7 de abril de 2014

La conservación del Planeta Azul

Marte es el planeta rojo. Mercurio y Saturno son de color amarillo. Y Urano y Neptuno, verdosos. Los demás componentes del sistema solar, excepto la Tierra, son blancos. Sólo la Tierra es azul vista desde las aeronaves.
            La vida depende de que se mantenga el conjunto de ecosistemas que le sirven de soporte, de que se conserven los equilibrios básicos de la naturaleza. Por eso tiene tanta importancia lo que en el medio natural se está haciendo día a día, así como lo que se hará en el futuro. En ese sentido comentaremos las expectativas –del lado de los países menos y más desarrollados-, para después nombrar algunas cuestiones concretas de conservacionismo ecológico.
                      
Posición de los países menos desarrollados

            El punto de vista de los países menos desarrollados (PMD) no es homogéneo. Pero a parte de esto, lo cierto es que hay unas ciertas posiciones comunes.
            Joao Augusto de Araujo Castro, Representante Parlamentario que fue de Brasil en las Naciones Unidas, ha sido uno de los mayores portavoces de los PMD.
Araujo sostiene que, los principales problemas ecológicos se dan en los países industriales (PI), en los cuales, en muy poco se ha pasado de la más completa despreocupación por el entorno a una especie de verdadero culto a la naturaleza.
            Por otro lado, el problema fundamental no es el que identifica la crítica neo-malthusiana, que en general lo polariza todo en el crecimiento demográfico en los PMD, sino que radica en la ostensible y creciente contaminación de la abundancia, característica de los PI, así como en el despilfarro en gastos militares.
            Por todo ello, una política ecológica de ámbito mundial, requiere al propio tiempo todo un compromiso mundial al desarrollo, que tenga en cuenta la relación existente entre la preservación del medio ambiente y la urgente necesidad de acelerar el progreso socioeconómico en los PMD, a fin de lograr, en definitiva, que se atiendan simultáneamente ambos aspectos.


La actitud de los países desarrollados
           
            Los argumentos de Araujo en pro de los PMD también son susceptibles de réplica, en palabras de los ecólogos de los PI que no son tan primarios como para polarizar su obsesión malthusiana en poner término a la proliferación de tercermundeños. En este sentido los testimonios más validos son los de los Ehrlich. Sus conclusiones resumen el punto de vista más progresivo de  los PI:
            El planeta está fuertemente superpoblado, y el crecimiento demográfico dificulta la resolución de sus problemas. Gran parte de la humanidad se encuentra mal alimentada, y en algunos aspectos es deterioro del medio ambiente es posible que ya sea auténticamente irreversible.
            La solución al panorama que se ha ido generando de esta forma es una serie de cambios rápidos en las actitudes humanas, especialmente en las relacionadas con el comportamiento reproductivo, el crecimiento económico, la tecnología, la preocupación por el entorno, y la resolución pacífica de los conflictos internacionales.
           
            Resumiendo, en el fondo, los puntos de vista de los PMD y de los elementos más progresivos de los PI no se encuentran tan alejados entre sí. Los razonamientos de Araujo, difícilmente podrían contrarrestar la argumentación más reciente de los Ehrlich.
                      

