28 de agosto de 2024

La inclusión financiera como factor clave para el desarrollo sostenible

 La inclusión financiera se ha convertido en un tema prioritario en la agenda global y en una pieza fundamental para alcanzar objetivos como el desarrollo sostenible, la eliminación de la pobreza, la reducción de desigualdades y el crecimiento económico. 

Sin embargo, medir de manera precisa el grado de inclusión de un sistema financiero sigue siendo un reto. 

¿Qué es la inclusión financiera?

Empecemos por definir el concepto. La inclusión financiera se refiere al acceso que tienen las personas y empresas a productos y servicios financieros útiles y asequibles, como cuentas bancarias, créditos, seguros y pagos, que son proporcionados de manera responsable y sostenible. Esto permite a los sectores más vulnerables de la población mejorar su calidad de vida, invertir en educación y negocios, y manejar mejor los riesgos financieros.

En países en vías de desarrollo, la falta de acceso al sistema financiero formal es una barrera significativa para el progreso. Según la encuesta global Findex del Banco Mundial de 2021, el 29 % de su población adulta aún no tiene una cuenta en una institución financiera (incluyendo las cuentas de dinero móvil). Este acceso desigual limita las oportunidades económicas y perpetúa la pobreza.
















Porcentaje de adultos con cuentas bancarias. Fuente: elaboración propia a partir de la Global Findex Database (2021)

Medir la inclusión financiera, ¿para qué?

Medir la inclusión financiera es esencial para entender su impacto, así como para diseñar políticas públicas efectivas y evaluarlas acertadamente. Una medición precisa permite comparar el progreso entre países y a lo largo del tiempo, además de identificar áreas específicas que requieran intervención. Sin embargo, en la actualidad no existe consenso sobre el mejor método para llevar a cabo tal medición.

Existen principalmente dos enfoques para medir la inclusión financiera: indicadores individuales e índices compuestos.

  • Indicadores individuales: Este método elabora indicadores específicos del acceso a determinados servicios financieros, como los depósitos, créditos o pagos. Aunque proporciona datos valiosos, no logra ofrecer una visión integral del grado de inclusión financiera de un país. Estos indicadores fueron esenciales en las investigaciones pioneras sobre el tema.

  • Índices compuestos: Es el método que se utiliza actualmente. Combina múltiples indicadores en un solo índice, proporcionando así una visión más holística de la inclusión financiera de un país. Para ello, se suelen utilizar datos de bases globales como la Global Findex y la Encuesta sobre acceso financiero del FMI. 

Desafíos y propuestas de mejora

A pesar de los diversos intentos que se han ensayado, los índices propuestos hasta el momento son susceptibles de mejora a efectos de obtener una herramienta de medición más precisa y ajustada a la realidad financiera de los países a los que se aplique. A continuación, se enumeran los dos desafíos principales:

  1. Consideración de las finanzas digitales: Con el aumento del uso de teléfonos móviles y servicios de dinero móvil, es crucial que los índices de inclusión financiera incluyan indicadores de las finanzas digitales en todas sus dimensiones, en lugar de circunscribirse a los de las finanzas convencionales, como hace la mayoría de los trabajos existentes. Ello reflejaría mejor la realidad actual, especialmente en países en desarrollo en los que dichos servicios se encuentran en auge.

  2. Consideración de los sectores vulnerables: Todos los índices ensayados hasta el momento se basan en información referente a la población total de cada país. Sin embargo, este enfoque ignora un hecho de crucial relevancia: la inclusión financiera no es homogénea entre los distintos grupos socioeconómicos de una misma sociedad. Por ello, es necesario desarrollar índices que consideren el grado de inclusión financiera de los segmentos vulnerables de la población, como las mujeres, las personas con bajos niveles de educación y los sectores más pobres. Esto permitiría una evaluación más precisa de la situación financiera de un país.

