30 de noviembre de 2021

Ansiedad climática: ¿Sabés de qué se trata?

 por  | Nov 23, 2021 | Blog, Noticias y Actualizaciones | 0 Comentarios

¿Has escuchado hablar del término “ansiedad climática”? Este término “nuevo” hace referencia a una problemática presente en nuestras sociedades hace mucho tiempo. 

Se trata de la preocupación, la frustración, el dolor e incluso la ira asociados a la realidad de la crisis climática y al constante fracaso de los gobiernos a la hora de actuar con la urgencia que requiere.

Ante la constante frustración por la falta de políticas públicas correctas para superar la crisis climática, muchas personas están sufriendo trastornos de ansiedad y problemas de salud mental 

Según un estudio publicado por Avaaz, “casi la mitad de los jóvenes encuestados a nivel mundial (45%) asegura que la ansiedad relacionada con el cambio climático está afectando su vida cotidiana: la forma en la que juegan, comen, estudian y duermen”.

Además, evaluaron que “7 de cada 10 (75%) encuestados cree que ‘el futuro es aterrador’”, porcentaje que se eleva al 81% en los jóvenes de Portugal y al 92%, en Filipinas.

“El 58% expresó que los gobiernos están ‘traicionándoles a ellos y/o a las futuras generaciones’, mientras que el 64% dijo que sus gobiernos no están haciendo lo suficiente para evitar una catástrofe climática”.

Finalmente, “4 de cada 10 jóvenes (39%) dice que ahora tienen dudas acerca de tener hijos”.

¿Qué te producen estas cifras? ¿Te sientes identificado con estas realidades?

La intención de noviembre de la Red Mundial de Oración por el Papa nos invita a detenernos en este tema: “Recemos para que las personas que sufren de depresión o agotamiento extremo, reciban apoyo de todos y una luz que les abra a la vida”. 

En el Video del Papa, Francisco menciona que “el fuerte agotamiento mental, emocional y afectivo” que sufren muchas personas los conduce a una tristeza, apatía y cansancio espiritual que terminan por dominar su vida.

Por eso, anima a estar cerca de estas personas, incentivarlas a un acompañamiento psicológico y aliviarlas con la palabra de Jesús: “Venid a mí los que estáis fatigados, y yo os daré descanso”. 

10 de noviembre de 2021

¿Qué podemos salvar del cambio climático?

 En las décadas de lucha contra el cambio climático, ha habido momentos en los que parecía que llegábamos a un punto de inflexión. Por ejemplo, con el aplaudido tratado firmado en 1992 en Río de Janeiro, en el que las naciones del mundo se comprometían a tomar carta en el asunto; o cuando en 2015, tras intensas deliberaciones, los líderes mundiales se comprometieron en París a poner en marcha planes nacionales para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero. Pero, pese a estas promesas, este tipo de emisiones han seguido creciendo a nivel global, por lo menos hasta 2020, cuando cayeron un 7 por ciento como consecuencia de la reducción del uso de combustibles fósiles durante los confinamientos a causa de la COVID-19.

A pocas semanas de un nuevo encuentro internacional, esta vez en Glasgow (Escocia, Reino Unido), que pretende reducir las emisiones de carbón, parece que el Congreso de Estados Unidos está planteándose poner en marcha un enorme proyecto legislativo para atajar el cambio climático.

En España, el Gobierno decretó en enero de 2020 la Emergencia Climática, según anunció, para "lograr un proyecto de futuro común, más justo y equitativo, que aproveche las oportunidades de la transición ecológica mediante políticas públicas trasversales, que pongan al ciudadano en el centro". Parece que ese proyecto se dio de bruces con la pandemia.

Pero para algunos, parece que la cosa sí que podría estar cambiando, por lo menos a nivel social. A finales de septiembre, una encuesta de la Universidad Yale/George Mason encontró que, por primera vez, una mayoría de estadounidenses creían que el cambio climático les estaba haciendo daño a sus compatriotas. Puede que un año con episodios climáticos extremos y mortales pudiera haber influido en este cambio de opinión.

