6 de abril de 2014

La ecología, una ciencia moderna

Fue el gran biólogo Ernst Haeckel (1834-1919) quien primero utilizó, en 1868, la voz Ecología, para con ese término referirse al estudio del hábitat (del griego oicos, habitación o casa, y logos, tratado). En otras palabras, la ecología es la moderna ciencia que se ocupa de las complejas relaciones de los organismos vivos con su medio.
            Cualquier especie animal o vegetal se ve influida por el medio, y antes que nada por los factores abióticos (de origen no viviente) como son los de índole climática (temperatura, humedad, luz, viento, etc.), los edáficos (características del suelo), y los hidrográficos.
            Está igualmente claro que ningún individuo de una especie concreta puede considerarse de forma aislada, sino formando parte de una colectividad, de una población constituida por todos los de su misma progenie. Pero no termina ahí la ecología, pues igualmente abarca las interacciones de conjuntos poblacionales diferentes, ya sea en forma de simbiosis como vida en común con dependencia recíproca de parasitismo, como sucede en el caso de unas especies que viven a costa de otras, o de depredación (tendencia a que una especie acabe con otra).
            La ecología adquirió carta de naturaleza como ciencia ya muy entrado el S.XIX, y en su concepción situando al homo sapiens como protagonista se desarrolló en su rama de ecología humana, que analiza la relación hombre/medio, o más concretamente entre la humanidad y la biosfera, considerando esta última como todo lo que sobre el planeta es susceptible de dar soporte a los seres vivientes.
            La ecología estudia, pues, las consecuencias de que, por su propia multiplicación, el hombre vaya ocupando progresivamente el medio en que vive –su medio ambiente -, es decir, una parte cada vez más extensa del planeta. Ocupación que cambia más y más la faz de la Tierra, y que va transformando la composición de la biosfera por los desechos que genera la propia civilización humana y que pueden clasificarse en los siguientes grupos:
-       desechos industriales que contaminan las aguas de los ríos;
-       detergentes y basuras de origen doméstico, que por su composición química no pueden ser biodegradados por las bacterias;
-       insecticidas, origen a su vez de una toxicidad creciente que repercute en la alimentación humana (leche, pescado, carne), y que acaban por no tener efecto sobre determinadas razas de insectos que llegan a hacerse inmunes;

-       subproductos de la industria nuclear, y lluvia radiactiva, que cabe considerar especialmente nocivos no sólo por su gravedad inmediata, sino también por la muy larga duración de sus efectos.

No hay comentarios: