilizables.
La Comisión Europea está desarrollando estándares para plásticos biodegradables. Pero incluso si los PPE estuvieran hechos de tales materiales, no servirían para evitar la contaminación marina.
Richard Thompson, profesor de biología marina en la Universidad de Plymouth, afirma que “un estudio reciente sobre plástico biodegradable expuesto a diferentes ambientes mostró que algunos artículos desaparecieron rápidamente, mientras que aún se podían utilizar las bolsas para ir a la compra después de cuatro años en el mar. Para cuando llegan al océano, es demasiado tarde”. Thompson acuñó el término microplásticos en el 2004.
Zero Waste Europe advierte que los países no deberían tener que elegir entre la protección del medioambiente o de la salud pública, como asegura que está sucediendo. “En el futuro tenemos que asegurarnos de estar preparados para pandemias como esta y enfrentarnos a ellas de una manera sostenible. No tiene por qué ser una cosa a expensas de la otra”, concluye.
En España, las directrices para gestionar estos residuos están recogidas en la Orden SND/271/2020, de 19 de marzo, sobre gestión de residuos.
Efectos en el medioambiente
Dado que el uso generalizado de EPP es un fenómeno reciente, no existen estudios sobre el impacto de sus desechos en el entorno marino y sus habitantes.
No obstante, se han descrito los riesgos que otros plásticos presentan para los animales de los océanos. Pueden, por ejemplo, enredarse con ellos o confundirlos con alimentos. En diciembre de 2019, se descubrió que un cachalote hallado muerto en la isla escocesa de Harris tenía una bola de basura de 100 kilogramos en el estómago.
Además, la degradación de los fragmentos de plástico en el mar libera paulatinamente contaminantes invisibles. Si permanecen intactos, se descompondrán en pequeños trozos o microplásticos.
Un estudio del proyecto SAPEA de asesoramiento científico a la política europea señala que altas concentraciones de microplásticos causan daños en el medioambiente y a los seres vivos, como procesos inflamatorios y estrés.
Una versión de este artículo fue publicada originalmente en el blog Ciencia marina y otros asuntos, de la Fundación para el Conocimiento madri+d.
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