Conclusiones

La inclusión financiera es esencial para el desarrollo sostenible y la reducción de la pobreza. Para avanzar en esta dirección, es crucial mejorar la forma en que medimos este fenómeno. Incorporar las finanzas digitales y los datos referentes a grupos vulnerables son pasos importantes hacia una evaluación más precisa y útil.

Beneficios de la inclusión financiera. Fuente: elaboración propia.














La creación de un índice compuesto que refleje estas mejoras no sólo facilitaría una mejor comprensión de la inclusión financiera, sino que también proporcionaría herramientas más efectivas para el diseño y evaluación de políticas públicas. Con un enfoque más inclusivo y detallado, podemos asegurarnos de que nadie quede atrás en el camino hacia un desarrollo económico más equitativo y sostenible.


María Florencia Frega Ferrare, máster en Banca y Finanzas por la Universidade da Coruña y abogada sénior especialista en mercados de capitales, ha colaborado en la elaboración de este artículo.

La temperatura de los océanos es tan alta que se están convirtiendo en lo más inesperado: desiertos

 La historia es antigua, pero (tal y como la recuerdo) la contó Foster Wallace: "están dos peces nadando uno junto al otro cuando se topan con un pez más viejo nadando en sentido contrario, quien los saluda y dice, 'Buen día, muchachos ¿Cómo está el agua?' Los dos peces siguen nadando hasta que después de un tiempo uno voltea hacia el otro y pregunta '¿Qué demonios es el agua?'

Pues bien, el agua es eso que está a punto de cocer a los dos peces, al pez más viejo, a las algas de alrededor y todos los ecosistemas que hay a miles de kilómetros de distancia.

Los océanos están tremendamente calientes. Aterricemos los datos: según Copernicus, la temperatura de la superficie de los océanos subió a 20,96 grados el 30 de julio de 2023, un récord que sigue vigente. El récord anterior había sido de 20,95 y se alcanzó grados en marzo de 2016. No es solo cosa de los satélites europeos, claro.

La NOAA, la Administración Nacional Oceánica y Atmosférica de Estados Unidos (NOAA), utilizando una base de datos distinta, ha registrado tendencias similares en los últimos tiempos. La cosa está clara.

Sobre todo porque en 2016 los océanos del mundo alcanzaron ese pico gracias a un detalle muy específico: uno de los fenómenos de El Niño más poderosos que se recuerdan. Alcanzamos esa temperatura en el pico de aquel superNiño, de hecho. En 2023 ocurrió antes de El Niño.

Fig1a Era5 Monthly Anomalies Sst 60s 60n July

En 2024 no se ha batido el récord de temperatura oceánica, pero sí se ha producido el mes de julio más calurosos a nivel global, según la NOAA. Y esto no se va a quedar aquí: pronostica que 2024 tiene un 77% de probabilidades de terminar como el año más calurosos desde que tenemos registros.

¿Qué significa esto? Para no andarnos por las ramas, creo que lo más sensato es atender al criterio de la Organización Meteorológica Mundial: "los efectos de las olas de calor marinas incluyen la migración de especies y extinciones, la llegada de especies invasoras con consecuencias para la pesca y la acuicultura".

Es decir, que las partes más afectas van camino de convertirse en desiertos. En enormes extensiones de agua vacía. Completamente vacía.

¿Y por qué está ocurriendo? Al contrario de lo que suele transcender, el debate científico en torno al clima es enorme. Fundamentalmente, porque aún sabemos demasiado poco.

No obstante, con los datos que tenemos en la mano, todo parece apuntar a que el factor fundamental es que "las aguas se calientan al captar la mayor parte de las emisiones de gases de efecto invernadero".

Sea como sea, el resultado es el mismo: que "estamos viendo olas de calor marinas en lugares inusuales, donde no se había predicho", explicaba Samantha Burgess, científica climática de Copernicus, en la BBC. No le falta razón. Según el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de la ONU, "las olas de calor marinas duplicaron su frecuencia e intensidad entre 1982 y 2016". Y van a ir a peor.

