6 de octubre de 2025

¿Podemos atajar el problema de la contaminación por plásticos sin prescindir totalmente de ellos?

 Las propiedades del plástico, como su ligereza, resistencia y características aislantes, hacen de él la primera opción para numerosos usos, por lo que se ha convertido en un material omnipresente hoy en día. Sin embargo, es el origen de diversos problemas ambientales; por ejemplo, al ser ingerido por animales en el medio natural. Pero ¿cómo podemos abordar esta situación sin prescindir totalmente de él?

Microplásticos y componentes tóxicos

Generalmente, el plástico tarda cientos de años en degradarse, pero las condiciones ambientales hacen que se desmenuce formando pequeñas partículas denominadas microplásticos. Este material está compuesto por un polímero, normalmente inerte, y aditivos, como los pigmentos y los plastificantes, que sirven para mejorar sus propiedades, pero que suelen dificultar el reciclado.

Algunos de estos aditivos son tóxicos. En ese caso, la legislación puede limitarlos, como ha ocurrido con algunos ftalatos (plastificantes) para tetinas y chupetes en muchos países. No obstante, la presencia de algunos componentes debería controlarse más, como el bisfenol A, prohibido ya en la Unión Europea, pero solo si tiene contacto con alimentos. 

Aunque la mayoría de los plásticos provienen del gas natural y el petróleo, no son los principales responsables de su agotamiento, pues representan alrededor del 6 % del consumo

El peor problema provocado por los plásticos es que un gran porcentaje de ellos, desechados como residuos, terminan en el medio ambiente.

Con el plástico hemos topado

En España, la concienciación sobre la necesidad de reducir el uso de este material y reciclarlo es todavía insuficiente, al igual que la gestión. Los porcentajes de residuos de envases reciclados por material en 2023 (último año con datos disponibles del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico) fueron: 79,18 % del papel, 69,81 % del vidrio y 46,15 % del plástico. El informe sobre envases de plástico de un solo uso refleja un porcentaje todavía peor: 41,3 %, lejos del objetivo establecido del 70 %.

A nivel mundial y centrándonos en los plásticos, aunque hay diferencias entre las zonas, el problema es general: se estima que solo aproximadamente el 9 % del plástico producido es reciclado

La contaminación por este material no tiene fronteras, y gran parte de los residuos termina en los océanos. Alrededor del 80 % de la basura marina está compuesta de plástico. Un reciente estudio estima que hay unas 3 200 kilotoneladas flotando, e indica que llegan al mar unas 500 kilotoneladas de plásticos por año; casi la mitad tiene su origen en la pesca.

Acumulación en el océano

Desde hace años oímos hablar de la “isla de plástico”, una expresión que no se corresponde con la realidad. La existencia de una isla de plástico sólida sería, de hecho, ideal, pues facilitaría su recogida. 

Aunque no hay tal isla, sí se localizan grandes acumulaciones de basura en los cinco grandes sistemas de corrientes marinas (o giros océanicos) subtropicales, que se encuentran en el norte y sur del Atlántico, el océano Índico y el norte y sur del Pacífico. Se trata, sobre todo, de elevadas concentraciones de microplásticos que flotan suspendidos desde la superficie al fondo marino. 

Tras analizar datos de diversos estudios, entre ellos la Expedición Malaspina 2010, el investigador Carlos Duarte y otros colegas estimaron que la cantidad de plástico que flota en la superficie del océano solo representa el 1 % de todo el que hay en los mares. Por tanto, parece producirse una pérdida de plástico que puede deberse a su fragmentación, la precipitación en el fondo y la ingesta por parte de los seres vivos, entre otras causas.

Los plásticos llegan a los océanos por distintas vías y a causa de diferentes actores. Por tanto, se pueden poner en marcha cambios para evitarlo.

Un reciente estudio señala que más del 80 % de los residuos en el Ártico son de plástico, y su origen es la pesca. En otra publicación se estimó una pérdida anual del 2 % de los equipos de pesca en el mundo. No se pretende demonizar esa actividad, pero sí señalar un sector que podría actuar mejor, existiendo ya alguna normativa e iniciativas al respecto.

