Lourdes Uquillas.- Ampliar hasta un 30 % la protección de la superficie marina así como lograr la conservación de su biodiversidad, son dos de los retos que afrontan los océanos en su Día Mundial, ante problemas como la sobreexplotación, la contaminación o el calentamiento y acidificación de sus aguas.
Según expertos consultados por EFE los océanos sufren una “deforestación silenciosa” por la sobreexplotación de sus recursos, y “solo se conoce entre el 5 y el 7 % de su superficie”, mucho menos “de lo que se conoce de la Luna”, por lo que apuestan por una mayor concienciación de la importancia de estos espacios en la Tierra.
Océanos enfermos
El profesor e investigador en el Departamento de Biología Marina y Oceanografía del Instituto de Ciencias del Mar del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) en Barcelona, Josep-María Gili, asegura “en el contexto actual de salud, el océano está enfermo y nos da una serie de síntomas”.
Según Gili el océano padece por “la contaminación de plásticos, por contaminantes que llegan a sus aguas, el agotamiento de recursos, la pérdida de biodiversidad como en las zonas costeras con los arrecifes de coral y otras especies o el calentamiento de las aguas que cada vez son más cálidas y no solo afecta a la vida sino también a la circulación marina”.
Cambios urgentes
Son los humanos los “causantes de estos males en un 100 %, por ello debemos ayudarle a recuperarse porque necesitamos de los oceános”, que abarcan tres cuartas partes de la superficie terrestre y contienen el 97 % del agua.
El gran reto es un “cambio urgente en la gestión de sus recursos, el tema climático y que no puede ser el basurero de nuestra sociedad”.
Pero además “la minería marina, que destruye el medioambiente con sistemas de extracción muy destructivos para la vida marina”.
Protección del 30 % para 2030
Asegura que lograr “la protección del 30 % de superficie marina sería un sueño, porque es el número 14 de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS)“, y aunque “parece poco, hay que pensar que en España solo se protege el 9 %”.
“Si la política ambiental española va por buen camino hay que llegar a ese 30 % con la Red Natura 2000 marina, donde España ha suscrito los protocolos de adhesión”, asegura.
El 30 % “tiene que ser aguas territoriales más aguas oceánicas, estas últimas no pertenecen a ningún país y al no tener ninguna comunidad humana próxima no están tan alteradas como las primeras”.
Algo que sucede en el mar Mediterráneo, donde según recientes estudios se produce el calentamiento un 20 % más rápido que en el resto del mundo, y según Gili, “es uno de los mares más contaminados, con un 40 % de la población viviendo en la costa y con mucho tránsito marítimo que no es especialmente respetuoso con el medio”.
Contaminación que se concentra en los puertos como el de Marsella (Francia), los españoles o los griegos, entre otros, porque “los barcos realizan ahí la limpieza de sus depósitos”.
Buques que pueden provocar derrames en aguas martímas, como en el del Ártico en Rusia hace pocos días, y sobre el que el investigador del Instituto del Mar señala que “no dejarán de producirse ante el excesivo consumo de combustibles fósiles”.
Sobreexplotación
En relación a la sobrepesca en los océanos, manifiesta que “un tercio de los caladeros del planeta están agotados, un segundo tercio están sobreexplotados y solo un tercio aún puede aguantar una cierta pesca”.
Algo difícil de controlar con flotas pesqueras como “la española que es muy activa, faena en todo el mundo y es un holding bastante complicado de convencer” sobre la conservación de los oceános.
Gili explica que “científicos han demostrado que el 50 % de la pesca que se ha sacado de los océanos no se ha consumido si no que se ha tirado nuevamente a sus aguas”. Señala que “no se ha gestionado bien la pesca”.
Se captura “más de lo que la sociedad consume, con potentes barcos de arrastre que destruye todas las comunidades marinas y la biodiversidad a su paso. Es como la tala de árboles en la tierra”.
Deforestación silenciosa
“Es la deforestación silenciosa en los océanos para cuya recuperación se necesitan muchos años”, asevera, y sostiene que “las imágenes marinas con las que trabajamos los investigadores demuestran la explotación indiscriminada de los fondos”.
Señala que “muchos barcos tiran al mar la pesca antes de llegar a puerto si con una llamada de teléfono constatan que el precio no se ajusta a sus expectativas”. Y dice que aún no está claro “dónde van los excedentes en las lonjas”.
Sobre el Pacífico, explica, “sufre las consecuencias del cambio climático y la desaparición de arrecifes de coral de zonas tropicales”, además de pesca con técnicas “tan dañinas como la dinamita”.
