22 de mayo de 2024

la Bóveda Global de Semillas de Svalbard

 Global seed Vault Svalbard

ISTOCK

Ubicado en la isla de Spitsbergen, cerca de la capital Longyearbyen, el depósito de semillas más grande del mundo es una construcción pensada para almacenar las semillas de miles de plantas con el objetivo de salvaguardar la biodiversidad de las especies de cultivos destinados al alimento en caso de una catástrofe mundial. 

Uno de los pilares fundamentales de las culturas es su gastronomía. Y es que cada país, cada territorio e incluso cada ciudad tiene sus preparaciones propias, normalmente adecuadas al aprovechamiento de los productos que crecen (o crecían) en sus alrededores.

Dentro de esta gastronomía variada, la clave siempre se encuentra en los ingredientes. En el caso concreto de la agricultura, las plantas comestibles han convivido con una comunidad durante generaciones, y gracias a los procesos de selección artificial realizados por el ser humano, se han ido ramificando en distintas especies con propiedades organolépticas y nutricionales singulares.

Paella valenciana, Comunidad Valenciana
FOTO: GTRES

La paella valenciana es un ejemplo clásico de la gastronomía de una región. Contiene variedades de legumbres, cereales y especias locales, así como carne fácil de encontrar en la zona

Sin embargo, durante el único siglo, la agricultura ha ido variando a un modelo centrado en el monocultivo, donde las especies con un mayor rendimiento desplazan y acaban con las variedades autóctonas. Los números hablan por sí solos; como indica el doctor en ecología y conservacionista indio Debal Deb en una entrevista para el medio “The Hindu”, en 1970 en India se cultivaban 110 000 variedades de arroz distintas, mientras que en la actualidad el número se ha reducido a menos de 6 000.

Esta desaparición de especies y subespecies no es sólo una puñalada a la biodiversidad, también puede acabar con variedades que podrían ser más resistentes a las plagas, sequías o inundaciones que las más utilizadas en la industria.

RECOGIENDO SEMILLAS PARA SALVAR VARIEDADES

Afortunadamente, miles de personas, tanto aficionadas como expertas, y cientos de centros de conservación de semillas en todo el mundo llevan décadas recopilando semillas y muestras de plantas locales. Gracias a este esfuerzo colectivo, se han conseguido salvar variedades que de otro modo habrían desaparecido para siempre. El propio Debal Deb conserva semillas de al menos 700 variedades de arroz, algunas de ellas que únicamente posee él en todo el mundo, y colabora con institutos de investigación para clasificar y mantener miles de especies.

Pero no hace falta trabajar en instituciones para realizar estos trabajos de conservación. Por ejemplo, Tom Brown, apodado “El cazador de manzanas” es un exingeniero estadounidense que está dedicando su jubilación a tratar de reunir variedades de manzanas. Gracias a la colaboración ciudadana y a su pasión, desde 1988 ha reunido más de 1200 especies, muchas de ellas que llevan décadas sin comercializarse.

Tom trata de cultivar todas las variedades en su pomar, pero en ocasiones únicamente guarda las semillas por comodidad o porque no consigue que crezcan en su terreno. Y es que, con números cada vez más grandes, se vuelve complicado, si no imposible, tratar de mantener a las plantas vivas.

Por ello, las instituciones con miles o cientos de miles de variedades tienen estancias dedicadas únicamente a la conservación de semillas y otro material genético de las plantas. Entre estas variedades se encuentran cereales, legumbres, frutas, verduras y hortalizas únicas que, si bien no son tan interesantes a nivel comercial, forman parte de una tradición y una cultura local. Pero por muy seguras que sean estas instituciones, pueden ocurrir problemas que destruyan parte de sus colecciones y acabar con las variedades.

Con este escenario en mente, en 2008, se puso en marcha el “Arca de Noé” de las plantas. Unas instalaciones ubicadas en Svalbard, Noruega que, en pleno permafrost ártico ha recibido el nombre de “el banco de semillas del Día del Juicio Final”.