Eso va a tener consecuencias ecológicas devastadoras, pero no solo ecológicas. También económicas. Sin contar manipulación, procesado, distribución y venta, más de 58,5 millones de personas vivendirectamente de la pesca en todo el mundo. Todo eso se va a desvanecer como un azucarillo en agua caliente, nunca mejor dicho.

Sí, es verdad: el "pescado criado" ha crecido casi un 60% en todo el mundo. Eso va a amortiguar el golpe, pero la reconversión industrial que va a acontecer en las costas de todo el mundo va a ser histórica y no parece que estemos preparados para ese debate.

Y esa es la peor parte. El punto de la historia de Foster Wallace de la que hablaba al principio, no era presentarse como el pez viejo y sabio que les iba a explicarle a los peces jóvenes qué es el agua. Nada de eso. El punto era "simplemente que las realidades más obvias e importantes son con frecuencia las más difíciles de ver y sobre las que es más difícil hablar".

Por eso la historia de los peces jóvenes es tan buena, porque para nosotros el mar también es algo sobre lo que no sabemos hablar. Y es hora de que aprendamos.

Una versión de este tema se publicó en agosto de 2023.

La Gran Barrera de Coral agoniza: el calor oceánico alcanza su mayor nivel en cuatro siglos

Una nueva investigación advierte que las altas temperaturas del agua registradas en la Gran Barrera de Coral durante la última década han sido las más elevadas en 400 años. El fenómeno está causando “daños catastróficos” en la mayor estructura viva del mundo. El hábitat de 1,500 especies de peces está en riesgo.

El trabajo fue dirigido por Benjamin Henley, miembro honorario de la Universidad de Wollongong (UOW) y profesor de la Universidad de Melbourne. Proporciona nueva evidencia del impacto que el calentamiento de la superficie del mar ha tenido en la reserva oceánica ubicada en Australia. Los científicos recrearon la evolución de la temperatura en el mar de Coral entre 1618 y 1995. Combinaron esta información con datos geoquímicos obtenidos de esqueletos de corales recogidos en la región. Cotejaron sus hallazgos con variaciones de calor en la superficie del mar observadas entre 1900 y 2024. Los resultados indican que el calor oceánico extremo ha provocado el blanqueamiento del 98% de los casi 3 mil arrecifes ubicados en la Gran Barrera.


Blanqueamiento en arrecifes de coral.
El blanqueamiento de los corales, una enfermedad mortal que los amenaza, aumentó de manera alarmante durante el último año. El fenómeno de la Niña podría traer esperanza, pero nada es seguro.

Los investigadores determinaron que, desde 2015, el ecosistema marino ha experimentado cinco de los seis años más cálidos en los últimos cuatro siglos. En consecuencia, los episodios de blanqueamiento masivo han sido más frecuentes. La primera incidencia de este tipo ocurrió en 1998. Sucesos similares se certificaron en 2016, 2017, 2020, 2022 y 2024. “El impacto en la ecología y la biodiversidad de la Gran Barrera de Coral a causa de las repetidas secuencias de blanqueamiento masivo de corales es devastador”, señala el estudio publicado en la revista Nature.

La decoloración de los arrecifes se produce cuando el estrés térmico hace que los corales expulsen las algas que viven en sus tejidos. Estos microorganismos proporcionan energía y alimento a los pólipos. Sin ellos, los corales están destinados a morir. “El estrés provocado por las perturbaciones ambientales y la disminución de la calidad del agua pueden provocar la blanqueamiento, pero el reciente calentamiento de las temperaturas del mar ha ocasionado que el fenómeno se produzca a gran escala”, explica la investigación.

