4 de abril de 2016

El océano Atlántico, sumidero de CO2

Mientras el hombre se afana por hallar soluciones de geoingeniería que permitan inyectar y almacenar en el océano el exceso de CO2 derivado de la quema de combustibles fósiles, los cambios en el uso del suelo y la deforestación, el propio océano cuenta con mecanismos naturales de disolución, captación y almacenamiento del gas. Una reciente evaluación de las principales fuentes y sumideros de CO2 a escala global ha estimado que los océanos almacenan un total de 2,3 petagramos (Pg, 1015g) de carbono (C) al año, lo cual supondría el 28 por ciento de C antropogénico emitido a la atmósfera anualmente.
El océano Atlántico, a pesar de su modesta área (29 por ciento del océano global), contribuye en un 38 por ciento al almacenamiento mundial. Ello se debe a la intensidad de la circulación y a los numerosos procesos de formación de masas de agua (enfriamiento y hundimiento del agua de superficie), principalmente en el Atlántico Norte, que inyectan hacia las profundidades el C antropogénico disuelto en las capas superficiales en contacto directo con la atmósfera. Así, desde el inicio de la revolución industrial hasta finales del siglo xx, el Atlántico ha almacenado 55.000 millones de toneladas de C de origen antrópico.


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