Otro trabajo señala que los diez ríos con cuencas más pobladas(como el Yangtsé, el Indo y el Amarillo) transportan más del 90 % de los plásticos que llegan al mar. Si bien deducimos una pésima gestión de la basura en esas zonas, no toda es generada allí. En 2018, China prohibió la importación de residuos plásticos porque los países desarrollados se los enviaban incluso con compuestos tóxicos, pero esa exportación sigue existiendo hacia otros países, como Tailandia, Vietnam, Malasia, etc. 



Las cifras anteriores muestran que realmente el problema no lo generan solo habitantes de una parte del mundo, como a veces se interpretó malintencionadamente, sino que todos tenemos cierta implicación. Y, por tanto, todos tenemos la posibilidad de hacer algo al respecto.

Erre que erre con las tres erres

De las tres erres (reutilizar, reducir, reciclar) de la regla de la ecología, fallamos mucho a la hora de reducir. Si bien ha aumentado la concienciación de la población, necesitamos normas que obliguen a la reducción del consumo de plástico. Sirvan de ejemplo normativas europeas como aquellas que limitan los envases y residuos de envases.

Asimismo, el reciclado, escasísimo, debe fomentarse con normas, ayudas y tasas. Una medida eficaz recién implantada por 19 países europeos es el sistema de depósito, devolución y retorno de botellas de plástico y latas de bebida

El 14 de agosto de 2025 finalizó un encuentro organizado por la ONU para conseguir el primer tratado de la historia contra la contaminación de los plásticos, que fracasó. No se acordó reducir la producción, y se dejó al arbitrio de los países controlar los aditivos peligrosos y facilitar el reciclaje con el diseño. 

Para que las erres hagan efecto a nivel mundial, además, se precisa educar, legislar, invertir y ayudar a las regiones menos avanzadas en gestión de residuos, porque el beneficio de reducir la contaminación por plásticos repercutirá en todos.

Compensación con carbono azul: ¿el nuevo oro de la mitigación climática o una moda pasajera?

 El cambio climático está influyendo de un modo directo e indirecto en todos los aspectos de la vida humana a nivel global. Lo que ha derivado en que, en los últimos años, tanto en la Unión Europea como en España, se haya puesto en marcha una amplia batería de normativas ambientales.

Una de las más recientes ofrece la posibilidad de compensar las emisiones de los gases de invernadero con proyectos desarrollados en ecosistemas marinos (carbono azul), que ahora pueden sumarse a las iniciativas de absorción desarrolladas en el medio terrestre (carbono verde) que se llevan a cabo desde hace unas décadas.

El interés por desarrollar proyectos de este tipo está actualmente sufriendo un crecimiento exponencial. Pero los retos a los que se enfrenta son muchos: complejidad legislativa, ausencia de normativas específicas, incertidumbre científica, coste de los proyectos y de las certificaciones, etc. 

Todas estas barreras están retrasando la puesta en marcha de proyectos a nivel europeo y nacional, limitando todos beneficios climáticos, ecológicos y económicos que acarrean.



En 2023, la Junta de Andalucía puso en marcha el primer estándar para la certificación de créditos de carbono azuldesarrollado por una administración pública a nivel europeo. Todos los retos que ha enfrentado, y que sigue solventando, constituyen un buen ejemplo del camino que aún queda por recorrer para que esta nueva oportunidad para la mitigación climática y ambiental no acabe transformándose en una moda pasajera vacía de contenido.

El estándar andaluz: pionero en la Unión Europea

Un año después de la aprobación del estándar andaluz para la certificación de créditos de carbono azul, la Unión Europea publicó el Reglamento (UE) 2024/3012, el cual busca establecer un marco común para la certificación de absorciones de carbono en todo su territorio.

En España, la reciente aprobación del Real Decreto 214/2025también contempla ya la posibilidad de compensar con carbono azul a nivel nacional. Sin embargo, para poder hacerlo posible, las absorciones deben estar sometidas a certificación mediante un estándar reconocido. Y, a día de hoy, el único estándar existente en el ámbito nacional para este tipo de carbono es el andaluz.

Debido a la reciente aprobación de este estándar y a su novedad, ni las administraciones públicas ni los promotores privados son aun conscientes de esta nueva posibilidad de compensación. Esto explica, en parte, por qué todavía no se ha puesto en funcionamiento ningún proyecto de absorción en un ecosistema de carbono azul.