La reportera medioambiental de National Geographic Alejandra Borunda y yo hemos hablado con dos expertas sobre si 2021 será un verdadero punto de inflexión tanto para la opinión pública como para la toma de acciones. Katharine Hayhoe es una científica climática en la Universidad Texas Tech (EE. UU.), científica jefa de Nature Conservancy y autora de Saving Us, un libro sobre como hablar de cambio climático.Katharine Wilkinson es una exitosa escritora sobre el clima y co-editora de All We Can Save, un libro de ensayos sobre clima escritos por mujeres.

Kunzig:

Alejandra, este año, el clima no ha parado de encontrar nuevas formas de asustarnos.

Borunda:

No es más que la continuación de una tendencia hacía situaciones cada vez más extremas. Aquí en California, nos dimos cuenta enseguida que posiblemente estuviéramos ante un año muy seco y muy caluroso. Veíamos como se secaban los ríos. Como las crías de salmón se morían. Como los pozos dejaban de dar agua. Cuando llegó el calor, vino acompañado de olas de calor sin precedentes en la costa noroeste. Después, por supuesto, empezaron los incendios, que es otro fenómeno al que nos hemos acostumbrado.

Y eso es solo en el oeste de Estados Unidos. Este tipo de cosas están ocurriendo en todo el planeta: inundaciones devastadoras en Europa que dejan centenares de heridos, que también vemos en China; el huracán Ida, cuya devastación fue desde el Golfo de México hasta la costa noreste de Estados Unidos. Como periodistas medioambientales, cada año damos cuenta de los desastres.

Kunzig:

Todo empezó, no lo olvidemos con un invierno extraordinario en Texas. ¿Cómo fue eso Katharine Hayhoe?  

[En España el temporal Filomena puso en jaque a todo el país]

Hayhoe:

Lo que no fue normal fue que hiciera tanto frío durante tanto tiempo. Hay veces que nieva donde yo vivo en Texas, pero normalmente no tenemos una nevada tan intensa durante tanto tiempo. Todo el mundo lo notó. Enseguida se politizó, cuando el gobernador salió en televisión diciendo: "Oh, se han congelado todos los molinos de viento. Por eso no tenemos electricidad". Cuando pasó la emergencia se vio que fue un problema con el gas natural lo que falló, no los molinos eólicos.

Lo que los científicos estamos empezando a poder hacer es dar cifras de cómo ha empeorado el cambio climático este tipo de episodios. Los números son terroríficos. Con las inundaciones mortales de Alemania, los estudios indicaron que era nueve veces más probable que ocurrieran debido al cambio climático. Con los incendios, y con las olas de calor en el oeste, esas posibilidades se disparan a 150 veces debido al cambio climático.

Con las heladas invernales, sabemos que como el Ártico se está calentando el doble de rápido que el resto del mundo, está afectando al vórtice polar. Por lo que ahí también hay una conexión. Por eso, en mi opinión, la mejor manera de hablar sobre lo que está pasando no es calentamiento global sino "extrañamiento" global. No puedes vivir en ningún lugar del mundo sin reconocer que las cosas se están enrareciendo. 

Kunzig:

El clima extremo también fue uno de los focos del nuevo informe publicado este verano por el Panel Intergubernamental del Cambio Climático, el IPCC [en sus siglas en inglés].

Hayhoe:

El primer informe del IPCC se publicó en 1990. Desde entonces, ha habido seis informes de evalución. Cada uno es una colección de toda la ciencia que se ha hecho en ese tiempo, revisada por miles de científicos de todo el mundo, al igual que por entidades gubernamentales. Por lo que es la voz más autorizada sobre lo que está pasando.

El último informe dice que el cambio climático es real y [está causado por] los humanos. Qué hay de nuevo en esto: la humanidad nunca ha vivido un cambio tan rápido como el que se está produciendo ahora. Está afectando todos los aspectos de nuestra vida, siendo el más obvio los eventos extremos. El futuro está en nuestras manos. Nuestras decisiones serán lo que más impacto tenga en lo que ocurra en el futuro. Todos los años cuentan, cualquier calentamiento suma, cualquier decisión importa.

Kunzig:

Katharine Wilkinson, en el pasado has hablado de "un gran despertar". ¿Lo estás viendo?

