7 de octubre de 2019

España no cumplirá los objetivos marcados por la UE en materia de reciclaje textil ni en 2020 ni en 2025

La Comunidad Valenciana y, por extensión, otras CCAA del resto de España no estarán en condiciones de alcanzar los objetivos fijados por la UE en materia de reciclabilidad del textil "ni en 2020 ni en 2025", de acuerdo con el último estudio publicado por la Asociación Ibérica de Reciclaje Textil (ASIRTEX) en el marco de Ecofira en Valencia.
Sólo podrían alcanzarse resultados positivos “en el horizonte 2030″ si se desarrollara previamente un marco legislativo favorable y regulado” que incluyera el fomento de un Sistema de Responsabilidad Ampliada del Productor -SCRAP- bajo el concepto de que “quien contamina paga” que promueva el uso de materiales textiles sostenibles, reciclables y de mayor durabilidad, junto con la aplicación de políticas de I+D+i en producción y reciclado.
Además, sería preciso desplegar un mayor parque de contenedores específicos -1 por cada 500/1.000 habitantes- distribuidos con criterios de accesibilidad y paso ciudadano “por encima de condiciones estéticas municipales”, con un mobiliario “único” y de “estética y color reconocible”, además de mejorar la cultura y sensibilización ambiental y el consumo responsable entre los vecinos.
Sin embargo, “todos los proyectos de este tipo son muy embrionarios todavía y la economía circular brilla por su ausencia”, ha explicado a Efeverde Juan Carlos Aranda, secretario de ASIRTEX -que representa al conjunto de empresas españolas y portuguesas cuyo objeto es la recogida, reutilización, reciclaje y valorización de residuos textiles-, por lo que “la ropa usada cada día vale menos y el sector está al borde de la crisis”.

Poca información

El documento presentado esta semana y que lleva por título El residuo textil municipal: la realidad desconocida cuantifica, a partir del análisis de los flujos de recogida del contenedor de ropa y calzado y del contenedor de fracción resto, el residuo textil doméstico generado en cuatro áreas de gestión de la Comunidad Valenciana -EMTRE, CRiV, CREA y MARE- que suponen el 50 % de la población en esta región.
Inicialmente, el estudio aspiraba a incluir datos de toda la comunidad autónoma pero “la falta de ‘feedback’ en la información de muchos ayuntamientos y alguna planta de tratamiento de residuos urbanos” ha condicionado el resultado final. 
Esta asociación escogió la Comunidad Valenciana debido a que las cifras de su nivel de renta ‘per cápita’ y las de su gasto promedio en textil se encuentran en la media de los totales del resto de CCAA, además de por la diversidad en el número de operadores de residuos textiles y un mejor acceso a las fuentes de datos en un sector que según Aranda “por desgracia sigue siendo muy opaco” desde el punto de vista informativo.

Muchos residuos y licitaciones desiertas

De acuerdo con el análisis del documento, más del 90 % de la población valenciana dispone de un servicio de recogida separada textil, con una media de un contenedor cada 2.000 habitantes y más del 70 % del servicio es cubierto por empresas del ámbito social debido a “determinadas reservas de la administración a favor de este tipo de entidades”.
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Instalación que ejemplifica la basura generada cada cinco minutos en la Comunidad Valenciana. EFE/Pedro Pablo G. May
En algunos casos, los ayuntamientos han llegado a exigir diez veces más a las empresas corrientes de reciclaje respecto a lo que cobraban a las empresas sociales “lo cual es completamente injusto”, lamenta Aranda, “y hará que en breve empiecen a quedar licitaciones desiertas…, no se puede cobrar por colocar un contenedor en la vía pública como si fuera la mesa de una terraza de copas”.
El estudio certifica que, en las zonas estudiadas, se producen 48,4 kilos de residuos textiles por habitante y año, pero sólo se recogen 1,96 de manera selectiva.
En la práctica, esto significa que se recupera poco más de 4.800 toneladas mientras que más de 113.000 acaban en vertedero.
Respecto al crecimiento del residuo, ASIRTEX afirma que deriva del modelo de éxito “fast fashion” combinado con la producción “low cost”, lo que ha generado un enorme volumen de prendas “de usar y tirar” de una calidad tan baja que “imposibilita en gran medida su reutilización” por su escaso valor.
A ello hay que sumar el declive del mercado exterior, consumidor tradicional de prendas usadas, ya que cada vez más países optan por aplicar medidas proteccionistas o bien sus ciudadanos optan por el consumo de prendas nuevas debido a su cada vez menor coste. Efeverde.
Pedro Pablo G May

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