A pesar de este complejo escenario, hace algo más de un año se anunció en Cádiz la puesta en marcha del primer proyectobasado en dicho estándar. Y, recientemente, fue noticia el plan de iniciar otro proyecto de absorción de carbono azul también en salinas degradadas de la bahía de Cádiz.



Complejas barreras que sortear

El lugar donde se desarrollan estos proyectos, zonas costeras someras, presenta una alta complejidad normativa, con la participación de múltiples administraciones públicas con diversas competencias. También, estos espacios, suelen encontrarse bajo diferentes figuras de protección ambiental, retrasando y complicando los trámites administrativos. Además, se trata de áreas que se encuentran bajo la figura del dominio público-marítimo terrestre (DPMT), en el que la titularidad de las absorciones generadas tras la inversión de un promotor, ya sea público o privado, no está claramente definida.

El carbono azul tampoco está contemplado a día de hoy entre los usos y actividades autorizadas en las concesiones de estos terrenos públicos, lo que genera, desde un inicio, una barrera para su desarrollo. A este problema se suma que los distintos usos en el DPMT implican el pago de un canon, es decir, una tasa en función de la actividad realizada y de la superficie ocupada. 

El carbono azul aún no está regulado ni cuantificado como uso, lo que genera incertidumbre para los promotores, quienes desconocen cuál sería el coste anual derivado de la puesta en marcha de este tipo de proyectos. Un coste que podría oscilar entre la exención total del pago del canon o decenas de miles de euros anuales.


Muchas incertidumbres y algunas certezas

A las barreras administrativas y normativas se suman aún numerosas incertidumbres científicas. Estas se deben, principalmente, a la falta de datos y al desconocimiento sobre el comportamiento de ciertos procesos clave para la captura de carbono a largo plazo en los ecosistemas marinos restaurados.

La cuantificación tanto de la captura de carbono como de la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI) debe realizarse con rigor, garantizando además la permanenciadel carbono secuestrado durante toda la vida útil del proyecto. 

Entre otros ejemplos, la alta variabilidad espacial y temporal en los flujos de otros potentes GEI como el metano (CH₄) o el óxido nitroso (N₂O), y la respuesta que tendrán tras la implementación de estos proyectos, no está aún clara. Si estos flujos se incrementaran, por la degradación del carbono orgánico que se está acumulando, se podrían reducir los beneficios climáticos de estos proyectos. 

Por otro lado, existen reservorios de carbono poco explorados, como el carbono orgánico disuelto refractario, que, a pesar de su relevancia como secuestrador del elemento a largo plazo, aún no cuenta con suficiente investigación que respalde su comportamiento a medida que el proceso de restauración avance en el área de proyecto.

El mar: un ecosistema costoso

Otro obstáculo importante es el económico. El medio marino resulta un entorno hostil para la realización de actividades técnicas y la obtención de datos. Los proyectos en estas zonas suelen tener costes significativamente más altos debido a la necesidad de maquinaria especializada y personal altamente cualificado. Lo mismo ocurre con las campañas de toma de datos necesarias para la certificación de las capturas de carbono, cuyo coste es considerablemente superior al requerido en proyectos de carbono verde.


Los proyectos de compensación con carbono azul tienen un periodo de permanencia elevado –superior a 50 años–, y el promotor solo puede obtener créditos por las capturas que se certifiquen y verifiquen en cada ciclo de verificación. En el estándar andaluz es cada 7-8 años, lo que supone una carga económica importante que se añade a los costes iniciales de implementación y al mantenimiento del proyecto durante todo ese tiempo.

Reducir estos costes, aumentar la fiabilidad de los datos obtenidos y mejorar la solidez de las asunciones científicas dependerá de la generación de más datos, tanto a través de la financiación de investigación básica en estas temáticas emergentes como mediante la medición de datos reales a medida que se pongan en marcha nuevos proyectos. Asimismo, es necesaria una mayor coordinación entre administraciones, además de agilidad legislativa para adaptar o crear normativas de acuerdo con las nuevas necesidades y desafíos que plantean este tipo de iniciativas.

El desarrollo de proyectos de absorción en ecosistemas de carbono azul representa una gran oportunidad de mejora medioambiental y económica para la sociedad. Una que va más allá de la lucha contra el cambio climático: se trata de una oportunidad estratégica que debemos aprovechar. Trabajemos en conjunto para hacer realidad esta nueva “mina de oro” de la mitigación climática.

25 de agosto de 2025

Medio Ambiente utiliza drones para el seguimientos de aves reproductoras en una iniciativa innovadora y eficaz dentro de la ornitología

 

El uso de esta tecnología se ha incorporado para apoyar y facilitar la labor de detección y conservación de colonias reproductoras de garza imperial en la Comunidad

Garza en La Nava
Garza en La NavaLa RazónLa Razón

La Consejería de Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación de Territorio implementa durante este año 2025 el uso de drones en los seguimientos de aves reproductoras incluidas en el Plan de Monitorización del Estado de Conservación de la Biodiversidad en Castilla y León. El uso de esta tecnología, tal y como explicaron fuentes del departamento a Ical, es una herramienta innovadora y eficaz dentro de la ornitología y la conservación de la biodiversidad.

En concreto, en Castilla y León se ha incorporado para apoyar y facilitar la labor de detección y conservación de colonias reproductoras de garza imperial en la Comunidad.

El uso de drones se está extendiendo en el ámbito del seguimiento ambiental, debido principalmente a tres factores claves diferenciales: “La facilidad de uso y ubicuidad, el ahorro en costes en la toma de datos y la obtención de datos de alta resolución espacial y temporal, con la posibilidad de generar cartografía digital integrable a un Sistema de Información Geográfica (SIG)”, afirman fuentes de la Consejería.

En el ámbito del estudio y conservación de fauna y flora silvestre, se trata de una tecnología cada vez más utilizada por investigadores, gestores del medio natural, empresas y ONG medioambientales, principalmente para realizar diferentes actividades como el seguimiento de poblaciones, seguimiento de parámetros reproductores, caracterización del hábitat, etc.

En este sentido, Castilla y León es una de las comunidades autónomas con mayor riqueza florística, faunística y ecológica de España. su adecuada gestión “requiere del conocimiento de su estado de conservación”, motivo por el cual desde hace años se han llevado a cabo trabajos de mejora del conocimiento, censos y seguimientos anuales de algunos espacios naturales protegidos y censos a nivel provincial o autonómico de determinadas especies, trabajos incluidos en el Plan de Monitorización del Estado de Conservación de la Biodiversidad en Castilla y León.

Aumenta la población de garza imperial

En este sentido, esta iniciativa se está desarrollando para realizar los censos de garza imperial (Ardea purpurea), una de las especies presentes en la fauna española, que nidifica, entre otros lugares de Europa y Eurasia, en tierras de Castilla y León. Desde principios de primavera, recién llegadas de sus cuarteles de invernada en el África transahariana, se puede observar en ríos y humedales de la Comunidad, donde se localizan sus colonias de nidificación.

Durante estos últimos años sus principales colonias reproductoras se han localizado en la laguna de La Nava (Palencia) y en el embalse de San José del Duero o de Castronuño (Valladolid). Al parecer, esta especie nunca tuvo una amplia distribución, aunque existe información sobre una importante colonia que podría haber superado el centenar de parejas en la antigua laguna de La Nava (Palencia), localidad que tras la recuperación parcial del humedal fue recolonizada por esta especie.

Aparte de esto, existe un pequeño número de localidades con presencia de pequeñas colonias o de nidificación de parejas aisladas en distintos puntos de la Comunidad, siempre asociadas a diferentes masas de agua con alta cobertura de vegetación palustre que a menudo dificultan el seguimiento de la especie. En el anterior censo regional realizado el pasado año se detectaron un total de entre 114 y 123 parejas reproductoras en 13 localidades.

Durante el censo de esta pasada primavera se han localizado entre 202 y 214 parejas en 14 poblaciones de seis provincias. La colonia más numerosa se localiza en las graveras de Coreses (Zamora), donde gracias a la metodología de censo mediante el uso de drones se ha logrado una mejor prospección del área óptima para la cría de la especie. En dicho humedal se han localizado entre 46 y 49 parejas, que junto con las 30 parejas de la población reproductora del embalse de Soto de Cerrato (Palencia) y las 28 parejas localizadas en las graveras de La Cistérniga (Valladolid), suman la mitad de las parejas reproductoras detectadas de esta especie de garza durante el último censo autonómico.