Recuerda que somos casi 7.000 millones de personas y es un problema para el planeta y para nosotros, y subraya que “debemos ser conscientes de que podemos vivir con menos, de lo contrario el planeta no alcanza a regenerarse”.
Todos los mensajes en el Día de los Océanos “tienen que lanzar una alerta sobre lo enfermos que están, pero también hay que ser optimistas y pensar que la sociedad está cambiando, con grandes propuestas a nivel global que son objetivas como los ODS”.
Solo se conoce entre el 5 y el 7 %
También otras como la “educación sobre el océano, porque es un gran desconocido para la humanidad, solo conocemos entre un 5 y 7 % de sus extensión”.
La “gran apuesta es conocer mejor el océano, conociéndolo más, lo cuidaremos mejor, y en ese sentido las nuevas generaciones son mucho más cuidadosas con el océano”.
“No hagamos al mar lo que no hacemos en tierra, cuidemos el mar como cuidamos la tierra” e insta a quienes van al mar a “dejar en paz a los peces y animales”.
Por su parte, la bióloga marina de Greenpeace, Celia Ojeda, coincide con el investigador del Instituto de Mar en todos los problemas que afrontan los océanos y señala que la minería causa “graves impactos porque se hace en aguas internacionales donde la jurisdicción y la legislación es escasa, sobre todo porque son temáticas nuevas”.
Medio finito
Cree que es necesario parar la “creciente demanda” porque “ejercemos más y más presión sobre un medio que nos parece infinito pero que literalmente es finito y tiene unas consecuencias que nos parecen lejanas porque nos las visualizamos, pero que nos afectan directamente”.
Subraya que “los impactos del cambio climático, como la subida de la temperatura del agua, afecta a la salinidad y a las corrientes marinas, que no se ven pero sí se perciben en los patrones del clima”.
Desde Greenpeace “pensamos que las negociaciones para lograr la creación de santuarios marinos que cubran el 30 % de las aguas internacionales para 2030 es esencial para su protección”.
Sin embargo, “no se debe olvidar que el 70 % restante debe estar bajo un principio de precaución ecosistémico siempre, porque los océanos no tienen límites ni fronteras”.
Las aguas internacionales carecen de legislación estricta, de forma que las negociaciones para “legislar y proteger deben seguir a pesar del COVID-19, porque los impactos no desaparecen”.
Explica que cuando se protege una área marina, “los efectos en zonas cercanas y adyacentes y las poblaciones de peces y los hábitats son potencialmente muy positivos y se nota la recuperación en cuatro años de protección”.
Sobre las flotas
Sobre las grandes flotas asiáticas señala que han replicado lo que han hecho en el pasado otras como la rusa o las europeas, entre ellas ellas la española, “a la que le ha importado poco los efectos sobre las poblaciones a las que afectaba su actividad”.
Condena la pesca de arrastre y señala que “se debería pescar menos de lo que se está capturando actualmente” porque “estamos dejando a muchas comunidades, como en África sin recursos, cuando en Europa comemos el doble”.
Subraya la necesidad de vigilar el cumplimiento de la legislación pesquera y el de las cuotas pesqueras bajo los límites científicos y que “muchas flotas no cumplen”.
Asimismo, controlar la pesca ilegal, por sostenibilidad y porque “está relacionada con la esclavitud en barcos con pescado que muchas veces llega a Europa”.
España tiene “un gran problema con el cumplimiento de la Directiva europea de Agua” que está muy relacionado con el mar Menor, muy afectado por el cambio climático, las DANAS, las escorrentías de la agricultura que no se han controlado y han terminado contaminando las aguas.
Señala que es fundamental legislar sobre cambio climático que está aquí y afectando a espacios como el Mar Menor.
Recuerda que España ha sido denunciada por la Unión Europea por la mala gestión de las depuradoraspor incumplimiento de la Directiva de Aguas, y es uno de los países que más plásticos vierte al Mediterráneo.
Gestión holística
Cree que se debe gestionar de “forma holística los ecosistemas porque nos afecta a todos” y tener normativas que amplifiquen la protección y tengan el cuidado el principio de precaución ecosistémico frente a intereses económicos de ciertos sectores.
Hay una relación tierra océano que nos afecta a todos. Las políticas deben aplicarse a largo plazo que beneficien a los ecosistemas y a la población”.
Hay lugares en la Tierra, como el Ártico, que deberíamos proteger y no permitir la explotación, la navegación o el turismo.
Recuerda, por último, que los plásticos no son una solución para el COVID-19 , porque las mascarillas tardan entre 100 y 300 años en degradarse, y se debería optar por artículos que se puedan reutilizar. EFEverde
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