Blanqueamiento sin precedentes en la Gran Barrera de Coral

Helen McGregor, profesora de la UOW y coautora del trabajo, señala que es necesario implementar acciones urgentes para prevenir la devastación de uno de los hábitats más importantes del mundo. “La Gran Barrera de Coral está a punto de experimentar una catástrofe si no se aborda de inmediato el cambio climático antropogénico. Los mismos corales que han vivido durante cientos de años y que nos proporcionaron los datos para nuestro estudio están en grave peligro”.

La reserva oceánica austral comenzó a padecer episodios de blanqueamiento en los años ochenta. El equipo enfatiza en que la problemática ha alcanzado niveles sin precedentes debido a las altas temperaturas registradas en los últimos cinco años. “Cuando tracé el punto de datos de 2024, tuve que verificar tres veces mis cálculos: estaba fuera de serie, muy por encima del récord anterior de 2017. Cuando se recopilan todas las pruebas que tenemos, lo que realmente me preocupa es la inevitabilidad de los impactos en el arrecife en el futuro”, alerta Henley.

Los autores sentencian que las actuales medidas y acciones para contener el cambio climático son insuficientes para garantizar la supervivencia de los arrecifes. Calculan que podría perderse entre el 70 y el 90% de los corales de todo el planeta, incluso si el calentamiento global se mantuviera por debajo del umbral de 1.5°C establecido en el Acuerdo de París.

La decoloración tiene efectos devastadores en todo el ecosistema oceánico. La supervivencia de las economías basadas en la pesca y el turismo también se ve comprometida. Alrededor del 25% de las especies marinas, incluidas unas 4,000 especies de peces, dependen de los arrecifes de coral. “Si no se toma una intervención urgente, nuestra emblemática Gran Barrera de Coral corre el riesgo de sufrir un blanqueamiento casi anual debido a las altas temperaturas oceánicas. La integridad ecológica fundamental del arrecife y su valor universal excepcional están en juego”, señala Henley.

 

Ella es la nueva cara del activismo climático (que también sabotea y destruye propiedades)

 El ambiente es más festivo que criminal. Hay un acordeonista y dos hombres con gorros tocan la batería. Es un día claro de primavera en las tierras de cultivo del oeste de Francia. Pero las personas reunidas en este campo son técnicamente intrusos, y hay indicios de que esperan problemas. Alguien lleva una máscara antigás colgada al cuello. Hay un contingente ataviado con pasamontañas. Otros disfrazan sus rasgos con lentes oscuros o máscaras, y un grupo sostiene un amplio toldo de tela para ocultar la vista de los drones de la policía. En el centro del tumulto se encuentra Léna Lazare, con un pico en la mano.

Esta joven de 24 años lleva el pelo largo y castaño suelto y la cara descubierta. Eso es importante, afirma. Le da legitimidad a lo que va a hacer. Clava el pico en el suelo ante la mirada de la multitud que la rodea. Una y otra vez golpea la tierra dura y seca. Cuando ya no puede cavar más, otra persona sale del grupo para tomar el relevo. Varios metros más abajo, encuentran lo que estaban buscando: tuberías. Bajo el campo hay una red diseñada para llevar agua a una nueva "megacuenca", un embalse gigante que se está construyendo cerca del pueblo de Épannes, en Francia. El grupo está aquí para arrancar una de esas tuberías del suelo.

Los manifestantes se enfrentan a agentes de la policía antidisturbios en diciembre de 2023.

Los manifestantes se enfrentan a agentes de la policía antidisturbios en diciembre de 2023.

FOTOGRAFÍA: ESTELLE RUIZ / HANS LUCAS

En otras partes del mundo, los ecologistas atacan a gigantes petroleras, aeropuertos y bancos para echar arena en el engranaje de empresas que, según ellos, están calentando activamente el planeta. Para los activistas franceses, las megacuencas se han convertido en un símbolo de cómo el Gobierno se está adaptando al cambio climático precisamente de forma equivocada. En respuesta a la intensificación de las sequías, las autoridades francesas han excavado gigantescos sistemas de almacenamiento de agua en el campo para que las grandes explotaciones agrícolas los utilicen en los meses secos. Los críticos afirman que estas megacuencas, que pueden almacenar hasta 720 millones de litros (el equivalente a casi 300 piscinas olímpicas), acaparan agua y la reservan para propietarios privados, dejando los ríos secos y los sistemas de aguas subterráneas agotados.