Nacimiento y progreso del conservacionismo ecológico

            Mucha gente no había oído hablar de preocupación por el medio ambiente hasta la Conferencia de Estocolmo. La reunión de 1972 fue el comienzo de una nueva etapa de universalización de las preocupaciones medioambientales.
            Esto no quiere decir que no hubiera habido planteamientos muy anteriores sobre las necesaria preservación del entorno.
En el plano internacional, el primer proyecto de cooperación con fines conservacionistas se debe al Dr. Paul Sarasin quien consiguió que se aceptara su propuesta de formar un comité con el fin de esbozar lo que podría ser una Comisión internacional o mundial para la protección de la naturaleza. El proyecto fue inviable debido a la tensión existente en 1914.
            En Julio de 1928 se creo la “Oficina Internacional para la protección de la Naturaleza” gracias a un acuerdo de los países europeos. Pero la Segunda Guerra Mundial acabó con el proyecto.
            En 1947 Gran Bretaña y Suiza crearon la llamada “Unión Internacional provisional para la protección de la Naturaleza”. Esta institución quedo definitivamente formalizada como “International Union for the Conservation of the Nature” (IUCN), en 1948 en la reunión de la UNESCO.
            Desde 1968, la IUCN ha venido realizando un trabajo modesto, sin espectacularidades, pero que ha contribuido de forma muy positiva a la necesaria mentalización de los medios oficiales en los más diversos países; tarea ineludible para obtener resultados a medio y largo plazo.
            Por otro lado, la UNESCO, en su difusión de las preocupaciones ecológicas, auspició un programa de amplios estudios sobre el medio humano que se tradujo en la “Conferencia Internacional de la Biosfera”. En esta se apoyó la idea de que la ONU promoviera un encuentro mundial sobre problemas medioambientales. Este fue el origen de la “Conferencia de Estocolmo”, en la cual se decidió la creación del: “Programa de las Naciones Unidas sobre el Medio Ambiente”. (PNUMA).
            Entre 1972 y 1982 se preparó la “Estrategia Mundial para la Conservación”, (EMC), elaborada por la “Unión Internacional para la conservación de la Naturaleza y de los Recursos Naturales”, (UICN), con la asesoría, cooperación y apoyo financiero del PNUMA y del World Wildlife End (WWF) y con la colaboración de la UNESCO.
            La aspiración de la EMC consiste en promover un enfoque integrado de la gestión de los recursos vivos, proporcionando las orientaciones para su desarrollo. Se dirige fundamentalmente a tres grupos sociales: funcionarios y asesores a cargo de la acción gubernativa; conservacionistas y otras personas directamente vinculadas al tema de los recursos vivos; y responsables de la política de desarrollo económico, incluidas las organizaciones de los sectores industriales, del comercio, así como de los sindicatos. Los puntos básicos de la EMC son:
            1.- Su finalidad consiste en alcanzar varios objetivos:
a) Mantener los procesos ecológicos esenciales, de los que dependen la supervivencia y el desarrollo humano.
b) Preservar la diversidad genética, es decir, la gama del material genético          que se encuentra en los organismos vivos de todo el mundo por su trascendencia en multitud de sistemas.
c) Asegurar el aprovechamiento indefinido de las especies y de los ecosistemas, que constituyen la base vital para millones de comunidades rurales, así como para industrias de gran importancia.
            2.- Estos objetivos han de cubrirse con rapidez, pues:
a) La capacidad del planeta para sustentar a los seres humanos está disminuyendo irreversiblemente, tanto en los países en vías de desarrollo como en los desarrollados.
b) En los PMD, miles de millones de toneladas de suelo se pierden cada año debido a la deforestación y al cultivo inadecuado; en tanto que en los PI gran parte de las mejores tierras de cultivo desaparecen cada año bajo edificios y carreteras.
c) Centenares de millones de habitantes rurales de los PMD se ven obligados a la destrucción de recursos, para liberarse en el día a día de la inanición y de la miseria.
d) La energía, los costes financieros y otros costes de suministro de bienes y  servicios, aumentan en todo el mundo. Pero muy especialmente en los PMD.