 

El Banco Mundial de Semillas de Svalbard
FOTO: CORDON PRESS / ANNA-KARIN NILSSON

El Banco Mundial de Semillas de Svalbard también es conocido como la cámara del fin del mundo. Este nombre no es baladí, sino que este almacén compuesto por tres plantas y más de 1.000 metros cuadrados es capaz de resistir terremotos de hasta 10 grados en la escala de Richter, el impacto de bombas, erupciones volcánicas y numerosos desastres que podrían ponerle en peligro.

DENTRO DE LAS INSTALACIONES

El año 2008 la Bóveda Global de Semillas de Svalbard abría sus puertas. Desde fuera, un pequeño edificio sobresale de una montaña, a 130 metros de altura. En el interior, un túnel se adentra 130 metros en el permafrost. A pesar del clima gélido de la zona, la temperatura no es la adecuada para la conservación de este tipo de material biológico, por lo que varios generadores alimentan enormes refrigeradores que reducen la temperatura de la cavidad hasta -18ºC.

En este edificio han primado la seguridad de las semillas por encima de todo, lo que se puede certificar por cuestiones como su ubicación estratégica. El recinto se encuentra a 130 metros de altura ya que está pensado para no acabar bajo el agua aunque todas las masas de hielo del planeta se derritiesen. Además de eso, su emplazamiento en el permafrost permite que, en caso de un fallo total de electricidad, la montaña mantendría la temperatura del recinto por debajo de 0 grados Celsius como mínimo durante 200 años.


La capacidad de la bóveda es, en la actualidad, de 4,5 millones de variedades de plantas, y cuentan con 1,2 millones de muestras. Entre ellas, destacan y sorprenden los más de 250.000 tipos de trigo, 160.000 tipos de arroz y 46.000 tipos de maíz, todas clasificadas y con estudios acerca de sus características.

CÓMO ENTREGAR SEMILLAS

En octubre de 2023, el Instituto de Recursos Fitogenéticos de Ghana se convertía en la centésima institución en compartir sus plantas con Noruega. Repartidos en 4 cajas, Ghana envió un total de 422 variedades de arroz, maíz, legumbres y solanáceas como las berenjenas locales. Para ello, habían tenido que preparar el material vegetal antes de realizar su envío siguiendo los escrupulosos métodos noruegos.La primera parte del proceso es seleccionar las semillas o las partes de las plantas con las mejores características. Normalmente en cada lote se incluyen unas 500 semillas, aunque depende, por supuesto, del tamaño de la semilla. Una vez seleccionadas, anteriormente se introducían en una botella de cristal hermética, pero actualmente se sellan en un paquete de aluminio y se refrigeran para el envío a Noruega. Ahora bien, como no hay personal permanente en la bóveda, los envíos únicamente se pueden realizar en determinados meses, cuando el tiempo permite acceder a las instalaciones de forma segura.

LAS DOS ÚNICAS VECES QUE SE HA ABIERTO LA CÚPULA

En dos ocasiones, el personal de una institución ha necesitado acceder a las muestras de la cúpula para poder regenerar parte de sus colecciones propias. La primera vez fue en 2015, cuando el Centro Internacional de Investigación Agraria en Áreas Desérticas, situado en Siria, no pudo mantener sus materiales biológicos a salvo de la guerra y la devastación que sufría el país. Extrajeron las semillas para distribuirlas en los países vecinos y, así, poder reabastecerse. En 2017 tuvieron que retirar todavía más material biológico, aproximadamente unas 50 000 semillas, que enviaron a Marruecos y El Líbano para cultivarlas, guardarlas, y volver a enviarlas a Svalbard.

La terrible situación vivida en Siria demostró, por desgracia, la importancia de este tipo de búnkeres de semillas para mantener la biodiversidad. De no haberse enviado en su momento las muestras a Noruega, cientos de variedades de plantas se habrían perdido para siempre, así como las investigaciones que se estaban realizando con ellas. Estos esfuerzos internacionales aportan un rayo de esperanza, ya que, gracias a los guardianes de la biodiversidad, más de 1,2 millones de variedades de plantas tienen el futuro asegurado durante los próximos cientos de años.

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