31 de agosto de 2017

Encuentre a mi elefante

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¿Cómo proteger a los elefantes de los cazadores furtivos en una reserva que tiene la extensión de un país pequeño? Esta abrumadora tarea recae casi siempre en guardas que pasan semanas patrullando a pie y, en ocasiones, desprovistos del equipo más elemental, como radiotransmisores, tiendas de campaña o incluso calcetines. Por ello, no es extraño que estén perdiendo la batalla contra los traficantes de marfil, tal y como muestran los últimos datos sobre los dos paquidermos africanos, ambos amenazados: el censo del elefante de sabana cayó en un 30 por ciento entre 2007 y 2014, mientras que el del elefante de bosque lo hizo en un 62 por ciento entre 2002 y 2011.
A fin de contener la debacle, los conservacionistas están recurriendo cada vez más a la tecnología. Su última arma consiste en collares de seguimiento en tiempo real desarrollados por la ONG keniana Save the Elephants, colocados hasta ahora en más de 325 animales en diez países. La organización ha diseñado algoritmos que procesan las señales de los collares para detectar cuándo su portador cesa de moverse (un indicio de que tal vez haya muerto), enlentece su marcha (quizá por estar herido) o se encamina hacia una zona peligrosa donde se sabe que hay furtivos. Los acelerómetros detectan comportamientos anormales, como estampidas súbitas que podrían delatar una emboscada. A diferencia de los collares al uso, que emiten sus coordenadas geográficas en largos intervalos temporales o las graban para su consulta posterior, la inmediatez de la transmisión permite a los guardas reaccionar rápido: en varios casos, su intervención ha propiciado detenciones.
Sin embargo, el volumen de datos generado pronto se tornó excesivo, por lo que Save the Elephants buscó la colaboración de Vulcan (una empresa creada por Paul Allen, el cofundador de Microsoft), que diseñó Domain Awareness System (DAS), una aplicación de seguimiento en código abierto para iOS y la Web. DAS envía alarmas cuando detecta un posible problema (si un elefante echa a correr, por ejemplo) o si los sensores sobre el terreno captan intrusos humanos. También integra un caudal de información de otro tipo, como la ubicación de los guardas, los vehículos y los medios aéreos más cercanos, así como disparos detectados, imágenes tomadas por cámaras-trampa, fichas de antecedentes y atestados, o datos meteorológicos.
Algunas de las técnicas del collar, como GPS, almacenamiento de datos in situ, receptores telefónicos o de satélite, son hoy habituales en los teléfonos inteligentes. Pero, en este caso, se están usando de un modo único, sostiene Jake Wall, asesor en tecnología geoespacial de Save the Elephants. El experto asegura que es la primera vez que el torrente de datos que usa DAS se presenta a través de canales y mapas ordenados y prácticos.
Una versión inicial del programa se encuentra en pruebas en cuatro lugares de África, que en septiembre se prevé que aumenten a diez. En la reserva natural de Lewa, en Kenia, DAS se considera una herramienta revolucionaria desde que comenzó a usarse hace menos de un año, señala Batian Craig, director de 51 Degrees, la compañía que supervisa las operaciones de seguridad de Lewa: «Visualizar toda esa información en cualquier lugar y en el acto supone un cambio radical para los responsables de las zonas protegidas».

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