e) La misma base de recursos de las grandes industrias, disminuye.
               3.- Los principales obstáculos para lograr la conservación son:
a) La creencia de que el tema de la conservación de los recursos vivos sólo afecta a unos pocos casos de alcance limitado y que, por tanto, no se trata de un proceso que incida en todos los sectores del medio.
b) La imposibilidad, derivada del anterior punto de vista, de integrar conservación y desarrollo en una misma política.
c) Los propósitos de crecimiento económico, casi siempre inflexibles y destructivos por su perspectiva ambiental inadecuada, de falta de aprovechamiento nacional de los recursos, y de enfoques basados en cortos intereses inmediatos; y no en una visión amplia y a largo plazo como debiera ser.
d) La falta de capacidad conservacionista, debido a una legislación no sólo incorrecta, y por lo demás inaplicada en muchas ocasiones. Contribuyendo también a ello la mediocre organización de los departamentos gubernamentales, que a menudo carecen de poderes suficientes y de la coordinación adecuada. También son factores muy negativos la penuria de personal competente y la escasez de informaciones básicas sobre prioridades, y capacidades productivas y de regeneración de los recursos vivos.
e) La falta de apoyo para la acción conservacionista, debido a la escasez y a la superficialidad de la conciencia sobre los beneficios que  de ella se derivarían; situación que incluso se da entre quienes utilizan directamente recursos vivos.
f) El no aplicar el desarrollo conservacionista donde más falta hace, sobre todo en las zonas rurales en los países más avanzados.
            4.- En base a todo ello, la EMC:
a) Define los modos de conservación de los recursos vivos, y explica sus objetivos de contribuir a la supervivencia y al desarrollo humano.
b) Determina los requisitos prioritarios para alcanzar cada uno de los
            objetivos.
c) Propone estrategias nacionales  y subnacionales para satisfacer los requisitos prioritarios, describiendo el marco y los principios más coherentes.
d) Recomienda una política ambiental de previsión, de conservación multisectorial y un sistema de contabilidad nacional más amplio para insertar en él la conservación y el desarrollo al nivel de las decisiones políticas.
e) Propone un método integrado para la evaluación de los recursos terrestres y acuáticos.
f) Recomienda la revisión de las legislaciones sobre recursos vivos, y para ello sugiere unos principios generales de organización dentro de las esferas gubernamentales; proponiendo, en particular, la mejora de la organización conservacionista de los suelos y de los recursos marinos.
g) Sugiere la forma de aumentar el número de personas capacitadas y adiestradas, así como una mayor investigación; al objeto de generar lo más rápidamente posible la información indispensable.
h) Recomienda una mayor participación pública en los procesos de planteamiento y decisión relacionados con los recursos vivos, proponiendo los programas y las campañas de educación ambiental necesarias a fin de lograr mayor apoyo público.
i) Sugiere tanto los medios para conservar los recursos vivos de las comunidades rurales, como los modos de prestarles ayuda para aprovechar más racionalmente lo que es la base esencial del desarrollo de que tanto necesitan.
            5.- Además, la EMC recomienda una acción internacional destinada a promover, apoyar y coordinar las actividades nacionales, con especial énfasis en la necesidad de:
a) Un Derecho conservacionista internacional más riguroso y completo, y que preste más ayuda al desarrollo que atienda a la conservación de los recursos vivos.
b) Programas internacionales que fomenten la conservación de los bosques
            tropicales y de las zonas áridas, la conservación del patrimonio común universal: el        mar, la atmósfera y la Antártida.
c) Estrategias regionales para impulsar la conservación de los recursos  vivos compartidos, sobre todo en la relación de las cuencas hidrográficas y los mares internacionales.
            6.- La EMC termina resumiendo los principales requisitos del desarrollos sostenido, indicando igualmente las prioridades conservacionistas del Tercer Decenio del Desarrollo de las Naciones Unidas.

