23 de agosto de 2015

¿Dónde está el plástico que falta en el océano?

La expedición Malaspina recogió en 2010 muestras de agua de todos los océanos cuyo análisis arroja ahora un resultado desconcertante. El 88% de las muestras contienen fragmentos, pero solo han encontrado un 1% del plástico esperado. Los científicos creen que los  fragmentos de menos de 5 mm están desapareciendo de la capa superficial por un mecanismo desconocido.

Las cuentas sobre el plástico que flota en los océanos no salen. Después de dos años, el análisis de los datos recogidos en 2010 por la expedición Malaspina alrededor del planeta ofrece un resultado inesperado. El 88% de las más de 3.000 muestras de agua recogidas en todos los océanos contiene plásticos de distintos tamaños, pero los fragmentos más pequeños no están en la proporción esperada. "La inmensa mayoría del plástico descompuesto en piezas de menos de 5 mm no aparece", explica a Next Andrés Cózar, líder de la investigación que se publica este lunes en la revista PNAS.
El trabajo de Cózar y su equipo es el estudio más minucioso que se ha hecho hasta ahora sobre la presencia de estos microplásticos en el océano. En los últimos años diversas observaciones apuntan en la misma dirección: la acumulación de plástico en el mar se ha convertido en un problema ambiental de primer orden hasta el punto de poder alterar la cadena trófica. Millones de pequeños trozos indisolubles de plásticoflotan a la deriva en los principales giros (o corrientes circulares) del océano Pacífico y Atlántico, como manchas de basura microscópica que no se descompondrá en miles de años.
Mapa con los principales puntos de acumulación de plásticos detectados en la expedición Malaspina
Mapa con los principales puntos de acumulación de plásticos detectados en la expedición Malaspina - Foto Cózar et al.
A bordo del buque oceanográfico Hespérides, el equipo de Andrés Cózar recogió miles de muestras de la superficie de los océanos que recorrió la expedición Malaspina durante nueve meses. Al mismo tiempo, el “Pakea Bizkaia” cogía muestras en aguas polares, el “Aquiles” rastreaba el Pacífico Sur y el “Samiento de Gamboa” acudía al Atlántico Norte. Los resultados apuntan a que las sospechas son ciertas: el océano está lleno de plástico y se acumula especialmente en el centro de cinco de estos giros subtropicales, pero hay unas 100 veces menos fragmentos de lo que decían otras previsiones.  
Los autores del trabajo calculan que los océanos acumulan en su superficie "entre 7.000 y 35.000 toneladas de estos residuos", una cantidad enorme pero lejos de las proyecciones  que se hacían hasta ahora. La primera distorsión, apunta Cózar, podría estar en el hecho de que los cálculos se hacían a partir de las cantidades de plástico que se vierten al mar, mientras que las estimaciones de su equipo se basan en lo que encuentran a nivel superficial (en los primeros metros de agua). La segunda causa de la diferencia está en los fragmentos que no aparecen. El modelo actual de estimación propone que estos se van descomponiendo en pedazos cada vez más pequeños, hasta el punto de multiplicar su número a lo largo de los años. Ante la ausencia de fragmentos menores de 5 mm en la cantidad esperada, los científicos plantean la posibilidad de que algún tipo de proceso los está haciendo desaparecer de la superficie.
"La aparente discordancia entre las dos estimaciones", dice Cózar, "podría explicarse por la transferencia de plástico flotante desde la superficie hacia el interior del océano o a la descomposición rápida de los microplásticos en partículas incluso más pequeñas e indetectables, en una escala de micras". En su trabajo se apuntan a cuatro posibles mecanismos por los que estos plásticos más pequeños desaparecen: se depositan en el lecho oceánico, se adhieren a otras superficies o se compactan, se fragmentan en partículas mucho más pequeñas o son ingeridos por la fauna mesopelágica (entre 200 y 2000 metros de profundidad). 
La presencia constante de microplásticos en los estómagos de estos peces apoyaría esta tesis y el reciente hallazgo de los científicos del CSIC sobre estos animales podría dar otra pista. Hace justo un año, el equipo de Carlos Duarte, que coordinó la expedición Malaspina, presentó los primeros resultados de su análisis de la fauna oceánica y aportaba otro dato especialmente llamativo: la abundancia de unos pequeños peces llamados mictófidos o peces linterna en las profundidades medias del océano es tal, que se trata del vertebrado más abundante en la tierra y su presencia masiva multiplicaría por 30 la biomasa marina. Estos peces suben a alimentarse cada noche a la superficie y vuelven a bajar, y quizá tengan un papel en la cadena. "Su posible papel en la desaparición de las partículas de plástico es también apoyado por la observación de que sus presas óptimas tienen un tamaño de entre 1 y 5 mm", apunta Cózar.
¿Son los peces linterna que ascienden cada noche para alimentarse los que están haciendo desaparecer las partículas más pequeñas de plástico? "La hipótesis parece bastante plausible", asegura Duarte a Next, "pero aún se ha de comprobar". "El que solo encontremos flotando en el océano un 1% del plástico que se calcula debiera haber es preocupante porque supone que no sabemos dónde se encuentra el 99%", añade.  "Si sedimenta en el fondo marino, quizás los impactos sean mínimos", asegura, "pero si entra en la cadena trófica pelágica, entonces afectará también a atunes, calamares, peces espada, etc., que son parte de la misma cadena".
Los autores del trabajo no tienen pruebas para ninguna de las hipótesis y aseguran que necesitan más investigaciones. Para Kara Lavender Law, oceanógrafa de la Sea Education Association y experta en basura oceánica, la investigación de Cózar es interesante pero cree que el desfase entre las estimaciones se debe a que no han tenido en cuenta los trozos más grandes de plástico flotante, como las grandes boyas, las redes o los restos de accidentes y sucesos catastróficos  que flotan por todos los mares. "¿Dónde está el plástico?", nos plantea por correo electrónico. "Eso ha sido una cuestión desde que Richard Thompson habló por primera vez en 2004 de los microplásticos. No entendemos lo que pasa con él, cómo se fragmenta o degrada con el tiempo, pero pase lo que pase no debería estar allí, no importa dónde acabe".
El propio Andrés Cózar insiste en este mismo sentido; no es una buena noticia que no encontremos el plástico que en teoría hemos vertido, porque la posibilidad de que acabe en los fondos oceánicos puede tener consecuencias imprevistas y sería mucho más difícil de extraer a largo plazo. "No creo que debamos estar contentos porque la mayor parte del plástico esté siendo retirada de la superficie", asegura. "Los océanos han quedado pequeños para esconder toda la basura  que generamos. Estamos empezando a tirar del hilo y seguramente no conocemos todas las consecuencias que esto va tener".
Referencia: Plastic debris in the open ocean (PNAS)



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