Por eso, según Lazare, estos proyectos son objetivos de sabotaje. Habla de “desarmar” los embalses, como si fueran ellos la fuente de la violencia. En este claro día de marzo de 2022, Lazare observa desde la multitud cómo un hombre en jeans y camiseta blanca hace palanca con una cuerda para sacar un trozo de tubería del suelo. Alguien saca una amoladora angular. "En ese momento, el agua brotó y volvió a la tierra", recuerda Lazare.

Lazare es uno de los 200 miembros fundadores de "Les Soulèvements de la Terre", o Levantamientos de la Tierra, una organización francesa que es la más extrema de una nueva oleada de grupos climáticos radicales europeos formados en los últimos cinco años. En Francia, esta ex estudiante de física de voz suave se ha convertido en portavoz del sabotaje: "Actuamos cuando las infraestructuras tienen un impacto grave sobre el medio ambiente y los seres vivos", apunta.

A sus 26 años, Lazare tiene más sentido como científica que como activista. Tiene una melena despeinada y una voz suave y llana que a veces da paso a una risita aguda y a destellos de férrea rebeldía: "Nos negamos a que nos etiqueten como delincuentes", sentencia. Después de que el ministro del interior francés, Gérald Darmanin, comparara a algunos miembros de Les Soulèvements de la Terre con ecoterroristas y el gobierno ilegalizara la organización en junio de 2023, fue Lazare quien salió en televisión para defender las actividades del grupo.

Retrato de perfil de Lna Lazare portando un pañuelo azul con blanco. Con fondo color palo.
FOTOGRAFÍA: ROBERTO FRANKENBERG

En los últimos años, los activistas han destrozado escaparates de bancos, atacado gasolineras, irrumpido en puestos de control de oleoductos, desinflado cientos de neumáticos de todoterrenos y, este mismo verano, empapado Stonehenge con pintura naranja temporal. Lo hacen con distintos objetivos: atraer la atención de los medios de comunicación, defender su causa ante un jurado o hacer insostenible el negocio de las empresas que consideran responsables de cargar la atmósfera de dióxido de carbono, provocar fenómenos meteorológicos calamitosos y cortejar la extinción masiva.

Si Greta Thunberg fue la protagonista de una etapa anterior del movimiento mundial por el clima, Léna Lazare le sigue los pasos. Los activistas de hoy se debaten entre la profunda decepción por el hecho de que las manifestaciones masivas de 2019 no presagiaran grandes cambios y la certeza de que se les acaba el tiempo para evitar la catástrofe climática. Una combinación de urgencia y desesperación les está empujando a emprender acciones que antes solo estaban al alcance de la franja más radical del movimiento ecologista.


Vista global del fenómeno de "El Niño"
Desde hace más de un año, la cifra de altas temperaturas en el mundo sigue batiendo récords inquietantes. A finales de julio, se registraron los dos días más calurosos de la historia.

El activismo no se construyó en un día

El sabotaje ha sido una vertiente del movimiento ecologista moderno durante medio siglo. En 1975, dos bombas caseras explotaron en una central nuclear francesa que aún no se había inaugurado, retrasando su construcción varios meses. En 1986, los activistas hundieron dos barcos balleneros islandeses de unas 430 toneladas y utilizaron mazos y ácido para destruir el equipo de procesamiento de la única planta de aceite de ballena del país. En 1998, el año en que nació Lazare, un grupo asociado al Frente de Liberación de la Tierra causó daños por valor de más de 12 millones de dólares al incendiar una franja de 1.5 km de una estación de esquí de Colorado que planeaba expandirse a una zona considerada hábitat potencial de un lince amenazado.