Wilkinson:

El aumento de la intensidad de los episodios climáticos extremos va de la mano con lo que estamos viendo en la opinión pública, pero también, y más importante, la implicación pública. Nadie quiere despertarse de un letargo de esta manera, con los científicos bramando, pese a su tono bajo, con tormentas arrasando, perdiendo electricidad o la devastación de toda una ciudad. Y, aun así, estas están siendo las causas del despertar. Lo que yo estoy captando es que cada vez más gente está preguntando: "¿Qué puedo hacer? ¿Cómo puedo ayudar"

Huracán Ida en Luisiana

Es a la vez un momento aterrador para vivir en este planeta y un momento extraordinario para estar vivo. Porque tenemos tanto poder. Creo que muchos de nosotros nos sentimos muy pequeño ante la crisis climática, pero podemos hacer tanto. Por eso, ahora, gran parte de mi trabajo se centra en realmente intentar ayudar a la gente a superar [cómo] pueden participar en esta gran transformación.

Hayhoe:

Yo también estoy sintiendo que está cambiando la corriente. Primero, porque estamos viendo [al cambio climático] desarrollarse y afectar nuestras vidas. Pero también vemos que las soluciones están ahí. Las soluciones no están destruyendo la economía ni llevándonos de nuevo a la Edad de Piedra. Las soluciones son energías limpias que limpian nuestro aire y nuestras aguas y nos dan más trabajos rurales que los combustibles fósiles. Las soluciones están haciéndonos volver a algunas maneras de hacer las cosas que ya teníamos, que tienen mucho más sentido y nos hacen mejores garantes de nuestros recursos. Cuando tenemos estas conversaciones sobre cambio climático, en lugar de embotar la cabeza de la gente con datos científicos, lo que realmente conecta con las personas y cambia sus mentes es ayudarles a ver cómo los riesgos les afectan personalmente y cómo las soluciones tiene beneficios inmediatos hoy.

Kunzig:

La pandemia ha demostrado como las cosas más sorprendentes se pueden politizar.

Hayhoe:

El negacionismo climático es solo un ingrediente en un guiso de temas tóxicos. La gente no se despierta una mañana y piensa: "¡Oh! Hoy voy a negar el cambio climático, una ciencia que conocemos desde desde 1850". Se despiertan por la mañana y miran su muro de Facebook para ver lo que están diciendo la gente con la que están de acuerdo, la gente que conocen, la gente de la que se fían. Escuchan a su periodista de referencia, su informativo favorito. Lo que escuchan es una letanía de "si somos este tipo de personas, esto es lo que tenemos que pensar de inmigración, Rusia, COVID, mascarillas, vacunas... y cambio climático".

 El mejor predictor de si estamos dispuestos a llevar mascarilla o vacunarnos es saber en que parte del espectro político nos encontramos. ¿Y sabes una cosa? Eso es exactamente lo que ocurre con el cambio climático.

Kunzig:

Katharine Wilkinson, usted y Ayana Johnson co-editaron un libro de ensayos sobre el clima por un grupo diverso de mujeres.

Wilkinson:

La mayor parte de la conversación climática ha sido moldeada por hombres blancos. Sabemos que necesitamos reunir el equipo más grande y más fuerte que podamos y necesitamos un caleidoscopio de perspectivas. Para mi ha sido maravilloso oír a mujeres jóvenes que cogían el libro y decían: "Me daban temblores cuando leía el primer ensayo porque tuve un sentimiento de pertenencia y me sentí empoderada"."

Para realmente conectar con las personas a nivel humano tenemos que poner nuestros corazones y empatía en nuestras historias.

Hayhoe:

Con el cambio climático, estamos sobreexpuestos a historias apocalípticas que tienen poco que ver con nosotros y nos distanciamos de ellas. Pensamos: "Bueno, no puedo hacer nada por salvar a los osos polares". En realidad, [necesitamos] historias sobre cómo nos está afectando [el cambio climático], de manera que nos podamos identificar con ellas, y después historias sobre todas las soluciones alucinantes que se están desarrollando.

No está solo en manos de los medios de comunicación. Esta en las manos de todos nosotros. Porque la única manera en la que se ha cambiado el mundo es cuando la gente corriente lo ha decidido. No las personas famosas o poderosas. La razón por la que ya no tenemos esclavitud, la razón por la que las mujeres pueden votar, la razón por la que se aprobó la Ley de Derechos Civiles, es porque la gente corriente decidió que el mundo tenía que cambiar.

Nos tenemos que activar todos. Obviamente, sino pensáramos que hubiera un riesgo, ¿por qué haríamos nada?

