3 de abril de 2014

Alimentos de Ingeniería genética

Ricardo Aguilar
La ingeniería genética (transgénica) ha dejado de ser una técnica de laboratorio para convertirse en una industria comercial de enormes dimensiones. El campo que mayor interés ha captado entre las multinacionales ha sido el de la alimentación, y más concretamente el de la agricultura. La ingeniería genética ha roto los límites naturales, permitiendo el intercambio de genes entre especies totalmente diferentes: genes de escorpión en el maíz o el tomate, genes sintéticos en la soja, genes de rata en tabaco o truchas, genes de polilla en patata, genes humanos en salmones, cerdos o arroz, virus en melón o calabaza, etc.
Las mismas multinacionales químicas que desde hace décadas nos envenenan con sus pesticidas tóxicos, contaminan nuestro entorno, aguas, suelos y atmósfera, destruyen la capa de ozono o crean armas químicas, son las que controlan la mayor parte de este negocio de billones de dólares.
Al igual que en la década de los cuarenta las empresas químicas anunciaban "bombo y platillo" que sus pesticidas, herbicidas, fungicidas... tóxicos iban a acabar con las plagas y el hambre en el mundo incrementando las cosechas, 50 años después, las mismas empresas nos presentan a la ingeniería genética como la solución para todos esos problemas no resueltos. En el camino han quedado 50 años de destrucción en los que las plagas casi han duplicado los daños a cosechas, cientos de especies dañinas para la agricultura se han hecho resistentes a los pesticidas, el hambre en el mundo se ha incrementado, la erosión y contaminación de suelos han arruinado millones de hectáreas antaño fértiles y el agua, el aire y nuestros cuerpos están contaminados.
Monsanto, la gran multinacional de la agricultura transgénica, es tristemente famosa por ser la productora del "agente naranja" usado como defoliante en la guerra de Vietnam, y que aún hoy sigue siendo una pesadilla para los habitantes de este país. También fue una de las principales productoras de los cancerígenos PCB's que en la actualidad pueden encontrarse en prácticamente todos los organismos y partes del mundo. Actualmente cuenta con unos ingresos que superan el billón de pesetas al año. Su producto más exitoso es un herbicida que tiene como elemento activo al glifosato y que comercializa con el nombre de "Roundup", entre otros, y que supone casi el 15% de las ventas totales de la empresa.
Monsanto se está convirtiendo en la mayor multinacional biotecnológica del mundo. Hasta el momento, ha invertido unos 230.000 millones de pesetas en desarrollo e investigación en ingeniería genética, con la esperanza de obtener unos beneficios de 760.000 millones de pesetas en el año 2005. Además, ha gastado otros 83.000 millones de pesetas en la compra de una docena de empresas biotecnológicas.
Su nuevo invento es la creación, por medio de la ingeniería genética, de "cultivos de diseño". La mayoría de sus investigaciones van encaminadas a conseguir variedades de cultivos resistentes a sus herbicidas, lo que permite incrementar el uso de éstos. Así, no sólo podrá vender sus semillas transgénicas, sino también incrementar las ventas de sus tóxicos herbicidas. De esa manera, ha creado una soja resistente al herbicida "Roundup" (llamada RRS: Roundup Ready Soybean) que ya está siendo cultivada en EE.UU. y que ahora se intenta cultivar en Argentina y Brasil. Monsanto quiere exportar esta soja a los mercados europeos para después introducirse en Asia y Australia. La soja, además de contener genes de petunia, una bacteria (Agrocacterium sp.) y un virus mosaico de coliflor, contendrá residuos de glifosato.
El gobierno de EE.UU., que siempre ha mostrado una actitud protectora y permisiva con sus multinacionales químicas, ha amenazado a la UE con una guerra agrícola en caso de que ponga cualquier tipo de impedimentos o etiquetado a este primer producto alimenticio transgénico que será comercializado a gran escala. Esta soja será mezclada y camuflada entre soja convencional para impedir su identificación.
Los gobiernos europeos han reaccionado agachando la cabeza y permitiendo su importación a pesar de que se desconocen los riesgos para la salud y el medio ambiente que esto supone. Es decir, nuestros gobernantes han dejado en manos de Monsanto nuestra salud y ecosistemas y nos han privado de un derecho fundamental como es el de la libre elección.
La mayoría de esta soja servirá como forraje para ganado pero otra parte será utilizada en alimentación humana y usos industriales. Desde margarinas, cervezas y chocolates hasta alimentos infantiles o productos dietéticos, pasando por estabilizantes y emulsionantes, como la lecitina, utilizan o se hacen a base de soja y sus derivados. Un estudio realizado en Alemania demostraba que entre 10.000 y 30.000 productos diferentes, que se encuentran habitualmente en los supermercados, utilizan soja.
Además del riesgo para la salud, este organismo de ingeniería genética supone un serio riesgo para el medio ambiente. Por una parte, está preparado para resistir mayores dosis de herbicidas, por lo que se incrementará el uso de éstos y los consiguientes daños a los ecosistemas. Por otra parte, sus genes pueden pasar a otras especies convencionales y silvestres, provocando una contaminación genética e, incluso, pudiendo generar que las plagas terminen haciéndose resistentes al herbicida, algo que ya está pasando con algunas variedades de Australia.
Para los agricultores esto supone también una mayor dependencia de las multinacionales, pues tanto la semilla como el herbicida tendrán que comprárselos obligatoriamente a la misma empresa. Monsanto está ya experimentando con otros cultivos resistentes a su herbicida "Roundup": colza, maíz, remolacha, algodón, etc. Otras empresas, como Ciba Geygi, están siguiendo estos mismos pasos, creando cultivos resistentes, (en este caso a su propio herbicida "Basta", a base de glifosinato).




Publicado en la revista Greenpeace

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