Durante la infancia de Lazare, su padre fue director de un cine de arte y ensayo, y su madre trabajaba en comunicación cinematográfica, tenía amigos en Japón, y ella sentía una fuerte conexión con el país. En 2011, cuando tenía 12 años, un tsunami provocó una gran catástrofe en la central nuclear de Fukushima Daiichi. Lazare pasó los días siguientes leyendo obsesivamente sobre las fugas de radiación y las 15,000 personas obligadas a evacuar sus hogares. También leyó informes que aseguraban que los responsables de la central habían escatimado en medidas de seguridad, en parte para ahorrar dinero. "Todo se hizo para dar prioridad a los intereses económicos antes que al bienestar de la población", declara.

Siete años después de Fukushima, Lazare se trasladó a París para estudiar física en la prestigiosa Universidad de Sorbona. Allí conoció a otros estudiantes activistas con quienes empezó a protestar. Entonces, un día de la primavera de 2018, vio cómo la policía disparaba gases lacrimógenos contra ecologistas que ocupaban un aeropuerto abandonado en el oeste de Francia, y empezó a sentir que las protestas por sí solas no eran suficientes. Ese año, Thunberg inició la huelga escolar pacífica que la hizo famosa, y Lazare lanzó su propio grupo. Desobediencia Medioambiental París, o "Désobéissance Ecolo Paris", consistía en buscar formas de ser estratégicamente disruptivos. El grupo probó algunas acciones pequeñas y arriesgadas, como embadurnar los bancos con un tipo de pintura negra fácil de quitar, apunta Lazare, pero acabaron hablando de infringir la ley mucho más que infringiéndola.

Más o menos al mismo tiempo, el movimiento climático dominante empezaba a cobrar impulso con tácticas pacíficas. Millones de jóvenes empezaron a manifestarse en capitales de todo el mundo, dejando claro que no querían heredar un planeta arruinado. Cuando las protestas llegaron a París a principios de 2019, Lazare se unió a ellas. Se convirtió en coordinadora nacional de Jóvenes por el Clima, el equivalente francés de los “Viernes por el Futuro” de Thunberg, apareciendo en televisión y periódicos hablando de la crisis climática y de su decisión de dejar de viajar en avión.

"No avanzaba lo bastante rápido", rememora. A finales de ese año, Lazare había abandonado la universidad: "Debemos reinventarnos, guiar a la gente hacia la desobediencia civil, montar acciones más radicales", declaró a la revista francesa Politis. Intentaba que sus compañeros dieran el salto hacia el sabotaje: "Se trataba de atreverse a dañar cosas materiales", explica. Hasta entonces, esa era una línea que el movimiento climático dominante no estaba dispuesto a cruzar.

Entonces la pandemia distrajo al mundo del clima. Francia se cerró en banda. Lazare estaba en Japón, descansando de sus protestas, y no pudo volver a casa en seis meses. Cuando por fin pudo regresar, cayó en sus manos un libro sobre protestas ecologistas que acababa de salir a la venta, titulado How to Blow Up a Pipeline(Cómo volar un oleoducto).

Unos años antes, su autor, el académico y activista sueco Andreas Malm, estaba trabajando en un libro sobre el antiguo Egipto cuando su país sufrió los peores incendios forestales de la historia moderna. Ardieron más de 60 incendios, desde el norte ártico hasta la isla meridional de Gotland. Y no solo en Suecia: también en Grecia, en California y en el Reino Unido.