Wilkinson:

La verdad es que quemar combustibles fósiles nos ha metido en este lío, y hay gente en el poder que se quiere asegurar de que sigamos quemando combustibles fósiles durante el mayor tiempo posible. Este tipo de responsabilidad creo que es importante, porque sino la gente dice: "¡Dios mío! El cambio climático es malo. Es algo que está ocurriendo". No, es algo que se está haciendo. 

Muchos días, puede no sentirte muy optimista. Puede no que sientas mucha esperanza. Pero, puedes tener el coraje de seguir dando un paso tras otro e intentar ser parte de la solución. Creo que la manera de mantener el coraje es estando conectados. Porque tenemos mucho trabajo por delante y necesitamos muchas, muchas más manos para ayudar a hacerlo.

Kunzig:

¿Que han visto este año que les haya inspirado?

Borunda:

Informar sobre las sombras en Los Ángeles. Dónde están, que accede a ellas. Hay algunas comunidades que tienen toneladas de árboles y espacios preciosos y frescos y otras comunidades que tienen muy pocas. Una de las mejores cosas que pude hacer fue pasar mucho tiempo con gente intentando solucionar el problema. Gente joven de las comunidades que está plantando árboles, que decían: "Estoy haciendo algo aquí. En un sitio que me importa. Por gente por la que me preocupo. Por mi abuela que va andando hasta el autobús bajo un sol de justicia".

Hayhoe:

El año pasado, durante la pandemia, hubo una feria de ciencia virtual. Un equipo de escolares de 11-12 años Lubbock, Texas, la ciudad donde vivo y que es la segunda ciudad más conservadora de EE. UU., ganaron, en su categoría a nivel nacional, con un proyecto que se fijaba en cómo devolver el carbón de nuevo a la tierra. Se llamaban a si mismos Carbon Keepers [Guardianes del Carbón] y desarrollaron un programa para contactar con agricultores locales sobre agricultura de siembra directa y métodos de agricultura regenerativa. Si un escolar de 12 años de Lubbock, Texas, puede marcar la diferencia con soluciones climáticas, puede crear conciencia, incluso hacer llegar a la gente el concepto de que los agricultores pueden ser héroes cuando cuando hablamos de soluciones climáticas. Si ellos lo pueden hacer, ¿por qué no todo el mundo puede?

Después me fijo en la macro escala. El hecho de que, durante la COVID en 2020, el 90 por ciento de la nueva energía instalada en el mundo ha sido energía limpia. Te das cuenta de que las acciones climáticas no son un monolito en la parte baja de una montaña con una pendiente imposible con solo unas pocas manos para subir la cuesta. Ya tiene a millones de manos trabajando en ello, empujando el monolito, que ya se mueve en la dirección correcta. Simplemente necesitamos más manos.

Esta conversación ha sido editada y recortada para mayor claridad.

Este artículo se publicó originalmente en inglés en nationalgeographic.com.

SEO/Birdlife: Occidente ha externalizado el coste ambiental de su modo de vida

 Howell subrayó que “se alza la voz para criticar a los gigantes como Estados Unidos, China, India, Brasil o Indonesia” pero “es muy importante” reconocer, por ejemplo, “la dependencia que tenemos en Occidente de productos baratos importados desde China”.

De este modo, el experto británico en energía y clima de SEO/Birdlife advirtió que “hemos exportado la fabricación de productos a China para luego comprárselos” teniendo en cuenta que “no pueden afrontar semejante volumen productivo con energía 100 % renovable”.

Según Howell, “se trata de la cara más cruda de la globalización” que provoca que “muchas empresas y Gobiernos vayan a la búsqueda de países con gobernanza más débil y recursos lucrativos” donde “es fácil instalarse para explotarlos”.

Este hecho está vinculado con “siglos de colonialismo por parte de las potencias occidentales”, ya que “Europa arrastra una historia de extractivismo colonial que ha frenado el desarrollo democrático en los países en los que se ha instalado”, denunció Howell.

Reducir emisiones y omisiones

En España, la Ley de Cambio Climático aprobada el pasado mes de mayo “incluye la figura de un comité independiente de expertos que asesore al Gobierno sobre cómo y cuándo reducir emisiones”, pero “aún no está definido; tenemos que reducir las emisiones pero también las omisiones”.

