9 de abril de 2014

La crítica de la sociedad productivista y la ética ecológica

En la formación de la ciencia económica se observan tres corrientes de pensamiento fundamentales, cada una con un perfil concreto.
            Los tres modelos son:
-       El aristotélico-tomista
-       El homo economicus
-       El socialista
La fuerza humana que asegura una cierta cohesión a la sociedad se manifiesta de tres formas:
-       amor
-       interés
-       cooperación
Estas tres formas son comparables, respectivamente, a los tres modelos de la economía citados antes.
La tricotomía amor-interés-cooperación dificulta en un principio la apreciación de que la sociedad humana no se encuentra un mero problema de nexos con sus componentes; si no que, al mismo tiempo, se encuentra en contacto con la Naturaleza. En ese sentido también se dan tres formas de relación:
-       el amor
-       el ambientalismo racionalista
-       la cooperación solidaría
Antropológicamente, en un principio, la relación del hombre con la Naturaleza se manifestó en la lucha por la supervivencia de la especie. Hoy en día, el problema es el inverso: la supervivencia amenazada de toda una serie de equilibrios ecológicos y de ecosistemas del medio natural, como consecuencia de la capacidad de destrucción total generada por la propia especie humana.
De ahí surge una clave importante, la necesidad de reconocer la existencia del “campo unificado Economía/Ecología”, que surge como una necesidad para comprender la relación humanidad/Naturaleza y para garantizar su equilibrio indefinido.
            Se ha adelantado mucho en las formulaciones que relacionan el campo de la Economía con el de la Ecología, las cuales permitirán presentar al campo unificado de ambas ciencias, dando así nueva fundamentación a los estudios que se refieren a las relaciones entre los hombres, a las relaciones entre la humanidad y la Naturaleza, y a las relaciones no humanas dentro de la Naturaleza. Algunos enunciados de carácter preliminar son:
1º. En los modos de producción actualmente prevalecientes –y en la carrera de emulación entre el capitalismo y el socialismo realmente existente – el capital consumido (recursos no renovables) erróneamente se valora muchas veces como mero consumo de renta, lo que hace todas las mediciones del producto social seriamente criticable; e incierto el propio futuro de tales sistemas productivistas, y del propio medio global.
2º. Igualmente, en ambos sistemas, a la hora de las mediciones macroeconómicas, se considera equivocadamente que todo lo producido engrosa el bienestar. Cuando, en realidad, muchas producciones – de forma creciente – tienden  a crear condiciones negativas para la calidad de vida, y toda suerte de amenazas para el entorno y para el propio futuro del planeta. A la hora de valorar el verdadero bienestar económico será necesario anotar tales elementos negativos como detracciones y no como adiciones.
3º. La Naturaleza debe ser la variable independiente en todo modelo de desarrollo, midiendo y evitando lo que potencialmente afecte al stock de capital, de recursos no renovables, incluyendo como tales las incidencias de la contaminación en el conjunto de la biosfera.
            4º. La cooperación internacional, disponiendo de autoridades a nivel mundial con poderes efectivos, resulta indispensable par asegurar el mantenimiento de los ecosistemas amenazados. En los proyectos de cualquier tipo deben preverse los impactos medioambientales concretos a nivel internacional y las interacciones posibles de los mismos, pues la contaminación no sabe de fronteras.
            5º. La solidaridad diacrónica, a través del tiempo, con las generaciones venideras, es un principio fundamental del campo unificado Economía/Ecología. Lo que hemos recibido del pasado no nos pertenece sino en usufructo, pues hemos de legarlo a las generaciones venideras. Nacen así, en la evolución política de la sociedad humana, los derechos ecológicos, como derechos de la sociedad en su conjunto, al lado de derechos humanos de los individuos, y de los derechos sociales de las distintas formaciones sociales. Y surge, en definitiva, una auténtica ética ecológica.

            6º. La conclusión inmediata y global de pos enunciados anteriores es la prioridad absoluta del movimiento de la paz como forma única de detener la más grave amenaza, por igual para el capitalismo y socialismo, que desaparecerían; para el bienestar de toda la humanidad, que volvería a la prehistoria; para la biosfera, que sufriría daños irreversibles; para la cooperación mundial, que quedaría sustituida por un escenario dantesco; para la solidaridad con las generaciones venideras, que dejaría de tener sentido. La paz es el bien más preciado, y día a día hay que luchar por ella.

Begoña Hernández Rubio:

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