4 de noviembre de 2019

LA ECONOMÍA CIRCULAR DEL CONOCIMIENTO

Una de las principales causas del deterioro ambiental que nos invade es el modelo de producción y consumo que practicamos, al menos, el más habitual: producimos, consumimos y tiramos. Un paradigma lineal en el que caben envases, ropa, electrodomésticos, en fin, casi cualquier cosa en la que pensemos. Sí, casi cualquier cosa entre las que tristemente también están los libros.
Darle la vuelta a este problema medioambiental que está llevando al planeta a una situación insostenible todavía es posible, y una de las claves la encontramos en la economía circular. Por qué no en vez de producir, usar y tirar, ¿reducimos, reusamos y reciclamos? La naturaleza no tira basura, sino que es capaz de aprovechar los elementos y reutilizarlos. La economía circular se inspira en ella y convierte el residuo en recurso.
¿Y qué tiene esto que ver con los libros? Hace unos meses los basureros de Ankara llegaron a esta conclusión y han dado una lección al mundo precisamente montando una biblioteca con casi 6.000 libros rescatados por ellos de la basura durante años de recogida de residuos. Ahora los prestan de forma gratuita en una antigua fábrica de ladrillos rehabilitada para darle una nueva vida a todo ese conocimiento impreso que, de otro modo, habría sido malogrado en vertederos o, en el mejor de los casos, transformado en las plantas de reciclaje de papel.  
La historia comenzó como una iniciativa modesta en la que los barrenderos separaban los libros que encontraban en la basura durante su jornada laboral, pero ahora se ha convertido en un proyecto sostenible del que disfrutan todos los ciudadanos de la capital turca. Y es que la idea inicial era que solo los trabajadores y sus familiares pudieran acceder a los volúmenes, pero la noticia llegó a la calle y cada vez tienen más donaciones de vecinos que deciden retirar sus libros en esta inusual biblioteca. Está disponible para particulares o colegios, cuenta con programas de préstamos a asociaciones sin ánimo de lucro y a instituciones penitenciarias y mantiene sus puertas abiertas al público casi 24 horas. La cultura no descansa.
En sus estanterías ya reviven más de 6.000 ejemplares rescatados y alrededor de 1.500 esperan a ser catalogados y colocados. Además, este espacio cuenta con una zona de lectura, un área infantil, un espacio para juegos de mesa y una pequeña cafetería.
¿Qué os parece esta forma desinteresada de cuidar el conocimiento y proteger el medioambiente?
Fuente: El País

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