Malm ya no podía justificar "dedicarse a este viejo y mohoso material histórico mientras el mundo estaba literalmente en llamas", así que se olvidó del libro sobre el Antiguo Egipto y en su lugar escribió un tratado en el que defiende que el sabotaje es necesario para que el movimiento por el clima avance de verdad: "La situación es tan grave que tenemos que ir más allá de la desobediencia civil absolutamente pacífica y empezar a experimentar. Las marchas pacíficas no deberían detenerse", refuerza Malm. Más bien, el movimiento por el clima necesita desarrollar un flanco radical, uno que también presione a los responsables políticos y a los políticos para que colaboren más estrechamente con los activistas moderados. En How to Blow Up a Pipeline, comparó esta dinámica con el Movimiento por los Derechos Civiles en Estados Unidos. En su opinión, fue la amenaza de la creciente popularidad de Malcolm X lo que impulsó a los sucesivos presidentes, primero John F. Kennedy y luego Lyndon Johnson, a trabajar con Martin Luther King Jr. "El único punto en el que se complica es cuando tienes policías protegiendo las cosas que quieres destruir", puntualiza. La policía, en otras palabras, puede ser una excepción a la regla.

Lazare no está totalmente alineado con Malm, que ha defendido un "leninismo ecológico" de intervención estatal de arriba abajo en la economía. "No coincidimos en absoluto políticamente", apunta. Pero su libro tuvo un profundo impacto en ella: en un post de Instagram de 2021, posa para la cámara con las palabras "Let's Blow Up Pipelines" (Volemos los oleoductos) sobre los hombros. Malm, por su parte, ha estado en las protestas de Les Soulèvements de la Terre y expresa una afinidad ideológica: "'Sabotaje' es un término francés. Creo que Les Soulèvements de la Terre son la vanguardia del movimiento climático en Europa ahora mismo", explica.


Fotografía de la primatóloga, Jane Goodall.
Conocida por su investigación pionera sobre los chimpancés, Goodall se ha convertido en una activista dedicada a proteger el mundo natural. Su discurso apela a nuestra responsabilidad para tomar las decisiones correctas.

Sabotaje es el término y Lazare la traducción

Sabotage” puede ser un término francés, pero es una táctica que se está extendiendo por toda Europa. Más o menos al mismo tiempo que Lazare desenterraba tuberías a principios de 2022, el psicólogo Lars Werner, de 30 años, recorría la campiña alemana con una escalera portátil escondida en la mochila. Era la culminación de meses de estudiar mapas en busca de lugares en los que pudieran surgir oleoductos en su país.

Werner formaba parte de "Letzte Generation" (Última Generación), un grupo activista contra el cambio climático más conocido por sus bloqueos de carreteras, en los que sus miembros se sientan y se niegan a dejar pasar el tráfico hasta que son detenidos. Veterano de esas protestas, Werner y sus compañeros estaban "dispuestos a ir a la cárcel para llamar la atención del público". Ahora, quería aplicar esa idea al sabotaje. El plan no consistía en dañar el oleoducto permanentemente, sino en irrumpir en una estación de control y detener el flujo de petróleo. Una foto de aquel día, colgada en Instagram, muestra a Werner agarrando una válvula de emergencia negra y mirando solemnemente a la cámara a través de unos pequeños lentes redondos. Esa primavera, comenta, el grupo irrumpió en un total de 35 estaciones de control de oleoductos en todo el país.

Werner sostiene que, la respuesta a las protestas contra los oleoductos fue tibia. La cobertura mediática fue escasa, a lo que no contribuyó el hecho de que la empresa propietaria de los oleoductos, la refinería PCK Raffinerie, se negara a decir si se había interrumpido el suministro de petróleo.

