30 de agosto de 2023

La extraña manera en que nuestros desechos están matando a los corales

 


arrecifes de coral
CORTESÍA DE LA UNIVERSIDAD ESTATAL DE ARIZONA

¿Sabes cómo se construyen las playas de Hawái?

El pez loro, con su boca llena de dientes en forma de pico, parece a primera vista el animal más ridículo de los arrecifes de coral de Hawái. Pero los arrecifes no serían lo mismo sin este animal, que mordisquea las algas de crecimiento rápido de los corales. Este pastoreo marino permite que la luz solar llegue a las algas simbióticas que viven dentro de los pólipos de coral, permitiéndoles así producir energía. En el proceso, el pez loro roe parte del esqueleto de carbonato de calcio del coral y lo expulsa en forma de arena, unos 800 kilos al año por pez. Y así es como se construyen las famosas playas de Hawái.

Los residuos de la humanidad están acabando con los corales

Pero esta intrincada relación entre las especies de los arrecifes se ve ahora amenazada por los residuos humanos. Las ciudades hawaianas cuentan con una infraestructura centralizada de tratamiento de aguas residuales, pero el estado también tiene unos 88,000 pozos ciegos, que vierten fácilmente las aguas residuales al mar. Además, los fosos sépticos retienen los desechos humanos sólidos, pero liberan un líquido rico en nitrógeno. Todo esto estimula las algas; es similar a la forma en que el escurrimiento de las granjas que utilizan fertilizantes nitrogenados puede causar floraciones en los cursos de agua cercanos. Entonces, si no hay suficientes peces herbívoros en la costa hawaiana debido a la sobrepesca, no hay nada que mantenga a raya la materia verde. Asfixia a los corales, privándoles de energía, e impide que las crías de coral se arraiguen.

Este ecosistema ya está amenazado por el aumento de la temperatura del océano. Cuando los corales se estresan, liberan las algas simbióticas que les dan energía y color. Este fenómeno se denomina blanqueamiento.

En un artículo publicado hoy en la revista Nature, los científicos muestran cómo los peces herbívoros y las aguas limpias mantienen el equilibrio de este sistema. Utilizando casi dos décadas de datos, demostraron que los arrecifes hawaianos sanos, con aguas más limpias, abundancia de peces loro y otros peces “raspadores”, se defendieron mucho mejor durante una feroz ola de calor marino que los arrecifes con menos peces raspadores, más aguas residuales humanas y otros tipos de contaminación costera. El modelo de los investigadores sugiere que si se reducen las amenazas humanas en tierra y mar, en lugar de limitar el daño a una u otra, los corales y sus parientes tendrían entre tres y seis veces más probabilidades de volver a crecer cuatro años después de una perturbación como una ola de calor.

Pez loro princesa

Pez loro princesa en arrecifes de coral frente a Bonaire.

 
GETTY IMAGES

"Incluso con una ola de calor severa en 2015, el 20% de esos arrecifes que estaban en aguas más limpias con los peces herbívoros no solo superaron el calor, sino que algunos mejoraron", según el ecólogo de la Universidad Estatal de Arizona, Greg Asner, coautor del estudio, y quien dirige el proyecto de cartografía de arrecifes, Allen Coral Atlas. "Hay vastas áreas con el mismo problema en todo el planeta. Lo que significa que, mientras nos centramos en los efectos del cambio climático sobre los arrecifes de coral (cosa que debemos hacer, y no me malinterpreten, es fundamental), el otro problema que está acabando con los arrecifes son las aguas residuales y la contaminación costeras. Es un problema global, sin duda".

Entre el cambio climático y los residuos humanos

Este estudio analizó 120 millas (más de 193 kilómetros) de costa hawaiana entre los años 2003 y 2019. Asner y sus colegas recopilaron datos sobre las temperaturas del mar y estudiaron los arrecifes, calculando, por ejemplo, cuánta biomasa representan los peces. En tierra, calcularon la cantidad de escurrimiento urbano en una zona determinada, es decir, toda la suciedad que se desprende de las calles, incluido el aceite de motor y otras sustancias químicas nocivas. También calcularon los efluentes de las aguas residuales y, por tanto, la cantidad de nitrógeno que podría ir a parar al mar. "El problema número uno que tenemos, de todos los problemas terrestres, son los residuos humanos que van a parar al océano", opina Asner. "Tenemos una cantidad ridícula de contaminación por aguas residuales que generan los hogares individuales", aclara.

Y no contaron la cantidad de productos farmacéuticos que pasan por el cuerpo humano y llegan a las aguas residuales a través del alcantarillado. Los científicos acaban de empezar a estudiar cuáles de esos fármacos podrían tener efectos adversos en los corales, refiere Asner, por lo que ese aspecto requiere más investigación.

antena de arrecife de coral desde la costa

Una costa hawaiana.

 
CORTESÍA DE LA UNIVERSIDAD ESTATAL DE ARIZONA

El aumento del calor está asestando un duro golpe a un sistema ya tenso por la contaminación y la sobrepesca. "En 2015 tuvimos una llamada de atención masiva. Llegó la primera, y hasta ahora mayor ola de calor marino, y cocinó nuestros corales durante más de 12 semanas. Perdimos hasta el 50% en algunas zonas, y más del 25% en general", explica Asner. "La combinación de los tres (la contaminación, los peces poco herbívoros y el calor) no es aditiva, sino multiplicativa. Provoca un gran deterioro de la salud del arrecife en esas olas de calor".

Olas de calor más intensas y frecuentes

Y esas olas de calor son cada vez más terribles. Investigaciones anteriores han demostrado que en 2014 la mitad de la superficie del océano registraba temperaturas que antes se consideraban extremas, lo que significa que el calor extremo es ahora la nueva normalidad. Desde marzo, las temperaturas globales de la superficie del mar se han disparado, especialmente en el Atlántico Norte. A finales del mes pasado, las temperaturas en Florida alcanzaron los 101 grados, lo que provocó el blanqueamiento masivo de los corales.

"Es un momento verdaderamente aterrador para los océanos de todo el mundo, aquí en Estados Unidos y en muchos otros lugares que están experimentando temperaturas récord", indica Tom Dempsey, director del programa de océanos de Nature Conservancy. Dempsey no participó personalmente en el estudio, pero Nature Conservancy colaboró en la investigación. Nos enfrentamos a una serie de retos realmente desalentadores. Y creo que lo emocionante de este documento es que establece un plan de acción".

Ese plan consiste en que las regiones costeras de todo el mundo mejoren rápidamente la gestión de sus aguas residuales. Menos nitrógeno en los ecosistemas de arrecifes significará menos nutrientes que alimenten la incesante proliferación de algas.

En otras palabras, la conservación de los arrecifes no consiste solo en solucionar los problemas marinos, como reducir la sobrepesca para proteger a los operadores críticos del ecosistema, como el pez loro. Con demasiada frecuencia, sobre todo en la conservación y en la gestión de los recursos en Occidente, hemos creado compartimentos estancos que impiden una actuación global, completa y eficaz", destaca Dempsey, "tendemos a pensar en el pescado como un problema alimenticio y en las aguas residuales como un problema de salud humana. Pero todas estas cosas están conectadas con el arrecife, y el arrecife está conectado centralmente con la salud de las comunidades humanas y la de nuestro planeta."

Artículo originalmente publicado en WIRED. Adaptado por Mauricio Serfatty Godoy.


Estudio mencionado en este artículo: