20 de julio de 2020

¿Tendremos empresas más resilentes y sostenibles después de la pandemia?

En biología se entiende por resiliencia como  capacidad de cualquier organismo vivo de adaptarse a una situación contraria y de extrema dificultad. En términos empresariales, se dice que una organización es resiliente cuando cuenta con la capacidad (expresada en la suma de conocimientos, habilidades y actitudes) para sobrevivir a situaciones cambiantes, impredecibles o desfavorables.
Es necesario contar con recursos abundantes y redundantes para situaciones de emergencia
Si esta capacidad se percibe como buena para las empresas, promover la resiliencia empresarial pasa por trazar un plan de continuidad de negocio adecuado a las excepcionales circunstancias presentes y venideras. Y si este plan es sostenible, perfecto.
Así, el objetivo principal de ese plan de continuidad de negocio es facilitar la toma de decisiones en un contexto de riesgo elevado, como es el motivado por la pandemia Covid-19 o por la crisis climática que haciendo cada día más patente.
Porque es importante tener presente que, cuando esta situación pase, problemas como el cambio climático, la contaminación atmosférica en las grandes ciudades o la pérdida de biodiversidad seguirán siendo desafíos de enorme magnitud, tanto para el ciudadano como para los distintos tipos de organizaciones.
La gestión de estas organizaciones, públicas o privadas, en este tipo de escenarios complejos deberá centrarse en lograr una resiliencia organizativa basada en la sostenibilidad (económica, social y ambiental)que asegure que se pueden alcanzar tanto su misión como sus objetivos.
Y cuando hablamos de empresa, debemos asegurar la sostenibilidad de su negocio frente a la incertidumbre
De ahí que aparezcan 6 principios que pueden guiar a las empresas para conseguir esa resilencia y sostenibilidad en este nuevo horizonte y los que le sigan.
Vamos a repasarlos:

1. Disponibilidad de recursos

El confinamiento y las medidas para frenar la propagación del virus durante la primera oleada de contagios subrayaron la necesidad de contar con recursos abundantes y redundantes para situaciones de emergencia.
Por ejemplo, muchos sistemas sanitarios descubrieron demasiado tarde que sencillamente no estaban preparados para una situación de emergencia de tal envergadura, sobre todo en términos de material fungible y equipamiento.
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Una primera lección que sacar de la gestión de la crisis COVID-19 es que hay que asegurar que cada empresa cuenta con recursos suficientes para la viabilidad de su negocio en situaciones límites, sobre todo en lo relativo a la cadena de suministro.

2. Diversidad

Una forma de garantizar la resiliencia de la empresa en un contexto de incertidumbre tan marcado es apostar por la diversidad de recursos e ideas en el diseño de estrategias y tácticas.
Conviene evitar las soluciones basadas en una sola vía frente a los posibles peligros o desafíos que salgan al paso.
Involucrar a todos los agentes relacionados (desde trabajadores hasta proveedores) en la búsqueda de soluciones frente a los retos que aparezcan, además del diálogo comprometido con otros grupos de interés (por ejemplo, accionistas), puede ser una buena forma de asegurar que esa diversidad es efectiva.
Esto posibilita que se reciban ideas nuevas de otros canales, y se puedan contrastar y examinar las propias con otras fuentes.

3. Acción en módulos

Los sistemas fuertemente integrados pueden ser especialmente vulnerables a situaciones de emergencia.
Por eso, una gestión empresarial resiliente debe (además de lograr una diversificación en los sistemas)apostar por la acción modular, que limite los efectos de contagio en la cadena de suministros y la interrupción de aquellas actividades indispensables para que las operaciones fundamentales continúen operando.
Una acción diversificada en compartimentos estancos y autónomos servirá como posible medida de contención ante nuevas situaciones de emergencia, aunque puedan ser poco eficientes en situaciones de normalidad.

4. Evolución y aprendizaje constantes

En un contexto posterior a la crisis COVID-19, la gestión empresarial deberá evolucionar y responder de un modo dinámico a los nuevos desafíos, integrando los conocimientos y oportunidades que se abran camino después de la situación de emergencia.
Esto puede significar, por ejemplo, optar por una gestión descentralizada, que dote a los departamentos de una mayor autonomía e iniciativa.
Más allá de los propios departamentos, fomentar esta capacidad de evolución y aprendizaje, también en la cadena de suministro, puede ayudar a fomentar su agilidad y adaptación ante posibles situaciones de emergencia.
Es fundamental, para generar este carácter dinámico, aprovechar al máximo cualquier nuevo conocimiento y oportunidad que surja durante el proceso de desescalado.

5. Previsión

A nivel de gestión, la prudencia recomienda considerar los peores escenarios posibles a la hora de definir la propia estrategia, y es de suponer que muchas empresas hayan realizado este ejercicio durante la presente situación de emergencia.
Aunque de la impresión de que la propagación del virus se ha frenado y que los países han conseguido controlar la primera ola de contagios, una gestión resiliente exige también imaginar escenarios en los que surjan nuevos focos de contagio.

6. Cooperación

En un contexto como el actual, las empresas deberían evitar la tentación de buscar soluciones en solitario.
Es muy posible que en el mundo pos-COVID-19la cooperación entre personas y empresas ocupe el hueco que hasta ahora ocupaba la competencia.
Afirmar que COVID-19 afecta a todos no solo se ha convertido en una idea común, sino en una experiencia real. Por eso, cabe esperar que el impacto no afectará solo a unos pocos. En un mundo poscoronavirus, las empresas deben enfocar su labor de forma holística y cooperar en su propio ecosistema.

Este escenario abre la puerta a un mayor compromiso con el ODS 17, que promueve las alianzas para lograr objetivos.
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Para terminar nos gustaría resaltar que muy probablemente esté naciendo una conciencia sostenible que será determinante para encarar los muchos desafíos que nos quedan por abordar, tanto en el plano empresarial como en el de individuos pertenecientes a la sociedad.
En nuestras manos está aprovechar lo que podemos aprender para prepararnos ante los próximos retos, que sin duda aparecerán en nuestras vidas.

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