8 de abril de 2024

Conferencia de los Océano

 Unos 1500 representantes de la ciencia, gobiernos, oenegés y el sector privado participarán en Barcelona entre el día 10 y 12 abril (esta semana) en la Conferencia del Decenio de los Océanos 2024 promovida por la Unesco. Es el primer gran encuentro presencial del Decenio de las Naciones Unidas de las Ciencias Oceánicas para el Desarrollo Sostenible (2021-2030). Y puede ser el gran escaparate en el que el mundo de la ciencia pueda mostrar “su impulso transformador” para hacer frente a la degradación de los océanos, en palabras de Josep Lluís Pelegrí, investigador del CSIC y ex director del Instituto de Ciencias del Mar (ICM-CSIC). No habrá acuerdos vinculantes políticos pero se irá dando forma a la voz de la ciencia ante los grandes retos que supone la protección de los mares.

1. Mares muertos, los plásticos

Un problema acuciante de los océanos es la expansión de las zonas muertas, de escaso oxígeno en el agua, fruto del crecimiento excesivo de plantas acuáticas por exceso de nutrientes (nitrógeno y fósforo) usados como fertilizantes. Un ejemplo cercano son los episodios de anoxia en el Mar Menor. La pérdida de hábitat y de biodiversidad son algunos de sus efectos temidos. Y ahora se une la alarma por los vertidos de plástico, objeto de una compleja negociación mundial en curso.

2. Contaminantes invisibles

Remis Parmentier, veterano ecologista, recuerda el reto de eliminar todos los vertidos de sustancias peligrosas, tóxicas, bioacumulativas y persistentes para dejar de envenenar el mar. Al plástico le prestamos mucha atención porque es visible, dice, pero hay otras sustancias químicas sobre las que hay una gran falta de conciencia pese a que se concentran en los alimentos y nuestros cuerpos. No menos grave es la acidificación de los océanos (fruto de las altas cantidades de CO2 que absorbe el mar), que amenaza los organismos vivos, reduce la biodiversidad, degrada los hábitats y pone en peligro la pesca y la acuicultura, dice la Unesco.

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Plásticos en el fondo marino

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3. Población y consumo

El aumento de la población y la conciencia de que un exceso de consumo de carne de origen terrestre tiene efectos nocivos han incrementado la demanda de alimentos procedentes del océano, según la documentación preparada. Pero todo ello ha comportado “una inmensa presión” sobre el ecosistema marinos que obliga a consumir productos del mar de una manera racional y con criterios duraderos. 

4. La sala de máquinas del clima

“Los océanos están cambiando, pero también está cambiando a gran velocidad nuestra percepción hacia ellos”, dice Parmentier. Los océanos son “la sala de máquinas del sistema climático mundial”, el primer eslabón de muchos de los desarreglos climáticos. Es una conciencia nueva que no existía “ni siquiera hace tan solo hace nueve años”, cuando se aprobó el acuerdo de París contra el calentamiento.

5. Reducir gases invernadero

“Los océanos son el regulador del clima, el termostato de la Tierra. Por eso, la prioridad para protegerlos es reducir las emisiones de los gases invernadero, afrontar el impactos del cambio climático y atenuar el calentamiento”, dice Loreley Picourt, directora ejecutiva de la plataforma Océano-Clima. El 91% del exceso de energía que ha acumulado el planeta debido al cambio climático ha ido a parara a los océanos (que se calietan más en su capas superficiales: 0,9ºC desde la época preindustrial, recuerda Pelegrí). Éstos están absorbiendo el calor desde hace miles de años, "pero su capacidad de secuestrar el CO2 y atenuar el calor comienza a alcanzar su límite”, dice Picourt.

6. Base de la economía

“La Unesco recuerda que la economía mundial depende de los océanos a través de las pesquerías, la energía, el turismo y el transporte. Por lo tanto es fuente de empleo, alimentos, energías renovables y gran suministrador de sustancias clave para los avances médicos.

7. Mares como solución, no como amenaza

“Los océanos pueden ser nuestro mejor aliado y no una amenaza”, añade Picourt. Determinados ecosistemas costeros son una solución frente al calentamiento. Los manglares, marismas y praderas marinas son un gran mitigador del cambio climático. Además de almacenar grandes cantidades los ecosistemas de carbono azul proporcionan ayuda a la protección costera contra tormentas, y aportan beneficiios en calidad del agua, biodiversidad, pesca, seguridad alimentaria o turismo.

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Coral rojo

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8. Proteger las comunidades y la población costera

Otro desafío es preparar mejor a las poblaciones locales ante los peligros oceánicos, como la subida de nivel del mar, las tormentas, los tsunamis o las algas nocivas. “Dado que algunos impactos son irreversibles, hay que adaptar las infraestructuras litorales y zonas costeras que estarán en la primera linea ante estos impactos”, dice Loreley Picourt. “¿Y cómo? Ella aboga por una mezcla de soluciones que incluyan el uso de infraestructuras grises (barreras, protecciones..) y soluciones verdes (vegetación, humedales) basadas en la Naturaleza.

9. Mejorar la información técnica

De la cumbre saldrá la recomendación de intensificar el uso de las plataformas de observación de los océanos (incluida la conveniencia de disponer de una representación digital de éstos, sensores, drones...) para disponer de una información actualizada sobre el clima cambiante, la salud de los océanos y las alertas frente a sus peligros.

10. Cambio cultural

La protección de los océanos requiere “un cambio cultural” y asumir que las amenazas que suponen “son el resultado del comportamiento humano”, reza el reto número 10 de la conferencia. Se necesita difundir el papel vital de los océanos en el bienestar humano y que “la gente crea posible este cambio, que tenga una experiencia de participación, y que cunda el sentido de pertenencia a la Naturaleza, para que la haga suya, para que la estime. para que su protección sea mucho más que la mente dicta; que la resonancia del mar y del agua impregne una vida plenamente integrada en la Naturaleza”, dice Josep Lluís Pelegrí.

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