4 de abril de 2016

Calentamiento y vegetación ártica

Corría el año 1944. La segunda guerra mundial tocaba a su fin. Pero la sospecha de que los japoneses continuarían luchando hasta vencer o morir tenía muy preocupados a los aliados, por miedo a quedarse sin gasolina para el esfuerzo bélico. La reserva de petróleo naval, de 93.000 kilómetros cuadrados, era una región privilegiada donde hallar nuevas fuentes de petróleo. La Armada estadounidense acometió su exploración. Pero carecía de mapas. Así que decidió realizar una serie de fotografías aéreas de extraordinario detalle.
Partiendo del aeródromo Ladd, cerca de Fairbanks, los agrimensores montaron en la puerta abierta de un avión bimotor Beechcraft una enorme cámara K-18. Durante varios años, y en vuelos bajos y lentos, tomaron miles de fotografías del talud septentrional de Alaska, desde el océano Artico, en el norte, hasta la cordillera Brooks, en el sur, así como de los valles boscosos de la parte meridional de la cordillera. Estos forman parte del bosque boreal de coníferas y caducifolios que se extiende a lo largo de una amplia franja del Artico.De los negativos de 23 por 46 centímetros se obtuvieron fotografías tan nítidas que podían verse en ellas las huellas de las pezuñas de alces. Algunas imágenes no desmerecerían las del gran fotógrafo Ansel Adams; pero más importante aún, toda la serie ha contribuido de manera esencial a demostrar la respuesta de las tierras árticas y subárticas al cambio climático.
Conocer ese efecto es fundamental, ya que ayudará a los habitantes locales a encontrar soluciones ante nuevas alteraciones. En el Ártico viven unos cuatro millones de personas. Los cambios del clima afectan a la caza de subsistencia, las explotaciones forestales comerciales, los transportes y las infraestructuras.

En síntesis

Una serie detallada de fotos aéreas tomadas en los años cuarenta, con vistas a la prospección de petróleo en el norte de Alaska, ha proporcionado pruebas gráficas del mayor protagonismo de los arbustos y del «reverdecimiento» de la tundra ártica.
Sin embargo, la teledetección por satélite indica que los bosques boreales al sur de la tundra están «pardeando» como consecuencia de las condiciones más secas y la intensificación de los incendios forestales y las infestaciones de insectos.
Los procesos de reverdecimiento y pardeado pueden atribuirse al cambio climático mundial. Es probable que esas transiciones de los ecosistemas afecten profundamente a la fauna silvestre y a los habitantes de la región, e incluso intensifiquen el calentamiento del planeta.

Matthew Sturm para Investigación Y Ciencia

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