Howell consideró este hecho “una omisión muy importante en España”, ya que “supone un vacío importante el no contar con dicho comité independiente de personas expertas en cambio climático que asesore al Gobierno español”.

El experto en energía y clima de SEO/Birdlife advirtió que España “tiene un sector académico muy potente en muchos frentes” pero “proponer la idea de un comité independiente nombrado por el Gobierno levanta sospechas”.

“Ahí está el quid de la cuestión”, señaló Howell porque “la pandemia nos ha enseñado la importancia de tener un sector académico independiente que aporte conocimiento como base para la toma de decisiones políticas”.

El papel del anfitrión británico

Boris Johnson, primer ministro de Reino Unido, país que acoge la COP26, “es un personaje al que no le faltan ni energía ni ganas para impulsar la transición energética”, pero “no sé si de verdad ha captado el mensaje o si lo hace para reforzar su figura”, sobre todo después de que “la diplomacia británica haya perdido credibilidad después del Brexit”.

Howell no duda de su intención de “impulsar grandes acuerdos en esta COP” pero, a nivel doméstico, “pasan muchas incoherencias”.

En el Reino Unido “falta mucho para transformar el sistema de transporte público en algo asequible y funcional para todos los británicos” y “aún queda lejos la meta lograr la eficiencia energética de los edificios”, así como “la reforma del sistema productivo del sector agroganadero”.

Sin embargo, “una consecuencia curiosa del Brexit es que el Reino Unido ha salido de la Política Agraria Comunitaria (PAC) de la Unión Europea” y por lo tanto “puede empezar con una hoja en blanco para poder desarrollar su sistema agrario”.

Otro aspecto positivo es que la Ley de Cambio Climático aprobada por el Gobierno británico “estableció un comité independiente de expertos para mejorar la gobernanza climática que señala los plazos y objetivos para hacer efectiva la reducción de emisiones en tiempo y forma”.

Este comité “no solamente asesora y apoya al Gobierno de Johnson” en su tarea de señalar los posibles escenarios, sino que “evalúa y critica si los presupuestos generales no van en buena dirección para cumplir los objetivos marcados” por el Ejecutivo. EFEverde

El reloj del cambio climático calcula que quedan 10 años para alcanzar la temperatura que debemos evitar

 


Imagen para el artículo titulado El reloj del cambio climático calcula que quedan 10 años para alcanzar la temperatura que debemos evitar
Captura de pantalla: Climate Clock

El problema del cambio climático es que sus efectos a menudo son complicados de apreciar de una manera clara. La ciencia está de acuerdo en que hay que evitar a toda costa que la temperatura del planeta suba 1,5 grados Celsius sobre los niveles previos a la revolución industrial, pero ¿Cuánto tiempo nos queda? Este reloj se ha encargado de calcularlo.

El Reloj del Clima no es exactamente un proyecto nuevo. Se puso en marcha nada menos que en 2015 con motivo de la cifra de 1,5 grados Celsius acotada como límite en los Acuerdos del Clima de París. La cuestión es que los últimos ajustes correspondientes a 2021 nos acaban de quitar un año entero del tiempo restante para alcanzar la cifra tras la que, según los científicos, ya no hay marcha atrás. Ahora mismo nos quedan 10 años y cinco meses para llegar a 1,5 grados de calentamiento, pero no conviene olvidar que este reloj no calcula el tiempo real, sino el tiempo en función de las emisiones. Si estas suben, el tiempo se agota más rápido como acaba de pasar. Si bajan, ganamos tiempo.

¿Por qué hemos perdido un año entero? La pandemia de Covid-19 supuso un parón en las emisiones de dióxido de carbono, pero ahora que la enfermedad está más controlada han vuelto a subir, y lo han hecho tan rápido que se espera que a finales de este año vuelven a niveles de 2019.

El reloj del clima ha mejorado mucho su funcionamiento desde que arrancó en 2015. Ahora mismo usa tres fuentes de datos diferentes para funcionar. La primera es el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC por sus siglas en inglés), que a su vez se basa en el índice global de calentamiento. El segundo es el índice de emisiones del Global Carbon Project calculado en los últimos cinco años. Finalmente, el reloj tiene en cuenta algo llamado Presupuesto de carbón restante, que es el dióxido de carbono que emitiríamos si no estuviéramos intentando lograr ese objetivo de reducir la temperatura.

