25 de noviembre de 2020

¿Por qué nos cuesta tanto tomarnos en serio la crisis climática?

 Es algo que nos preguntamos con frecuencia. Los datos que sustentan la realidad de la crisis climática así como sus causas antropogénicas están ahí, a disposición de todos.

La realidad de la crisis climática está contrastada científicamente

Cada día son más numerosos y aplastantes los hechos relacionados con la degradación del Planeta y, sin embargo, afloran los críticos y los negacionistasCriticar y debatir puede ser bueno, pero negar lo evidente y constatado puede suponer desperdiciar unas energías que sin duda vamos a necesitar.

Lo cierto es que esto ocurre incluso entre personas a las que se les supone cierto nivel cultural y que tienen a su alcance la información necesaria para no frivolizar en relación a la emergencia climática que nos amenaza.

Buscando respuesta a la cuestión que nos ocupa quizás la política y la psicología nos puedan ayudar.

Si nos fijamos en una cuestión como es la tan necesaria transición energética para adoptar un estilo de vida sostenible, nos encontramos con el choque frontal de una industria de combustibles fósilesdominante en el panorama económico mundial desde hace más de un siglo.

Estos conglomerados empresariales gastan sus ingentes recursos en combatir mediante desinformación el avance inexorable de tecnologías sostenibles y disruptivas destinadas a mejorar nuestras vidas.

Estas empresas, que hace decenas de años fueron innovadoras, son las que ejercen su hegemonía más allá del ámbito económico y adentrándose en la esfera política de decisiones¡Y esto es algo que nosotros como ciudadanos, consumidores  y votantes podemos cambiar!

Al lobby energético, en sus múltiples formas, se le suman otros, como puede ser el automovilístico

Si esto no fuera suficiente, el ser humano es muy malo planificando un mañana que no se puede imaginar. Según la psicóloga de Princeton (EEUU) Elke Weberestamos evolutivamente conectados para pensar en el aquí y en el ahora y no se nos da bien tomando decisiones que requieren planificar el futuro.

Aunque muchos de nosotros podamos ver que nuestro Planeta tiene unos límites y que los estamos sobrepasando ampliamente, nos cuesta dar los pasos necesarios que requiere ese estilo de vida sostenible que comentábamos.

Parece, por tanto, que es una incapacidad marcada por las características (primitivas) de nuestro cerebro que hace que seamos ciegos al cambio climático.

Como hemos dicho, al cerebro humano no le importa aquello que percibimos como algo lejano en el tiempo o en el espacio. De hecho, podéis constatar que solo nos preocupa la cuestión climática cuando sufrimos de cerca eventos climáticos extremos.

Efectos de la DANA en Churra (Murcia, España) en septiembre de 2019

La herramienta distintiva del homo-sapiens, el cerebrono convive bien con la incertidumbre y, además, no entiende como peligroso algo que no es personal, ni abrupto, ni inmoral.

A esto se le suma otro proceso que nos caracteriza, el de la socialización, que nos lleva a que si nuestros compañeros no hacen nada, nosotros tampocoY esto nos puede llevar a un escenario futuro bastante trágico.

Nuestro cerebro se blinda ante la incertidumbre pensando que todo irá bien y que el futuro no será muy distinto del pasado, o que alguien (o algo) nos sacará del atolladero.

Este modo de funcionar de nuestro cerebro, identificado durante años por científicos de distintas disciplinas, no es la mejor ayuda para la crisis que se nos viene encima

También es cierto que la terminología empleada para divulgar las cuestiones relacionadas con el cambio climático tampoco ha sido la más adecuada.

Hemos hablado durante mucho tiempo de calentamiento global, siendo un término que se quedaba corto y que no definía todas las causas y consecuencias del problema climático.

Ahora estamos hablamos de emergencia climática, lo que puede generar problemas ya que llamamos emergencia a algo que no sentimos como tal.

En las circunstancias actuales de la crisis sanitaria y económica causada por el coronavirus Covid-19quizás podamos aprender algo práctico de cómo funciona nuestro cerebro ante estos escenarios extremos y aplicarlo para combatir la crisis climática.

Infraestructuras sanitarias para la emergencia Covid-19

Precisamente, como sabemos que nos cuesta tomar decisiones previsoras, deben ser nuestros gobernantes y los científicos los que establezcan leyes, políticas y herramientas contra el cambio climático que nos permitan adelantarnos a sus efectos.

Recientemente, Antonio GuterresSecretario General de la ONU, presentó el último informe publicado por la Organización Meteorológica Mundial (OMM), donde se recogen las consecuencias que el calentamiento global tuvo durante el 2019 sobre la salud de las personas, la vida marina y una gran cantidad de ecosistemas del Planeta.

En este sentido, Guterres destacó que a pesar de que en este momento existe una preocupación mundial por el coronaviruslos esfuerzos en la lucha contra el cambio climático no pueden caer en el olvido.

El coronavirus es una enfermedad que esperamos que sea temporal, con impactos duros pero temporales, pero el cambio climático está presente entre nosotros desde hace años y se mantendrá por mucho tiempo, por lo que requiere de una acción continua.

Así, vivimos un momento crucial en el que lo más urgente es detener la pandemia que avanza en muchos países del mundo. Pero después, tendremos que mirar en retrospectiva, ver lo que nos jugamos y poner remedio al tiempo precioso que estamos perdiendo para atajar esta emergencia climática que sigue ahí.

Para finalizar, y relacionado con lo comentado inicialmente, está en nuestra mano divulgar la realidad de la crisis climáticadesarmar a los críticos con hechos y argumentos, y combatir a esos (pocos y ruidosos) negacionistas.

Y es que, la equidistancia informativa mal entendida ha enfrentado en numerosas ocasiones a los negacionistas y a los científicos como si fueran iguales.

Esto incrementa nuestra incertidumbre, y ya sabemos que nuestro cerebro lidia mal con ella.


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