4 de abril de 2016

La vida oceánica, amenazada

"Espermatozoides lentos... eso sí es un problema" observó Jonathan Havenhand. "Significa menos huevos fecundados, menos crías y poblaciones más reducidas." Recorríamos juntos una tortuosa carretera a lo largo de la costa resplandeciente del norte de España para asistir a un simposio internacional sobre los efectos del cambio climático y del aumento de dióxido de carbono atmosférico sobre los océanos mundiales. Como investigadores, nos preocupaban las repercusiones, a menudo infravaloradas, de la alteración química del océano sobre las células, los tejidos y los órganos de las especies marinas. Havenhand había demostrado, en experimentos de laboratorio realizados en la Universidad de Gotemburgo, que dichos cambios afectaban gravemente la estrategia de supervivencia más fundamental: la reproducción.
La acidificación del océano (por el aumento del dióxido de carbono, que reacciona con el agua para formar ácido carbónico) se ha calificado como "el otro problema del CO2". A medida que el agua se torna más ácida, los corales y animales tales como almejas y mejillones tienen dificultades para construir sus esqueletos y conchas. Pero las consecuencias son aún peores: la acidez puede interferir en funciones corporales básicas de todos los animales marinos, posean o no concha. Al alterar procesos tan fundamentales como el crecimiento y la reproducción, la acidificación del océano pone en peligro la salud de los animales e incluso la supervivencia de las especies. Debemos reaccionar a tiempo y mitigar la acidificación antes de que resulte dañada de forma irreparable la cadena trófica de la que dependen los océanos... y las personas.
La interacción del océano con el CO2 suaviza algunos de los efectos climáticos del gas. La concentración atmosférica de CO2 alcanza casi 390 partes por millón (ppm). Pero si los océanos no captaran hasta 30 millones de toneladas diarias del gas, ese valor sería aún mayor. Los mares del mundo han absorbido alrededor de un tercio de todo el CO2 liberado por las actividades humanas. Este «sumidero» reduce el calentamiento global, pero a costa de acidificar el mar. Robert H. Byrne, de la Universidad de Florida Meridional, ha demostrado que solo en los últimos 15 años, la acidez de los 100 metros superficiales del océano Pacífico que se extiende desde Hawái hasta Alaska ha aumentado un 6 por ciento. En todo el planeta, el pH promedio de la capa superficial del océano ha disminuido 0,12 unidades (ha llegado a un valor aproximado de 8,1) desde el inicio de la revolución industrial.

Wikimedia Commons

En síntesis

El agua marina está acidificándose en todo el mundo, pues los océanos absorben cada vez más dióxido de carbono de la atmósfera.
Los esfuerzos realizados por copépodos, caracoles, erizos de mar y ofiuras para equilibrar el cambio de pH en su organismo reducen su crecimiento y reproducción.
Puede que numerosas especies no logren la adaptación genética a la acidificación del océano, porque el cambio resulta demasiado rápido.
Al quedar afectadas las especies, la red trófica marina puede desorganizarse; es necesaria la acción humana para mitigar una ulterior acidificación.

Safina y Hardt para investigacaión y ciencia

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