Mucho se habla de la deforestación de los bosques y selvas, pero muy poco de la actual ‘defaunación’. Durante los pasados 550 millones de años, en el planeta Tierra ocurrieron cinco grandes extinciones masivas. En promedio, según los cálculos de la comunidad científica, cada 110 millones de años se registra una. Por otro lado, de acuerdo con datos de la Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza, con 42,000 especies en peligro de extinción y contando, en pleno 2024 estamos en el umbral de la sexta extinción masiva. Aunque no hay reglas escritas, cabe decir que se está adelantando 45 millones de años.
El informe Planeta Vivo 2022, el análisis más extenso sobre el estado de los ecosistemas del mundo elaborado por el Fondo Mundial para la Naturaleza (World Wildlife Fund, WWF), indica que en 48 años —de 1970 a 2018—, se registró un descenso del 69% en las poblaciones de animales silvestres monitoreadas, entre las que se incluyen mamíferos, aves, anfibios, reptiles y peces. En las zonas tropicales, como las de Asia, América Latina y el Caribe, el promedio del declive de especies alcanza hasta un 94%.
La pérdida de animales salvajes de los ecosistemas es conocida como el efecto de ‘bosque vacío’. Se trata de una de las crisis ecológicas más graves de la actualidad. Pese a que aún no existe consenso absoluto sobre sus causas, la Secretaría del Convenio sobre Diversidad Biológica ha señalado cinco factores principales: la transformación de los hábitats (cambios en los usos del suelo), la sobreexplotación, la contaminación, la introducción e invasión de especies exóticas y el cambio climático. Todas ellas son causas antropogénicas.
Naciones Unidas fue más allá al indicar que la actividad humana ha causado que uno de los ocho millones de especies animales y vegetales registradas en el mundo esté en peligro de extinción y que la abundancia de especies nativas haya disminuido al menos 20% en la mayoría de los hábitats terrestres.
“Este declive en la abundancia de especies a nivel local —lo que llamamos la extinción de las poblaciones—, es verdaderamente masivo y es el preludio de lo que va a ocurrir en términos de la extinción global, donde las especies raras o las endémicas serán las que primero desaparezcan”, alerta el Dr. Rodolfo Dirzo Minjarez, prestigiado ecólogo mexicano, investigador y profesor de Ciencias Ambientales en la Universidad de Stanford, en California. Hace más de tres décadas, Dirzo Minjarez acuñó el término ‘defaunación’ para referirse a la pérdida de animales silvestres en el planeta. “Vivimos un fenómeno de aceleración brutal de pérdida de especies", agrega.
Un ejemplo es el del jaguar, que antes se encontraba en gran parte del continente americano. A pesar de que la especie aún existe, está en peligro de extinción en muchas localidades de su antiguo territorio, que abarcaba desde el sur de Estados Unidos hasta Argentina. A la fecha, la cantidad de ejemplares en el sur de Estados Unidos es tan baja que se considera que sus poblaciones se han extinguido.
Según el experto en ecología, en los últimos 40 años la abundancia de especies a nivel local ha caído en un 50% y, de seguir a este ritmo, la extinción de las poblaciones dará paso a un inminente proceso de extinción masiva de especies.
Un mundo sin animales
La extinción de los animales nos pone en peligro a nosotros, los humanos, junto a nuestro hábitat. Con ella, quedan comprometidas la polinización de las plantas que nos rodean, la continuidad de la cadena alimenticia y el control de plagas, solo por mencionar algunas consecuencias.
Desde el 2005, en el Laboratorio del Dr. Dirzo, estudiantes procedentes de todo el mundo analizan y trabajan en el diseño de mejores métodos y tecnologías para el rewilding, es decir, la refaunación: hacer otra vez silvestres ecosistemas donde se han extinguido ciertas especies. Lo que la reforestación es para los bosques, la refaunación es para los animales.
En Kenia, los estudiantes demostraron la correlación entre la salud de la población y el declive de elefantes. Sin elefantes y otros grandes mamíferos como jirafas o cebras, se incrementa hasta tres veces más la abundancia de pequeños mamíferos como los roedores, vectores naturales de patógenos zoonóticos, pulgas y parásitos que, en abundancia, se convierten en potenciales detonadores de epidemias. De acuerdo con datos de WWF, en el último siglo, África pasó de tener 12 millones de elefantes a solo 400,000.
Otro caso es el de los anfibios, el grupo más antiguo de vertebrados terrestres, con 400 millones de años de existencia en el planeta. Su papel ecológico en la cadena trófica es esencial para el control de insectos que, en abundancia y sin depredadores naturales, podrían ser un riesgo para los humanos al ser transmisores de enfermedades como la malaria, el dengue o la fiebre amarilla, entre otras.
“La contaminación de sus hábitats, como son arroyos, ríos y lagos, y la falta de cobertura vegetal son sus principales amenazas. Sin anfibios, el flujo biogeoquímico en la Tierra cambiaría, ya que son transmisores de nutrientes, materia y energía de medios acuáticos a terrestres”, señala la Dra. Leticia Ochoa, experta en herpetología y profesora de la Facultad de Ciencias de la Universidad Nacional Autónoma de México.
México ocupa el quinto lugar mundial entre las naciones con mayor diversidad de herpetofauna (conformada más por anfibios que por reptiles) y, de ésta, el 60% es endémica. Entre las especies locales se cuenta el icónico y emblemático ajolote. Su pérdida no solo sería una lástima ecológica sino también cultural, pues al igual que otra especies como el jaguar, el colibrí o infinidad de plantas, dan identidad a cientos de pueblos y comunidades en nuestro país
Sumada a la acelerada pérdida de hábitats y a la contaminación, hay otra amenaza: el tráfico ilegal de especies. De acuerdo con datos de la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat), México ocupa el cuarto lugar mundial en el comercio ilegal de especies. Los pericos, loros, guacamayas, tucanes, monos, peces, tarántulas, iguanas, cactáceas y orquídeas son las especies más traficadas.
La refaunación sí es posible
Para algunos expertos en vida silvestre, la refaunación sí es posible y aún estamos a tiempo para desacelerar la pérdida de biodiversidad. Después de la última extinción —la de los dinosaurios no aviares, hace 66 millones de años—, la recuperación de la biodiversidad fue imparable… hasta la aparición de los humanos. Sin embargo, así como somos parte del problema, también lo hemos sido de la solución.
Hay casos de éxito de reintroducción de especies, como el cóndor de California, el pez de la cuenca del río Lerma, el ajolote mexicano, el venado de cola blanca, el berrendo penínsular o el bisonte. En todos estos casos, el trabajo conjunto entre academia, autoridades de gobierno, sociedad civil y comunidades locales ha sido la clave.
No hay comentarios:
Publicar un comentario