¿Cómo funcionan estos drones?

Durante el seguimiento anual de esta especie en 2025, la Consejería de Medio Ambiente, Vivienda y Ordenación de Territorio, a través de la Dirección General de Patrimonio Natural y Política Forestal, ha incorporado el uso de drones para el seguimiento de la población reproductora de garza imperial y otras ardeidas en ríos y humedales de la comunidad.

Para el desarrollo de esta tarea, los agentes medioambientales y celadores preseñalizan los indicios de reproducción de la especie (entradas y salidas de ejemplares adultos), que se realiza con observaciones directas desde puntos de observación con prismáticos y telescopios y posteriormente en gabinete se diseña el trazado de vuelo. Una vez definido el vuelo, los drones sobrevuelan a una distancia de 20 metros los terrenos donde previamente se han detectado indicios de reproducción de la especie, y en un tiempo reducido se toman las imágenes necesarias para el seguimiento de las garzas reproductoras. Además, mediante su utilización es posible generar secuencias de vídeo de las colonias para valorar también las presiones y amenazas a las que están sometidos y en un futuro detectar cambios y alteraciones en el hábitat. Posteriormente se revisan todas las imágenes obtenidas para obtener una estima del número total nidos ocupados en cada colonia de nidificación.

La efectividad del uso de drones en el seguimiento de garzas imperiales ha sido evaluada en varios estudios científicos, con resultados muy positivos en términos de precisión, eficiencia y reducción del impacto sobre las aves. Este trabajo complementario consigue un resultado mejor que permite la detección de un mayor número de parejas reproductoras, y realizar censos más precisos sin perturbar a las aves, reducción significativa del tiempo de muestreo comparado con métodos tradicionales y un bajo nivel de perturbación si se respetan distancias mínimas y se evitan vuelos verticales directos.

A partir de estos trabajos iniciales, la Consejería plantea futuros estudios que permitan evaluar cuantitativa y cualitativamente la eficacia de este método en el seguimiento de especies, obtener datos adicionales sobre el estado del hábitat y su evolución, así como la ampliación a nuevas especies de difícil detectabilidad o seguimiento por encontrarse en zonas muy extensas o de difícil acceso.

Plan de Monitorización

En el marco de la planificación y la gestión de los lugares incluidos en la Red Natura 2000 se desarrolla el Plan de Monitorización del Estado de Conservación de la Biodiversidad en Castilla y León, que aborda principalmente el seguimiento y evaluación del estado de conservación de los hábitats de interés comunitario y las especies incluidas en el anexo I de la Directiva Aves, anexos II, IV y V de la Directiva Hábitats, el Listado de Especies Silvestres en Régimen de Protección Especial y en el Catálogo Español de Especies Amenazadas.

El número total de especies objeto de seguimiento se sitúa en 323 taxones de fauna en Castilla y León, lo que da idea de la magnitud del programa regional de seguimiento de fauna protegida.

Durante este año 2025 se ha continuado con el trabajo de seguimiento de grupos de especies como aves acuáticas (invernantes y migradoras), ardeidas (avetoro, garzas coloniales y especies afines), aves galliformes (urogallo cantábrico) aves forestales amenazadas (águila imperial ibérica, cigüeña negra, buitre negro y milano real reproductor e invernante), aves esteparias (avutarda, ganga ibérica , ganga ortega y sisón), aves rapaces rupícolas (águila perdicera, buitre leonado y alimoche), aves rapaces diurnas no amenazadas, mesomamíferos carnívoros, oso pardo cantábrico y lobo ibérico.

El seguimiento del estado de conservación de las diferentes especies que habitan en Castilla y León es necesario, según las mismas fuentes, para dar respuesta a las obligaciones comunitarias derivadas de las directivas Hábitats y Aves, que obligan a los países miembros a informar cada seis años a la Comisión de la Unión Europea sobre el estado de conservación de los taxones de interés comunitario incluidos en los anexos de la Directiva Hábitats y sobe todas las especies de aves silvestres de presencia regular en cada país miembro.