Manifestantes sosteniendo pancartas.
FOTOGRAFÍA: VALERIE DUBOIS / HANS LUCAS; GETTY IMAGES

Poco después de la primera protesta de Werner contra los oleoductos, un médico británico llamado Patrick Hart se unió a un nuevo grupo del Reino Unido llamado "Just Stop Oil", que pedía "acciones audaces" hasta que el gobierno se comprometiera a dejar de conceder licencias para nuevos proyectos de combustibles fósiles. Un día de agosto de 2022, antes del amanecer, Hart llegó a una gasolinera de las afueras de Londres y empezó a romper las pantallas de precios de cada surtidor con un martillo y un cincel. Después se sentó a esperar a que llegara la policía. Hart eligió las pantallas de los surtidores de combustible porque era la única parte de la gasolinera que creía que podía dañar sin riesgo de derrame ni de dañar a otro ser vivo. Además de gasolineras, los miembros de Just Stop Oil han atacado cuadros famosos, asaltado recintos deportivos y rociado Stonehenge con pintura en polvo para enviar un mensaje al público: "Puede que quieras olvidar que el cambio climático está ocurriendo, pero sus consecuencias más dramáticas están aún por llegar".

Mientras habla, Hart vuelve a repetir el mismo coro: El mundo va camino de la catástrofe y, si seguimos dependiendo de los combustibles fósiles, miles de millones de personas morirán: "No sé cuántas veces tengo que decirlo, pero estamos muy jodidos". Para él, conseguir más oportunidades de transmitir este mensaje es la clave. Sus acciones generan mucho interés en la prensa, que a su vez le consigue muchas entrevistas, como esta: "Cada vez que me entrevistan, digo que la humanidad va camino de la aniquilación. Si no cambiamos ahora, no tendremos ninguna esperanza", recita.

Cuando me reúno con Hart en Londres, lleva un elegante traje azul. Se dirige a los tribunales por haber lanzado una nube de polvo naranja sobre el terreno de juego en un partido de rugbi en el estadio de Twickenham. En ese momento, este es solo uno de los cuatro casos que tiene entre manos; no está claro si alguno acabará en la cárcel, pero si es así, asegura estar preparado: "La gente está desesperada. Cuanto más desesperada esté la gente, más tácticas extremas utilizará", expresa.


Constantino Aucca, ganador del Premio Rolex a la Iniciativa 2023
Constantino Aucca Chutas, ganador del Premio Rolex a la Iniciativa 2023, es fundador de la Asociación Ecosistemas Andinos (ECOAN) y de Acción Andina, dos de los proyectos de reforestación más importantes de América del Sur.

Re(acción) con causa

Este elenco de saboteadores del clima viven en países distintos y hablan idiomas diferentes, pero tienen muchas similitudes. Quieren dar la cara, explicar que lo que hacen es una respuesta racional a la crisis actual. "No somos los violentos", sostienen. La verdadera violencia la cometen las empresas que están destrozando nuestro planeta para obtener beneficios. El sabotaje debe dirigirse contra la propiedad, nunca contra las personas. El medio ambiente no debe sufrir daños permanentes.

Por supuesto, las bombas colocadas en la central francesa en los años 70 no impidieron que el país se convirtiera en el mayor generador de energía nuclear de Europa. La caza de ballenas continúa en Islandia. La estación de esquí de Colorado incendiada por el Frente de Liberación de la Tierra fue reconstruida. El petróleo sigue fluyendo por los oleoductos alemanes cerrados por Werner, y el gas por los surtidores ingleses destrozados por Hart.

Fotografía de Lna Lazare activista francesa.
FOTOGRAFÍA: ROBERTO FRANKENBERG

Pero Lazare sostiene que sus acciones están causando verdaderos trastornos. Hasta la primavera pasada, había participado en tres actos de sabotaje contra las megabases: en Cram-Chaban, en Épannes y en Sainte-Soline. Les Soulèvements de la Terre no se limita a atraer la atención de los medios de comunicación. El grupo ha inspirado ataques de imitación que han destrozado megabases en todo el oeste de Francia. Las empresas constructoras tienen que pagar guardias de seguridad y detectores de movimiento para protegerse de gente como ella. Y no solo los propietarios de la megabalsa vigilan Les Soulèvements de la Terre.