9 de febrero de 2023

Cuando el cambio climático te obliga a abandonar tu vida

 

Etiopía vive su quinto año consecutivo de sequía que ha destrozado cultivo y ganados, el medio de vida de gran parte de la población

Un niño bebe agua de un charco en la aldea de Bule Duba, en Etiopía.  REUTERS

JOSÉ A. GONZÁLEZ


«De todas las sequías que he vivido, ésta es la peor. No hay agua ni pastos por ningún lugar. No sé cómo vamos a sobrevivir». Estas son palabras de una mujer etíope recogidas por el Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA por sus siglas en inglés). Una preocupación que ronda la cabeza de los 120 millones de habitantes de este país del Cuerno de África. «Nunca habíamos visto una sequía como ésta, ha afectado a todos. La hemos bautizado como 'la invisible'», detalla Ardo a Unicef.

Ella, madre de cuatro hijos, dejó su casa para ir 260 kilómetros al norte cerca de la frontera con Somalia. Junto a esta mujer etíope iniciaron ese camino sin retorno decenas de familias. «No puedo contar el número de personas que se desplazaron con nosotros», señala. La oenegé Ayuda en Acción le pone cifra: más de 286.000 en el centro y este del país se han «visto obligadas a abandonar sus casas». 

La falta de lluvias se ha convertido en una normalidad, donde la caída de chubascos es algo extraordinario. «Nuestros datos muestran un aumento del número medio de sequías en la zona de Arsi, en la región de Oromía, en la última década», avanza el informe de Ayuda en Acción. De hecho, el país, este 2023, entra en su quinto año de sequía . «No se espera que la situación mejore rápidamente y requerirá un compromiso continuo en los próximos meses», advierte la investigación de la oenegé. «Es muy probable una cuarta mala temporada de lluvias consecutiva. Se espera una temporada de lluvias por debajo de la media», añade. 

Aunque el país tiene una larga historia de sequías recurrentes, el problema no tiene solución. En la actualidad, se estima que 600.000 niños requerirán tratamiento por desnutrición aguda severa para fin de año. «La sequía no es solo falta de agua. Significa que los niños pasan hambre y sed todos los días», alerta Unicef. La hambruna provocada por la sequía de 1983-85 causó la muerte a más de 1,2 millones de personas, mientras que la sequía del Cuerno de África de 2011 obligó a más de 4,5 millones a depender de la ayuda alimentaria.

La economía, tanto de Oromía como Somalí, dependen, principalmente, de la agricultura y la ganadería, pero a pequeña escala. «Son extremadamente vulnerables a los riesgos hidrometeorológicos como la irregularidad y la reducción de precipitaciones y lluvias torrenciales», relata el informe de Ayuda en Acción.

El cambio en el régimen de precipitaciones ha instaurado la sequía en la zona y ha cambiado por completo el modelo económico. Adaptarse a la nueva realidad es una opción mediante nuevas estrategias para obtener ingresos: trabajo en la ciudad, venta de activos productivos o la venta de leña son la actividades más utilizadas tras el deterioro de la agricultura . Aunque «recurrir al trabajo infantil o al matrimonio infantil» son otras alternativas exploradas por los habitantes de Arsi, donde el 49,9% de la población son mujeres.

Sin embargo, la alternativa mayoritaria es la escogida por Ardo: el éxodo. «Es el mecanismo al que recurren con frecuencia los habitantes de Arsi», destaca la oenegé. La encuesta realizada entre los habitantes de esta región etiópe señalan que casi seis de cada diez familias habían visto reducido sus ingresos por culpa del cambio climático y «es insuficiente para cubrir sus necesidades básicas diarias».

La emigración es la solución mayoritaria «para salir de la pobreza, especialmente, para los jóvenes», advierten los investigadores. La mitad de la población toma esta decisión por la falta de ingresos, porcentaje que se eleva hasta el 60% en el caso de las mujeres jóvenes. La falta de oportunidades, el acceso limitado a la educación y la escasez de tierras expulsan a los etíopes de sus hogares, aunque «emigrar supone un alto coste».

El destino elegido para los arsianos son las zonas urbanas de Etiopía con la capital Adís Abeba a la cabeza y los países árabes vecinos. «Hay abundantes oportunidades laborales», responden los encuestados en la investigación. Un futuro esperanzador para ayudar al resto de la familia que se queda en casa. «La migración suele ser un proyecto familiar en el que todos los miembros contribuyen en el proceso, ya que permite enviar remesas de dinero», apunta Ayuda en Acción. «Con todo, solo consiguen reducir ocasionalmente la exposición a los efectos del cambio climático por la falta de oportunidades.

No obstante, el plan, en muchas ocasiones, no es exitoso. La situación de pobreza y fragilidad con la que inician este cambio de vida les enfrenta, en su mayoría jóvenes, a abusos, violaciones de los derechos humanos e, incluso, «tienen el riesgo de morir en el camino». En otros casos, a pesar de las dificultades vuelven a casa y «la reintegración plantea también retos importantes».

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