En una década pueden cambiar muchas cosas, algunas para bien, pero la última cumbre sobre el clima ni siquiera ha llegado a un acuerdo sobre las emisiones de metano provenientes de la ganadería. Países que son grandes productores en este sentido como Australia o Rusia no han querido comprometerse a reducir las emisiones de metano, así que me vais a perdonar si no soy muy optimista sobre el tiempo que nos queda. Eso sí, los políticos sí que quieren que se cumplan los objetivos, y para ello han tirado una monedita a una fuente. [Science Alert]

SOBRE EL DINERO INVERTIDO PARA FRENAR AL CAMBIO CLIMÁTICO

 

Muchos opinan que luchar contra el cambio climático no es cuestión de dinero y sí de actitud individual, aunque está claro que las acciones de cada uno depende de las políticas impuestas, de las normas establecidas y de las campañas de comunicación que se realicen.

Lo que está claro es que no podemos seguir ignorando una realidad cada vez más palpable, no podemos seguir siendo dinosaurios pagando para que sigan construyéndose asteroides, por lo que es importante actuar antes de que nuestros hijos se «coman el marrón» que estas últimas generaciones hemos ido creando.

Uno de los estudios más interesantes realizados sobre este tema es el que leí hace unos días en la BBC. En él se comentan algunos puntos importantes:

– Las naciones que han agregado más CO2 a la atmósfera no son aquellas donde más se sienten sus impactos. Hay falta de agua en las islas de Fiji, por ejemplo, y se están realizando muchas acciones para intentar sobrevivir.

– Las naciones ricas se comprometieron en 2009 a proporcionar 100 mil millones de dólares al año para luchar contra el cambio climático, aunque aún no se tiene claro quién debe pagar la factura o cómo se debe gastar el dinero. Hasta ahora los números están lejos de esas cifras, tal y como se aprecia en la imagen inferior de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). No se espera que la cifra de 100 mil millones se alcance hasta 2023.

– La mayor parte del dinero provino de los gobiernos, pero las donaciones de empresas privadas son muy importantes.

– Japón, Alemania y Francia son los que más dinero han donado para acciones referentes a la lucha contra el cambio climático. Otros países más ricos, como Australia, Suiza o Noruega, han donado muchísimo menos. De los que han donado menos, Australia y Canadá son los que más contaminan. En la BBChay una gráfico de burbujas donde el tamaño de la misma indica lo que cada país contamina. Cuando más arriba está, más dinero ha dado, cuanto más a la derecha, más rico es el país.

– Muchos países cuentan como inversión en este tema proyectos que pueden no estar muy definidos con «lucha contra el cambio climático»

– La mayor parte de la financiación climática no se ha destinado a los países de ingresos más bajos. Mucho de ese dinero se otorgó como un préstamo que hay que devolver, no como una subvención.

Hay proyectos de todo tipo, desde uno que apoya la energía renovable en Nigeria, a otro que permite la creación de un proyecto en Yemen para apoyar medios de vida resilientes y seguridad alimentaria.

Estamos dando pasos de ciego, cerrando contratos y dando dinero en proyectos que no sabemos si tendrán efecto en el cambio climático, pero por lo menos estamos dando pasos, y eso no es una mala noticia.


La lucha contra cambio climático toma fuerza bajo el liderazgo de las mujeres

 Figuras como la de la sueca Greta Thunberg, la keniana Elizabeth Wathuti, la costarricense y artífice del Acuerdo de París, Christiana Figueres; o la actual secretaria ejecutiva de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, la mexicana Patricia Espinosa, se han convertido en referentes de esta batalla mundial en la que las mujeres son, a la vez, las más perjudicadas.

Detrás de ellas hay muchas otras mujeres liderando proyectos de transformación verde en diversos países como Chile, Perú o Costa Rica, redactando informes sobre la situación de ecosistemas en peligro que se analizan en reuniones de alto nivel o protegiendo territorios desde el ejercicio de la defensa de los derechos humanos y de la naturaleza.

“Hay muchas líderes tratando de proponer soluciones ante uno de los grandes retos que vamos a tener como humanidad en los próximos años. Pero recordemos que ya hace 30 años que muchas mujeres empezaron a trabajar estos temas de una manera integral”, asegura la especialista de género, ambiente y cambio climático del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) en América Latina, Andrea Quesada.