            En 1982 los países miembros del PNUMA se reunieron en Nairobi para recapitular sus acciones y formular nuevas propuestas de cara al futuro.
            De esta sesión surgieron dos documentos de importancia: la Declaración de Nairobi y una revisión global del Plan de Acción para el Medio Ambiente.
           
La Declaración de Nairobi se formuló a modo de decálogo. En ella quedaron subrayados los extremos concretos de la situación medioambiental al nivel de 1982. Un panorama nada alentador. En esta declaración se subrayaron los siguientes puntos:
            1.- La indudable influencia de la Conferencia de Estocolmo de 1972 en la opinión y en los poderes públicos, que dio una idea bien clara de la fragilidad del medio humano.
            2.- El carácter insatisfactorio, sin embargo, de la aplicación real del Plan de Acción surgido de la reunión de Estocolmo.
            3.- La progresiva comprobación de que todas las cuestiones medioambientales están interrelacionadas, de lo cual se deriva la exigencia de una metodología integradora.
            4.- La apreciación de que los serios peligros que amenazan al medio se agravan aún más por la pobreza y el consumo derrochador, así como por la falta de una correcta combinación de mercado y planificación en la elaboración de la política económica.
            5.- La idea de que el medio ambiente no se verá mejorado sino en un concreto internacional de paz y seguridad, en el que se potencie la lucha contra actitudes atávicas del tipo del racismo y del colonialismo.
            6.- La necesidad de una estrecha cooperación entre Estados, para resolver los problemas que simultáneamente les afectan y que hunden sus raíces en las mismas causas.
            7.- La constatación de que los problemas medioambientales más graves se dan en los países menos desarrollados, lo cual exige la ayuda solidaria de los más avanzados.
            8.- La evidencia de que la disminución de los recursos naturales exige planificar su mejor aprovechamiento.
            9.- El énfasis en prevenir los daños al medio, en vez de por negligencias inadmisibles esperar a su materialización, para después tener que acometer la compleja tarea de repararlos a un elevado coste, o de simplemente resignarse a aceptar su irreversibilidad.
            10.- La acuciante obligación de los Estados, de las organizaciones de todo tipo, y de los individuos, de apoyar el Plan de Acción y de contribuir al fortalecimiento del PNUMA.
            En resumen, la Declaración de Nairobi constituyó todo un llamamiento. Marcó sobre la precedente de Estocolmo la idea de que la situación era peor que diez años antes, y que por ello mismo la verdadera acción no podía demorarse por más tiempo.
           
El Plan de Acción aprobado supone un esfuerzo para sistematizar la lista de futuras acciones. Los puntos más importantes son:
I. Los logros principales del Plan de Acción. El balance crítico del decenio 1972-1982 revela importantes desfases entre previsiones y realizaciones, y la disminución, en consecuencia, de las holguras para la acción futura. El tiempo apremia.
II. Nueva percepción de las cuestiones ambientales. De cara a los años 80 y al 2000, se plantea la necesidad del desarme, la prudente utilización de los recursos, la búsqueda imaginativa de nuevos modelos de desarrollo con una planificación que reconozca los límites externos, la conveniencia de no privatizar el patrimonio genético, y la precisión ineludible de analizar las raíces profundas de la pobreza.
III. Tendencias principales y problemas potenciales relativos al medio ambiente a plantear al sistema de las Naciones Unidas para el período 1982-92. Prioridades para el PNUMA. En esa parte del Plan de Acción se examinan, caso por caso, las tendencias y los problemas en los distintos aspectos de la realidad ambiental, marcándose las prioridades para el siguiente decenio en todo lo relativo a atmósfera, océanos, litosfera, biótica terrestre y sistemas bioproductivos, población y asentamientos humanos, salud, energía, desarrollo industrial y económico, así como la cuestión crucial de la paz y la seguridad en relación con el medio ambiente. Esta sección constituye, pues, el núcleo de todo el Plan de Acción.
IV. Orientación básica del PNUMA para 1982-1992. Es una formulación de las funciones del PNUMA: vigilancia y evaluación de los problemas medioambientales a escala mundial; promoción de la gestión racional de los recursos, especialmente en los PMD; fomento de la ampliación de sus capacidades de respuesta; y sobre todo, mejor gestión del uso de la tierra y el agua, para luchar contra la desertificación y la deforestación.
V. Planificación y ejecución de las actividades ambientales. En este pasaje, el PNUMA insta a los gobiernos a reforzar sus sistemas de vigilancia medioambiental; y asigna al Director Ejecutivo del propio PNUMA la tarea de velar por la aplicación efectiva del Plan de Acción, en coordinación con todo el sistema de las Naciones Unidas y los programas nacionales.
VI. Disposiciones institucionales relativas al PNUMA. Se refieren, sobre todo, al reforzamiento del esquema institucional del PNUMA, muy en especial del Fondo para el Medio Ambiente.
El problema del Plan de Acción es su escasa concreción a nivel territorial, y su carácter no vinculante. Constituye más bien un programa indicativo, y la verdad es que con esas limitaciones no parece que pueda frenarse el deterioro del planeta. Por eso, el principio del PNUMA habrá de adquirir mayor rango entre los organismos de las Naciones Unidas, asumiendo poderes ejecutivos para las diversas cuestiones concretas.


Begoña Hernández Rubio

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