La especialista, en declaraciones a EFE, nombra a Gro Brundtland, ex primera ministra de Noruega artífice del término “desarrollo sostenible” en 1987; a la keniana Wangari Maathai, la primera africana en recibir el Premio Nobel de la Paz en 2004 por “su contribución al desarrollo sostenible y a la democracia”, y a la líder indígena Berta Cáceres, asesinada en 2016 por su lucha por los derechos humanos y el medioambiente en Honduras.

“Muchas de estas nuevas líderes están en las ramas de los árboles que sembraron estas mujeres tan transformadoras en su momento y lo más interesante es que se mantiene la diversidad de voces”, agrega Quesada.

LA FUERZA DE LÍDERES INDÍGENAS

La indígena waorani Nemonte Nenquimo es una de esas nuevas líderes. Ella recuerda que su amor por la naturaleza y su lucha para mantener “a salvo” su territorio se inició desde muy pequeña.

“Nosotros vivimos de la selva, de la pesca, de la cacería y de la tierra. Nuestra Amazonía está llena de diversidad, de vida, y por eso la respetamos. Pero el mundo occidental no lo entiende, para ellos es pura zona verde”, dice a Efe la ecuatoriana que ha encabezado una campaña para evitar que las petroleras se instalen en su comunidad, ubicada en la provincia amazónica de Pastaza.

Alzar su voz la llevó a ganar en 2020 el Premio Medioambiental Goldman, considerado el “Nobel” de medioambiente. “Yo soy una mujer waorani y siento en colectivo. Ese reconocimiento es para las miles de mujeres en el mundo que están defendiendo la vida, el territorio, la Amazonía. Esas mujeres están dentro de mí y gracias a eso puedo dar la cara”.

“No es fácil esta vida, pero ese reconocimiento me hizo sentir fuerte e inspirada para seguir construyendo un futuro con todas estas mujeres que estamos protestando”, señala la activista, quien agrega que junto a otras mujeres trabaja en un proyecto de seguridad alimentaria para que más personas dependan de los frutos que dan esas tierras.

Aunque ha estado en varias cumbres internacionales, Nenquimo es muy crítica con los acuerdos que en estas se hacen y admite que, aunque estuvo invitada a la COP26, no fue porque “no quería volver sin nada”.

“Hay muchos foros y organizaciones que hablan de fondos verdes, pero no invierten todo ese dinero. Solo nos dan un porcentaje mínimo y lo demás para ellos (sic). Mejor que esos líderes vengan a conocer lo que defendemos, que luchen con nosotros”, reitera.

CADA VEZ MÁS MUJERES ALZAN LA VOZ

Al igual que Nenquimo, Alexandra Narváez, líder de la comunidad cofán de Sinangoe, trabaja día a día para que las empresas mineras no entren a su territorio, ubicado en la Amazonía ecuatoriana. Ella es guardiana de la comunidad, un puesto que históricamente ha sido ocupado por hombres.

“Fui la primera que pidió unirse al grupo de guardias para hacer recorridos y cuidar el territorio. Al principio fue muy duro, recibí muchas críticas, pero tuve el apoyo de mi familia”, recuerda en conversación con la Agencia EFE.

Ahora es la presidenta de la asociación de mujeres y a ella se han unido otras de su comunidad para continuar con la tarea. “Ahora ya hay mujeres y niñas que dicen que quieren liderar y cuidar su territorio. Creo que estoy dejando una semilla para el futuro”, afirma.

Narváez dice que los efectos del cambio climático se sienten cada día más. “Se desborda el río, tampoco podemos ir a recolectar los frutos para hacer artesanías o comer. No podemos permitir que esto se destruya, esto es algo que no solo nos afecta a nosotras como indígenas, sino que afecta a todo el mundo”.

Desde el PNUD, asegura Andrea Quesada, están tendiendo puentes entre las necesidades de las mujeres indígenas y rurales y los gobiernos, con el objetivo de desarrollar proyectos que no solo contribuyan a la sostenibilidad de la vida en territorio sino también al empoderamiento de más mujeres que puedan salir a la escena pública a defender la naturaleza. EFE
cbs/mbg.fch